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Libro de Actas final_2

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GT 24 GRUPO DE SOCIOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y DEL LENGUAJE<br />

y según Maffesoli, se convierte en uno <strong>de</strong> los más po<strong>de</strong>rosos elementos revolucionarios y <strong>de</strong> transformación social: ”La<br />

apertura al campo <strong>de</strong> lo posible contra la fatalidad <strong>de</strong>l presente o las imposiciones <strong>de</strong>l pasado, proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> esta extraña<br />

pasión por <strong>de</strong>cidir nuestra vida, así, directa y totalmente, es la ebriedad primaveral y romántica que impulsa la lucha<br />

contra la trivialidad <strong>de</strong> lo establecido y que, al aliarse con la luci<strong>de</strong>z (y al <strong>de</strong>sarmar así el aspecto escéptico <strong>de</strong> la luci<strong>de</strong>z)<br />

constituye el más firme motor <strong>de</strong> la revolución” (Maffesoli, 1976: 52).<br />

En la segunda parte <strong>de</strong> El principio esperanza, Bloch nos ofrece otra dimensión <strong>de</strong> la utopía, al consi<strong>de</strong>rarla como una<br />

conciencia anticipadora. En este sentido asocia el pensamiento utópico al arte en cuanto que anticipador <strong>de</strong> lo que todavía<br />

no es. Para enten<strong>de</strong>r bien el papel “profético” <strong>de</strong>l pensamiento utópico y distópico hay que tener presente un texto <strong>de</strong><br />

Ricoeur titulado El entrecruzamiento <strong>de</strong> la historia y <strong>de</strong> la ficción, <strong>de</strong> su obra Tiempo y Narración (Vol III). En él se afirma<br />

que: “Narrar cualquier cosa es narrarla como si ya hubiese acontecido” (Ricoeur, 1999: 913). La distopía es un imaginario<br />

<strong>de</strong> algo que ya contiene la realidad pero que se manifiesta en sus últimas consecuencias en cuanto que un futurible. De<br />

hecho, la novela distópica es el reconocimiento tácito <strong>de</strong> que el “optimismo estructural” <strong>de</strong> la mo<strong>de</strong>rnidad ha muerto y<br />

que en el futuro imaginado se cumplirá aquello que Freud anunciaba en El malestar <strong>de</strong> la cultura: la felicidad no es parte<br />

<strong>de</strong> la condición humana y por tanto es iluso intentar conseguirla.<br />

El futurible distópico nos anuncia, tal y como Ricoeur afirma, que la realidad es como “la dura necesidad tal y como<br />

se <strong>de</strong>scubre más allá <strong>de</strong> la postura narcisista (…) la realidad se llama entonces necesidad y, a veces, Ananké (escasez)“<br />

(Ricoeur, 1978: 225). La realidad (incluyendo el futuro), <strong>de</strong>s<strong>de</strong> esta perspectiva, sólo pue<strong>de</strong> ser asociada a la incertidumbre,<br />

la angustia y la precariedad. La promesa <strong>de</strong> un mundo mejor meramente sería una instrumentalización <strong>de</strong>l imaginario<br />

social. En este sentido Arendt afirma que no existe la capacidad racional –<strong>de</strong>s<strong>de</strong> cualquier disciplina social- <strong>de</strong> pre<strong>de</strong>cir lo<br />

que ha <strong>de</strong> acontecer. Esta incapacidad proviene: “<strong>de</strong> la básica <strong>de</strong>sconfianza <strong>de</strong> los hombres que nunca pue<strong>de</strong>n garantizar<br />

hoy quiénes serán mañana” (Arendt, 2002: 263). La filósofa alemana tiene a bien relacionar el “control” <strong>de</strong>l futuro <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la capacidad <strong>de</strong> “soberanía” <strong>de</strong>l que ejerce el po<strong>de</strong>r ya que posee la “capacidad <strong>de</strong> para disponer <strong>de</strong>l futuro como si fuera<br />

el presente” (Arendt, 2002: 264). La literatura distópica, al tratar siempre <strong>de</strong> un futuro que pue<strong>de</strong> hacerse presente casi<br />

inmediatamente, se convierte en motivo <strong>de</strong> análisis muy particular para <strong>de</strong>scubrir cuáles han <strong>de</strong> ser sus funciones en<br />

cuanto que imaginarios.<br />

4. El caso <strong>de</strong> la literatura distópica: la función <strong>de</strong>l terror<br />

1136<br />

Nuevamente <strong>de</strong>bemos recurrir al mundo griego para enten<strong>de</strong>r mejor la novela distópica. ¿Es la novela en sí misma una<br />

narración <strong>de</strong> una irrealidad ¿Es mero ensueño que conlleva frustración O bien po<strong>de</strong>mos apren<strong>de</strong>r algo <strong>de</strong> la literatura.<br />

