TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

mi suegra y ya estuvieron todo el tiempo conmigo. Durante todo ese
tiempo, Marta estuvo en casa de mi hermana Diana.
Fue largo y corto. Corto por mis hijos, y largo porque extrañaba mucho
España. Es otro mundo, otra vida. Ya hacía cuatro años que no iba a
Colombia y había cambiado mucho. Yo ya estaba acostumbrada a salir a la
calle sin miedo, y allí ya me encontré con todas las dificultades, con miedo
a salir a la calle. Además, me agobia mucho el calor. Cúcuta no era una
ciudad peligrosa, pero teníamos miedo igual. Ya no me gustaba Colombia.
Sólo me gustaría ir para vacaciones, pero no quedarme a vivir allí.
Durante ese tiempo, Marta fue a una clínica a hacerse una operación de
liposucción. El contacto con la clínica privada lo había hecho antes mi
hermana Diana. Era una de las mejores clínicas de Cúcuta. Después de la
operación, Marta se fue para casa de mi hermana. Ella la cuidó. Mi familia
la trataron como a una hija más. Humildemente la cuidaron. Yo, mientras,
iba de arriba para abajo con mis muñecos y con mi ahijada. Íbamos a la
piscina, al río, alquilábamos películas, de todo. También aproveché para
matricularlos en el colegio y para comprarles los uniformes. En Colombia
todos los colegios privados exigen como requisito el llevar el uniforme.
Con mi marido traté de sobrevivir. Estuve con él íntimamente, y eso fue lo
peor. Alberto me dijo: - Eres más fría que un témpano de hielo y más ácida
que un limón. Hacía cuatro años que no estábamos juntos. Yo, la verdad,
me excito más con mis clientes que con él.
Mi familia piensa que yo tengo aquí dos trabajos: limpieza y cuidando a
una señora. Mi madre odia a las prostitutas porque dice que mis hermanos
son muy perros y se van con todas esas vagabundas. Dice que todas
deberían morirse de sida. Ella no sabe que yo trabajo como prostituta. Mis
hermanos y mis hijos tampoco. Ni mi marido. Las que lo saben son mis
hermanas. Si la familia de mi marido se enterase de que trabajo aquí como
prostituta, me quitarían la custodia de mis hijos.
Mi madre me preguntó que cómo iba aquí el trabajo. Yo le conté que bien,
que se trabaja por horas, como en los Estados Unidos. Pero, en casa ya
empezaron las discusiones con mi marido. Me dijo que la Cielo de
Colombia ya no existía, que yo era muy dura, que estaba muy cambiada.
Toda mi familia me decía eso. Yo antes era muy alegre, siempre me veían
alegre. Ahora llevo la amargura por dentro. Aunque, pueda fingir, me
siento como amargada. Esa alegría que yo tenía se acabó cuando comencé a
trabajar en el club.
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