Procedimiento para la operación del servicio de pedagogía ... - IMSS

La estimulación debe considerarse un proceso natural, por el cual el infante siente satisfacción al descubrir las
cosas por sí mismo. Mediante la repetición de diferentes eventos sensoriales, se aumenta el control emocional
del niño desarrollando destrezas para estimularse a sí mismo a través del juego libre, de la exploración y la
imaginación. Algunos aspectos importantes en el momento de llevar a cabo un programa de estimulación son,
entre otros:
Incluir actividades que sean divertidas y creativas, es deseable poder improvisar creando cosas nuevas y
llevarlas a la práctica.
Apoyar principalmente a los niños que presentan déficit en alguna área de desarrollo, sin dejar de lado a los
otros que también deben disfrutar del programa.
Sentar las bases para promover el crecimiento saludable y armonioso.
Favorecer la autonomía del niño y lograr un nivel socio -afectivo favorable. El programa que se propone
proporciona un diseño específico, pero el personal que lo aplique puede elaborar aquel que considere
necesario; es importante que se recurra a las condiciones particulares de cada niño al que se dará apoyo,
además de que podrán considerarse aquellos elementos del entorno que mejor apoyen la estimulación del
niño.
Recomendaciones para el desarrollo de un programa de estimulación:
El ambiente en el que se encuentre el niño debe ser estimulante, relajante y con las condiciones para que
interactúe con elementos útiles en el desarrollo de actividades.
La estimulación debe favorecer el aprendizaje.
Los estímulos repetitivos provocan seguridad en el niño, sin embargo, una vez habituado el bebé se puede
aburrir y debemos evitar llegar a este punto.
Es importante identificar el estado de ánimo del bebé, no siempre está de ánimo para jugar.
La estimulación debe guardar un equilibrio para el niño, es importante no sobre estimularlo, sólo debe
realizarse por periodos cortos cada día.
Coordinar acciones con los padres de familia para que identifiquen las actividades que se han de realizar y
en cuáles van a participar en conjunto.
Deben aprovecharse las oportunidades de estimulación que se presentan al realizar las actividades
cotidianas en la guardería y solicitar que los padres de familia realicen actividades similares en casa.
Cómo saber cuando un niño está dispuesto a “trabajar”:
El abdomen se relaja.
La cabeza gira hacia el estímulo.
La expresión de la cara cambia, puede llegar a sonreír.
La frecuencia respiratoria se vuelve lenta, tranquila y pareja.
Las manos se abren hacia el estímulo.
Muestra interés en las actividades que se están realizando.
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