Procedimiento para la operación del servicio de pedagogía ... - IMSS

Durante los primeros meses de vida del menor, se pueden observar logros muy significativos, por lo cual es
importante que constantemente trates de estimular todos sus sentidos, estos estímulos ayudarán a que el
menor consiga un crecimiento pleno y llegue a la siguiente etapa de su desarrollo más perceptivo y con un
campo fértil para cultivar nuevos aprendizajes.
En los primeros meses de vida, la mayoría de sus acciones están caracterizadas por los reflejos, como por
ejemplo, el de succión, el cual ocupará para alimentarse. Una vez que logre controlar un poco más sus reflejos,
el menor empezará a prepararse para sostener y manipular con sus manos objetos pequeños y ligeros.
Logrará sentarse por un tiempo corto y siempre con tu ayuda pues aún no controla su peso, apenas está
conociendo todo su cuerpo y podrás observar que lleva con facilidad su mano a la boca o que empieza a seguir
los movimientos con la cabeza, tú serás su mayor atracción disfrútalo.
Dormirá la mayor parte del día, pero no será por períodos muy prolongados, tendrá momentos despiertos que
serán en su mayoría para comer o para cubrir sus necesidades de higiene. Durante este proceso de adaptación
es necesario que aproveches los momentos de alimentación y cambio de ropa del menor para hablarle,
acariciarlo y jugar con él (aplicación del programa educativo, aunque sea por lapsos cortos, pero con
intencionalidad), recordando siempre, que la comunicación es muy importante y que el vínculo que generes
con él ayudará a marcar una gran diferencia en sus siguientes etapas, la intervención educativa es una herencia
para toda la vida.
El mundo del menor se compone únicamente de imágenes que aparecen y luego desaparecen, así como
sucede en la pantalla de cine, esta percepción causa en él ansiedad y angustia por la ausencia de objetos
permanentes (noción que no es innata y, que por lo tanto, deberá aprender). Es tarea de los padres o de las
personas encargadas de su cuidado ayudarle a formar un mundo armónico y amoroso, donde sus necesidades
se encuentren satisfechas y él pueda desarrollar sentimientos de seguridad y tranquilidad, creando un vínculo
de afecto con la imagen de la persona más representativa.
El llanto, herramienta de comunicación que tiene durante los primeros meses de vida, es la primera
manifestación sonora mecánica en el niño, es su única manera de expresarse y manifestar sus necesidades, por
lo que se necesita de comprensión, empatía y paciencia. Después de un período de adaptación a su nueva vida,
el llanto del menor irá disminuyendo de intensidad, ya que se sentirá más tranquilo y seguro en su nueva casa.
Por esta razón, es muy importante que estemos conscientes de la gran variedad de personalidades con las que
conviviremos en una sala, algunas características de los menores serán similares, pero el trato hacia ellos
deberá ser individualizado y enfocado a sus necesidades, fortalezas y oportunidades de mejora, siempre
buscando potenciar al máximo sus capacidades únicas como ser humano.
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DPES/CG/003/028