08.01.2015 Views

Libro de Actas final_2

Libro de Actas final_2

Libro de Actas final_2

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

GT 23 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO Y DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA<br />

1060<br />

justamente, con no pocos <strong>de</strong>bates actuales relacionados con la medicina, la alimentación, la energía nuclear, el cambio<br />

climático, las telecomunicaciones o, como <strong>de</strong>tallaremos a continuación, la nueva ingeniería genética.<br />

Empero, también las ciencias sociales y, muy en particular, la sociología <strong>de</strong>l conocimiento y la ciencia recurren con<br />

frecuencia al concepto <strong>de</strong> interés para dar cuenta <strong>de</strong> la esencia <strong>de</strong> ciertos procesos <strong>de</strong> producción y validación <strong>de</strong> los<br />

conocimientos científicos. Si las múltiples discusiones científicas no se cierran (a pesar <strong>de</strong>l recurso <strong>de</strong>clarado y efectivo<br />

a la racionalidad científica y la práctica experimental), parece asumirse también en estos ambientes académicos más<br />

rigurosos y especializados, ello podría <strong>de</strong>berse a la presencia casi omnipresente <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r y, más en concreto, a la<br />

naturaleza esencialmente tensa <strong>de</strong> los intereses sociales puestos en circulación (Bloor, 1998: 248-252; Solís, 1994: 41-64).<br />

Según subrayan la filosofía <strong>de</strong> la ciencia formalista y la sociología <strong>de</strong> la ciencia normativa, no obstante, los intereses<br />

serían componentes sociales que, por <strong>de</strong>sgracia, también se adhieren al propio conocimiento científico (Popper, 1962;<br />

Merton, 1977). Eso sí, <strong>de</strong> acuerdo con tales tradiciones teóricas (que en lo sucesivo procuraremos rebatir), estos intereses<br />

harían acto <strong>de</strong> presencia sólo antes o <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> (pero nunca durante) la lógica interna <strong>de</strong> la investigación. Si así ocurriera,<br />

por las causas que fuesen, el resultado no podría ser otro, al parecer, que una ‘ciencia mala’, es <strong>de</strong>cir, que una ciencia<br />

falsa e interesada, contaminada y <strong>de</strong>snaturalizada. De ahí que, en principio, a los factores sociales (externos) <strong>de</strong> ningún<br />

modo se les reconozca la capacidad <strong>de</strong> afectar positivamente a la generación <strong>de</strong> los contenidos científicos (internos). La<br />

ciencia <strong>de</strong> por sí sería neutra, aséptica y <strong>de</strong>sinteresada, se enten<strong>de</strong>rá, y sus efectos <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r se restringirían a sus usos<br />

y abusos, aplicaciones y tergiversaciones. El único interés que podría (y a la postre <strong>de</strong>bería) hacer acto <strong>de</strong> presencia en<br />

la actual actividad científica, por tanto, sería el amor por la verdad y la confianza plena en que ésta es fuente segura <strong>de</strong><br />

progreso económico y social. La cuestión clave que aquí abordaremos, en <strong>de</strong>finitiva, es en qué medida cabe consi<strong>de</strong>rar<br />

(como se consi<strong>de</strong>ra especialmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la filosofía popperiana y la sociología mertoniana) a los intereses sociales como<br />

algo inherentemente ajeno a, e incluso <strong>de</strong> por sí siempre pernicioso para, la práctica científica contemporánea (Iranzo,<br />

1995; Rodríguez Zoya, 2011).<br />

El mundo material y las experiencias que <strong>de</strong> él tenemos y que en torno a él construimos, se ha indicado, <strong>de</strong>ben jugar un<br />

papel activo fundamental en las explicaciones sociológicas <strong>de</strong>l conocimiento científico (Bloor, 1998: 73-77). Es por ello<br />

que, frente a las habituales concepciones popperiana y mertoniana (que enten<strong>de</strong>mos en exceso abstractas, ahistóricas y<br />

autorreferenciales), parece oportuno plantearnos ciertos interrogantes: En sentido genérico, por ejemplo, ¿qué relaciones<br />

cabe advertir en nuestras socieda<strong>de</strong>s entre el saber y el po<strong>de</strong>r ¿Son posibles los actos científicos realmente asépticos,<br />

imparciales o <strong>de</strong>sinteresados ¿Es el po<strong>de</strong>r aquello que, también en la ciencia mo<strong>de</strong>rna, fija i<strong>de</strong>ntida<strong>de</strong>s, impone significados<br />

