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convencer a la mayoría del equipo de que esta iba a ser la nueva

dirección que seguiríamos. La visión encarnaba nuestra meta de

desarrollar unos estándares de fabricación de categoría mundial y

adoptaba los ocho principios básicos del Sistema de Producción de

Bosch. Hicimos un gran esfuerzo por involucrar a nuestra gente.

2. USAR KAIZEN PARA EL DESARROLLO DEL PERSONAL

La clave para nosotros fue conseguir que todos los empleados

acogieran el espíritu de mejora constante: lo que podríamos llamar la

cultura kaizen. Por supuesto, para conseguir este cambio es necesario

tener en cuenta muchas consideraciones, y una de las más

importantes es la obligación de conocer muy bien en qué tipo de país

te encuentras. Por ejemplo, si quieres obtener algo en mi país, tienes

que pedirlo todos los días. Trabajé durante un par de años en

Alemania y si pides algo a los empleados repetidas veces, consideran

que te has propasado, pues están acostumbrados a ser más

independientes.

En Portugal, muchas compañías también tienen un sistema de

clases excesivo. En el área de la fabricación, sueles tener gente de

poca cualificación y bajo nivel educativo. Y en las áreas indirectas se

suele tener gente muy especializada y bien educada, que incluso

pueden llegar a hablar cuatro o cinco idiomas.

Kaizen nos ayudó a construir una cultura que valorase más a los

operarios que a los indirectos. Cuando pusimos en marcha el

mantenimiento productivo total (TPM), por ejemplo, nos dimos cuenta

de que el operario ha de asumir en propiedad la máquina.

Me di cuenta de esto cuando visité la fábrica de Japón y vi que en

la zona de producción uno de los trabajadores gritaba muy enfadado a

su supervisor. Solicité a mi traductor que me informara de lo que

estaba pasando y me dijo que ese trabajador se acababa de casar.

Cuando uno se casa en Japón tiene un permiso de cinco días y durante

esos cinco días nadie se había ocupado de su máquina. En la cultura

kaizen esa máquina no era una máquina de la compañía: pertenecía al

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