Libro de Actas final_2

GT 17 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DE LA EDAD Y CICLO VITAL
En consecuencia, debemos comprender el expediente de regulación de empleo de esta empresa desde un análisis integral
de la situación, más que considerar la simple voluntad de quitarse de encima a los trabajadores. El proceso seguido en el
ERE es el propio de una economía capitalista, desregularizada y global donde el empleador va a tratar de obtener los bienes
a un menor coste posible y la crisis económica ha sido el vehículo necesario para que se produjeran las transformaciones
en la legislación española que permitan estos cambios. Estos discursos no exoneran a la empresa de haber utilizado la
situación de crisis que atraviesa nuestra economía para modificar su estructura y buscar nuevos márgenes de beneficio al
hacer recaer los costes de una mala gestión sobre los trabajadores. Tanto los trabajadores como la empresa utilizan la crisis
como un mero chivo expiatorio, si bien la idealización de la empresa paternalista no ha impedido que los trabajadores
realicen sus propias teorías alternativas a la versión oficial que se les había dado. En cualquier caso parece claro el uso
deliberado de jugadas institucionales que ha realizado la empresa para aprovechar las recientes reformas legislativas en
post obtener un beneficio mediante cauces poco ortodoxos.
Conclusiones
En este texto se ha investigado el impacto de la experiencia del desempleo en un grupo de ex trabajadores de una empresa
del sector de la madera afectados por un ERE de extinción. Este análisis se ha realizado desde un enfoque etnográfico,
en el que se ha hecho una aproximación a las transformaciones sufridas en la vida de los ex trabajadores, sin perder de
vista en ningún momento las implicaciones provocadas por la recesión del ciclo económico y la transformación de las
estructuras empresariales en la modernidad tardía.
El trabajo es un elemento generador de ingresos económicos, que construye la identidad del individuo, es esencial en la
configuración de los roles sociales y familiares y tiene un papel fundamental en la actividad de la persona. Pasar por la
experiencia del desempleo es una experiencia muy personal pero que ha mostrado cuestiones transversales en todos los
trabajadores: el empleo no supone únicamente sentimientos propios y visión de uno mismo, sino que además supone la
posición de uno mismo en el entramado social.
La pérdida de trabajo supone pérdida de seguridad en la medida en que se desmiente el supuesto paternalismo de una
empresa que deja de ser considerada un constructo común de los trabajadores para resultar ser la herramienta de beneficio
económico de sus propietarios. Sin embargo no desaparece del imaginario de los trabajadores esa idealización paterna
de la empresa, sino que externalizan las causas de su mal funcionamiento a los cambios de la última década: tanto a la
transferencia generacional de la propiedad de la empresa como a la recesión económica empezada en 2008.
Los resultados del análisis empírico permiten observar que el cambio de la visión de la empresa es residuo de la
transformación individual que sucede a la pérdida del empleo: el trabajo, fuente de vida presente y futura, tiene que ser
sustituido por otra dimensión que ayude al individuo a mantener una coherencia vital. Este espacio es ocupado por la
identidad del ex trabajador precisamente como eso, como ex empleado de un ramo o de un puesto que solo está en una
situación de tránsito entre dos puntos.
El empleo se presenta en todos los casos como parte del núcleo más íntimo de la identidad personal, y la pérdida del
mismo o su creciente segmentación temporal no cambian su posición. Las características del empleo actual, fragmentado,
parcializado y temporalizado, penetran en el imaginario colectivo de los antiguos trabajadores tras vencer las iniciales
reticencias, pero no cambia su significación social ni psicológica.
La consideración de las cinco dimensiones claves del empleo en la psicología de las personas permite ver que pese a los
cambios estructurales del trabajo, sus efectos sociales tienen la misma fuerza. El hecho de que estos cinco elementos se
transformen pero no desaparezcan, nos lleva a concluir que el trabajo no pierde su centralidad social. Este simplemente
se ve precarizado, segmentado en la vida, obligando a los trabajadores a abstraer su estatus social a partir de los vaivenes
laborales y sus diferentes experiencias, en vez de la relación directa entre trabajo y posición social que han experimentado
a lo largo de su trayectoria vital.
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CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA
XI Congreso Español de Sociología (FES)