y predice comportamientos ¿Con arreglo a qué criterios, en todo caso, <strong>de</strong>bería concebirse legítimo que el po<strong>de</strong>r social,<br />

político y económico guiara, controlara o gestionara la producción <strong>de</strong> conocimiento científico ¿Tiene algún sentido<br />

contraponer unos científicos pasivos, <strong>de</strong>sinteresados y autónomos a otros activos, interesados y comprometidos (con<br />

ciertas causas altruistas o egoístas, públicas o privadas, humanitarias o empresariales) Y, más particularmente, ¿hasta<br />

qué punto los expertos implicados por ejemplo en el campo <strong>de</strong> la nueva ingeniería genética pue<strong>de</strong>n y <strong>de</strong>ben permanecer,<br />

en el <strong>de</strong>sempeño <strong>de</strong> sus labores efectivas rutinarias, <strong>de</strong>liberadamente ajenos a las prácticas, los usos y las repercusiones<br />

sociales y ambientales que pudieran asociarse con sus dictámenes oficiales sobre el conocimiento, la evaluación y la<br />

administración <strong>de</strong> los Organismos Modificados Genéticamente (OMG)<br />

2. Saber y po<strong>de</strong>r, po<strong>de</strong>r y saber<br />

La <strong>de</strong>clarada relación entre ‘saber’ y ‘po<strong>de</strong>r’, en principio, evi<strong>de</strong>ncia ya <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un inicio que nuestra noción <strong>de</strong> conocimiento<br />

no <strong>de</strong>be disociarse en exceso <strong>de</strong> nuestra noción <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r social. Se nos da a enten<strong>de</strong>r que el saber incrementa el po<strong>de</strong>r<br />

y, recursivamente, que el po<strong>de</strong>r genera nuevo saber. A pocos resultará extraña, en efecto, la ya manida afirmación según<br />

la cual “saber es po<strong>de</strong>r”. La ciencia mo<strong>de</strong>rna ha sido pensada con asiduidad como el instrumento por excelencia para la<br />

más conveniente transformación <strong>de</strong> la naturaleza. El conocimiento no parece pues ser fácilmente separable <strong>de</strong> sus formas<br />

sociales (más específicamente, políticas) <strong>de</strong> producción, distribución y utilización. Así, quien conociese las leyes <strong>de</strong> la<br />

naturaleza, <strong>de</strong>sveladas a través <strong>de</strong> la observación y la experimentación, poseería en gran medida también los medios que<br />

le permitirían controlarla, dominarla y manipularla. El clásico proyecto baconiano <strong>de</strong>l saber, que ciertamente rin<strong>de</strong> culto<br />

a una ciencia elitista, autónoma y socialmente responsable, consistiría en analizar con rigor la naturaleza para, en última<br />

instancia, mejorar la calidad <strong>de</strong> vida <strong>de</strong> los hombres y recuperar el <strong>de</strong>recho inalienable que éstos poseerían sobre aquélla<br />

(Bacon, 1985; Polanyi, 1962).<br />

Según la tradición marxista, por su parte, como es sabido, quedaría claro que las i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> los grupos dominantes en una<br />

sociedad serían las i<strong>de</strong>as dominantes en esa sociedad (Marx y Engels, 1970). La verdad sería en tal caso la visión <strong>de</strong> los<br />

hechos propia <strong>de</strong> los grupos sociales más po<strong>de</strong>rosos. Aquí se advierte que el po<strong>de</strong>r social pue<strong>de</strong> ser, también en lo que atañe<br />

al conocimiento, causa <strong>de</strong> alienación, falsa conciencia y pernicioso enmascaramiento. El grupo social que ejercería el po<strong>de</strong>r<br />

material dominante en una sociedad, por consiguiente, sería el grupo social que ejercería el po<strong>de</strong>r cognitivo y espiritual<br />

dominante en esa sociedad. Con todo, más allá pues <strong>de</strong> la perspectiva marxista ortodoxa (seguramente en exceso simplificada<br />

y estereotipada), se alcanza a enten<strong>de</strong>r que el po<strong>de</strong>r material <strong>de</strong> la ciencia pue<strong>de</strong> cambiar el mundo, pero también nuestras<br />

i<strong>de</strong>as sobre el mundo y, por extensión, nuestras formas <strong>de</strong> relacionarnos con ese mundo e incluso con nosotros mismos.<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!