TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Ganaba doscientos treinta y dos reales al mes. En aquella época andaba
muy apretada, nunca me llegaba el salario.
Como no quería seguir viviendo en casa de mi tía, alquilé un barracón con
una amiga, que tenía la profesión de manicura. Como las dos trabajábamos,
podíamos pagar el alquiler.
También hice un curso de salón de belleza. Duró un mes. Lo hice para
poder trabajar con mi amiga Eunice. Y después empecé a trabajar por las
mañanas en el salón de belleza, y por las tardes seguía trabajando en el
restaurante. Como ganaba un poco más, le ayudaba a mi madre para
reformar la casa.
Los inicios en la prostitución
Eunice y yo empezamos a salir a las boates. Esos fueron mis primeros
contactos con el mundo de la prostitución. Todo fue porque conocí a una
mujer en la peluquería que tenía tres agencias de prostitutas, y nos ofreció a
las dos para ir allí y trabajar, yo arreglando el cabello y mi amiga haciendo
las uñas. Yo tenía miedo. Tenía entonces muchos prejuicios con los
negocios de prostitución. Le dije a Eunice: - No, no vamos, porque si nos
ven entrando allí, la gente va a pensar que nosotras también somos putas.
Tardé dos días en darle una respuesta. Pero, al final, decidimos ir. Y el
negocio funcionó. Fuimos una mañana y ya ganamos doscientos reales. En
una agencia había treinta chicas, y la que no se hacía el cabello, se
arreglaba las uñas. Así que volvimos esa semana y así fue como
comenzamos a trabajar allí.
La señora empezó a sugerirme que yo podía quedarme a trabajar en la
agencia. Me decía que yo era muy joven y bonita. Pero, a mí no me gustaba
la idea y no acepté. Y dejamos de ir a trabajar a la agencia.
Entonces, conocimos a un taxista, Mario, que era el que nos llevaba a la
agencia. Él nos preguntó un día si nosotras éramos putas. Le dijimos que no
y le explicamos que sólo íbamos a trabajar con la manicura y la peluquería,
que no hacíamos otros trabajos. Y él nos dijo que podíamos probar a
trabajar en un club que él conocía. Y fuimos al club. Pero, allí era más
complicado compatibilizar con el horario de mi restaurante. Así que decidí
dejar el trabajo y dedicarme al negocio de la belleza. Comenzamos a ir,
pero nos dimos cuenta enseguida de que ya no ganábamos tanto dinero.
292