TESIS DOCTORAL - Instituto de Migraciones

Intenté llamar a mi amiga María. No me contestaba. Ella estaba trabajando
en España y yo no lo sabía. Un día me contestó. Le conté lo que me pasaba
y ella me ofreció su ayuda. Me dijo que si quería, me dejaba el dinero para
venir a España. María estaba trabajando en un piso en Cádiz. Yo no sabía
qué hacer. No quería dejar a Pietro otra vez.
Pietro quería que yo me fuese a vivir con él a casa de sus padres. A ellos
les parecía buena idea. Pero, en las Navidades de 2004 le dije a Pietro que
no aguantaba más no decirles la verdad a sus padres. Tenía que tomar una
decisión. Pietro, en cambio, decía que teníamos que esperar un poco.
También me dijo que quería tener un hijo conmigo. Por eso, al sentir tanto
nuestro amor, quise contarles la verdad a sus padres. Ese fue mi error.
Bueno, no estoy segura si fue un error.
Le conté la verdad a su madre, que yo tenía dos hijos. Ella entonces me dijo
que eso era una responsabilidad muy grande y que teníamos que habérselo
contado todo desde el comienzo. A partir de ese momento, hubo tensión
entre nosotros. Su madre también sentía desconfianza hacia mí, de que yo
regresase a Brasil y mantuviese todavía la relación con el padre de mis
hijos.
Pietro me dijo que su madre no quería volver a verme, y que si seguíamos
juntos sus padres no iban a ayudarle más. Entonces, decidí ir para la
Langestrasse, el lugar donde trabajaban las prostitutas. Yo estaba
desesperada. Sabía que estaba perdiendo a mi amor. Fue muy difícil para
mí. Nos veíamos a escondidas y llorábamos juntos. Ya nada era igual. Para
él resultaba muy difícil. Me decía que me amaba, pero que su familia era lo
primero y ellos no le apoyaban en esto. Yo tampoco deseaba que él tuviese
problemas con su familia por culpa mía.
Trabajando en la Langestrasse
Comencé de nuevo a trabajar en la prostitución. En la Langestrasse trabajé
muy bien, tanto que pude alquilar un apartamento de mil seiscientos
francos. Un apartamento para mí sola. En aquella época en la Langestrasse
todas las prostitutas nos colocábamos en diferentes puntos en la calle. Yo
me vestía normal, con botas, poca blusa y una chaqueta. Como en Suiza
hace mucho frío, me quedaba en los bares que funcionan como boates. Ellos
nos ayudaban para que nosotras pudiésemos estar allí, y nosotras les
ayudábamos a ellos provocando a los clientes para que tomasen las
bebidas. Los hombres se acercaban y preguntaban ¿cuánto? Los servicios
los hacía al principio en un hotel, y después también en mi apartamento.
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