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ocasiones. Si los empleados no siguen estos procedimientos fijados en

un estándar normalizado cuando realizan una labor repetitiva (y esto

ocurre mucho en gembas de fabricación industrial), el resultado

obtenido será variable, lo cual conlleva fluctuaciones en la calidad.

Aquellos directores que no toman la iniciativa de estandarizar el

procedimiento de trabajo están haciendo dejación de sus obligaciones

en lo que respecta a dirigir el gemba. Están desatendiendo una de sus

responsabilidades.

En la empresa Giorgio Foods, Inc., situada en la ciudad de Temple,

en el estado de Pensilvania (EE.UU.), las oficinas administrativas

solían estar arriba en la primera planta, mientras que el gemba estaba

en la planta baja. Arriba, las oficinas para cada función estaban

separadas por tabiques y paredes: ventas, marketing, ingeniería,

investigación y desarrollo y finalmente personal.

Pero el presidente de la compañía, Fred Giorgio, decidió que todos

aquellos cuyo trabajo consistiera en apoyar al gemba debían mudarse

al propio gemba. Declaró: “¡Nos mudamos todos al gemba y vamos a

trabajar todos juntos en una única sala grande y sin paredes de

separación entre nosotros!” Tras estas palabras se oyó un clamor de

protesta: “¡Habrá demasiado ruido!” “¡No podremos concentrarnos en

nuestro trabajo!” “¡Algunos subordinados se marcharán!” “¡Será

imposible custodiar los secretos de la compañía!” Pero Giorgio fue

inflexible. Dijo: “Si un secreto queda desvelado por este motivo,

significa que de todas formas no se hubiera podido guardar como tal

secreto. ¡Y si a alguien no le gusta, que se marche!”

Pese a todo, al final, todos se mudaron de oficina, aunque algunos

tenían dudas. Hoy en día, si visitan la empresa, verán de un solo

vistazo a todos los empleados trabajando juntos en esa gran y única

sala. Si el visitante se fija bien, encontrará a Fred Giorgio entre los

empleados, sentado como uno más en una pequeña mesa flanqueada

por otras dos mesas de despacho del mismo tamaño, ocupadas ambas

por ejecutivos de la compañía. “Antes”, dice Giorgio “siempre que

quería reunirme con los directivos, tenía que averiguar primero quién

estaba en las oficinas y quién había salido, antes de poder siquiera

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