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cambio. Para conseguirlo, se desarrollaron las siguientes seis etapas:

— Etapa 1. Presentación y comunicación del programa. Era importante que los

sindicatos estuvieran presentes.

— Etapa 2. Identificación de las necesidades mediante entrevistas en

profundidad y grupos de discusión.

— Etapa 3. Identificación de la prioridad y la satisfacción. Esto supuso

preguntar a los empleados cuál sería para ellos el trabajo ideal en un mundo

ideal, identificar 4.550 necesidades y clasificarlas en función de sus

aspiraciones.

— Etapa 4. Análisis. Esto terminó con el diseño de un diagrama jerárquico de

necesidades y satisfacciones, de función a función y de departamento a

departamento.

— Etapa 5. Feedback de los datos a los grupos de empleados.

— Etapa 6. Diagnóstico. Varios grupos de empleados se organizaron para estar

preparados para resolver problemas.

Las habituales encuestas eran contempladas como soluciones impuestas a los

empleados para problemas definidos por los directivos, generalmente con

dudosas intenciones ocultas. En este proceso, la introducción de cambios, las

necesidades, las prioridades y el nivel de insatisfacción fueron todos definidos

por los empleados y, por tanto, les pertenecían.

2.2. Reconocimiento del trabajo bien hecho

El primer paso hacia el reconocimiento del esfuerzo de los empleados

se produjo en el área de la generación de ideas. Un exceso de

complejidad y de burocracia y una insatisfacción general habían

derrotado las propuestas anteriores. Claramente, era necesario un

nuevo enfoque. Como John Oliver describe:

Un ejercicio de tormenta de ideas llegó a la conclusión de que el principal

objetivo tras las propuestas de proyectos era ¡conseguir que los trabajadores

hicieran propuestas! Y esto no es ninguna tontería, como pueda parecer. La

lección que aprendimos fue que el éxito debía medirse por el número de veces

que los empleados pensaran positivamente, de forma constructiva e

imaginativa, sobre la compañía, y no por el número de propuestas exitosas que

pudieran salvarnos.

Concebimos el plan “Cada Detalle Cuenta” (CDC), que consistía en que el

empleado que propusiera algo y lo presentara formalmente, obtendría un vale de

1 libra para gastar en una cadena nacional de grandes almacenes. No

importaba si la idea ahorraba un penique o 100.000 libras. Mientras se hiciera

de forma constructiva, el vale se entregaba junto a un “gracias”.

El esquema CDC ha proliferado desde entonces, con su propia infraestructura de

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