Gorgias señala que la Apate produce una “añoranza proclive al duelo” 13 . La Apate era una <strong>de</strong> los daimones <strong>de</strong> la mitología<br />

griega que representaba el engaño 14 . Junto a Dolos (el daimon <strong>de</strong> las malas artes) salió <strong>de</strong> la caja <strong>de</strong> Pandora. Tenían como<br />

daimón opuesto a Aleteia, la verdad. La Apate sería aquello que provoca el <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> llorar en los espectadores <strong>de</strong>l teatro o<br />

entre los oyentes <strong>de</strong> la poesía y que aboca tanto al terror como a la compasión. En base a este fundamento mitológico, “De<br />

aquí proce<strong>de</strong> la teoría <strong>de</strong> la kátharsis o `expurgación´ o `purificación´ aristotélica, según la cual, el fin <strong>de</strong> la tragedia es la<br />

purificación <strong>de</strong> emociones como el terror o la compasión a base <strong>de</strong> provocarlas en los espectadores” (López Eire, 2001;<br />

189) 15 . Ya Aristóteles en Retórica, 1383ª, 6, propone que: “el terror hace que <strong>de</strong>liberemos”. Esta sería, por tanto, una <strong>de</strong><br />

las primeras funciones <strong>de</strong> la literatura distópica provocar una racionalidad que <strong>de</strong> otro modo el ser humano sería incapaz.<br />

En su análisis <strong>de</strong>l horror, Ricoeur comenta que: “va unido a acontecimientos que no se <strong>de</strong>ben olvidar jamás” (Ricoeur,<br />

1999, p. 910). De ahí su carácter pedagógico y, podríamos <strong>de</strong>cir, universal en todas las culturas en forma <strong>de</strong> relatos,<br />

especialmente míticos o fundantes. René Girad es <strong>de</strong>l mismo parecer afirmando que: “Los mitos principian por un estado<br />

<strong>de</strong> extremo <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n” (Girad, 2002, p. 90). La lectura <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Ricoeur nos introduce, como ya algo antecedimos, en<br />

la ambigüedad <strong>de</strong> ciertos relatos en cuanto su acontecer en el pasado, en el presente o en el futuro. De ahí que la novela<br />

utópica aunque racionalmente sea un futurible imaginado, míticamente pue<strong>de</strong> ser un origen al cual se pue<strong>de</strong> tornar en<br />

función <strong>de</strong> lo que acontezca en el presente 16 .<br />

Otra función clara <strong>de</strong> las distopías es promover la cohesión social en socieda<strong>de</strong>s individualistas. En el fondo la estructura<br />

narrativa <strong>de</strong> todas las distopías ya la encontramos en la mitología griega. En la interpretación que Dupuy realiza <strong>de</strong>l mito<br />

<strong>de</strong>l dios Pan, encontramos una clave explicativa <strong>de</strong> las distopías. Para nuestro autor: “Los griegos hacían <strong>de</strong> Pan la causa<br />

presente-ausente <strong>de</strong> todo lo que no tiene causa; la razón <strong>de</strong> lo que carece <strong>de</strong> razón, en particular, <strong>de</strong> esas totalizaciones<br />

paradójicas en la que una colectividad <strong>de</strong> pacíficos arcedianos se muta súbitamente en una horda salvaje” (Dupuy, 1999:<br />

30) 17 . La distopía nos presenta un mundo fruto <strong>de</strong> la irracionalidad política, una regresión <strong>de</strong> la civilización o, por el<br />

contrario, una aplicación inhumana <strong>de</strong> la potencia <strong>de</strong>structiva <strong>de</strong> los resortes <strong>de</strong> la civilización. En la distopía reina Pan,<br />

esto es, el pánico 18 . Pero la cosa no queda aquí.<br />

13 Cf. Gorgias, Encomio <strong>de</strong> Helena, Fragmento B11, 9 D-K.<br />

14 Su equivalente romana era Fraus, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> <strong>de</strong>riva, evi<strong>de</strong>ntemente, frau<strong>de</strong>.<br />

15 Cf. Aristóteles, Poética, 1449b, 27.<br />

16 Un juego temporal <strong>de</strong> este estilo queda reflejado en el relato <strong>de</strong>l Planeta <strong>de</strong> los Simios, don<strong>de</strong> los juegos temporales <strong>de</strong>l pasado y el futuro se<br />

confun<strong>de</strong>n hasta el <strong>final</strong>.<br />

17 Años <strong>de</strong>spués Girard retomará esta i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> Dupuy, y a esa causa presente-ausente la <strong>de</strong>nominará “Satanás”.<br />

18 Todos los autores consensuan que pánico proce<strong>de</strong> <strong>de</strong> Pan. Originalmente se atribuía la palabra pánico al terror que sufrían los ganados ante las<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

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