Libro de Actas final_2

GT 23 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DEL CONOCIMIENTO Y DE LA CIENCIA Y TECNOLOGÍA
Pese a que en este primer fragmento nuestro informante se niega a reconocer la importancia del concepto de innovación,
es precisamente a nivel conceptual, donde se centra gran parte de la discusión, y donde se dirime y se muestran las
principales características discursivas. De hecho el énfasis por definir su “especificidad”, se corresponde con la opinión
expresada por muchos de los participantes, quienes critican la presencia ubicua y nada específica de este concepto en los
discursos sociales. Un concepto que como se admite “está de moda”.
Su presencia indefinida en los discursos no impide que, como si del sol se tratase, la innovación devenga “el centro en
torno a lo que gravita” todo lo habido y por haber. Porque la importancia de su presencia conceptual no radica en sus
formas más definibles como verbo o adjetivo: innovar en algo, o innovador por algún motivo. Lo determinante es su forma
sustantivada, la innovación. Ella es quien es capaz de recibir apoyo y su nombre capaz de otorgarle esa capacidad de
resolver problemas por sí misma. La innovación se convierte en un remedio genérico, “la solución para todos los males”
a pesar de la confusión que genera.
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La innovación ha creado mundos, mundos de fantasía. Pero esto, lejos de apuntar en nuestro análisis a la necesidad de
hacer un uso más correcto de este término, -ajustándolo a su significado teórico, haciéndolo más real y menos fantásticonos
indica una de las cualidades del discurso que lo inmiscuye. La que posibilita que pese a la confusa indefinición y
ubicuidad que lo caracteriza, todavía pueda –o deba- hablarse de él.
Como un fetiche, el talismán de la innovación se vuelve sobre sus poseedores, generando ciertos efectos en ellos. A pesar
de su difícil concreción nada impide su uso, como si un discurso ideal cargado de connotaciones positivas lo empujara.
Adquiere así cierto “sentido común” para nuestros informantes. Se convierte, siguiendo la terminología de Foucault,
en un “objeto de conocimiento” (Foucault, 2003) que estructura el campo de discursos de los distintos participantes,
permitiéndoles proyectar ciertas connotaciones obvias. Conformadas en una especie de mitos estructuradores de la
conversación (Barthes, R 2000), estas connotaciones se dan por hecho, pasan a penas desapercibidas para quienes las
trasmiten. Por ello, todo y que para nuestros informantes se hace difícil “saber de qué se está hablando”, es precisamente
su hablar el que nos muestra un saber característico, muy vinculado a este objeto difícilmente definible, pero incontestable,
que es la innovación. Un objeto en el que bajo la lucha por su definición se observa cierta solidez, cierto blindaje, como
veremos en adelante, en torno a sus presupuestos.
El proceso de encaje entre las connotaciones que se desprenden del discurso innovador y la realidad es en donde adquiere
vital importancia la retórica del cambio. Es esta relación forzada la que permite, como decía uno de nuestros informantes
más arriba, “comprar constructos teóricos” para explicar la realidad, a pesar precisamente “de su inexistencia real”.
Nuestro próximo interlocutor lo muestra más claramente:
La innovación no es un proceso en el que adquieren importancia los inventos, sino que la innovación es un invento en sí
mismo. Una novedad cuya condición abstracta e idealizada permite impulsar cambios generales, capaces por ejemplo de
“crear sistemas que no existen”. De esta forma la indefinición de la que hacen gala nuestros informantes se convierte en el
producto de una impotencia: la de la inadecuación del nuevo fetiche a la realidad. Lo que se traduce, al mismo tiempo, en
la pretensión de adecuarla a sus premisas. En este sentido el cambio que se impulsa no es nada nuevo, salvo su innovador
CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA
XI Congreso Español de Sociología (FES)