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Libro de Actas final_2

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GT 24 GRUPO DE SOCIOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y DEL LENGUAJE<br />

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conservadores hacia los “trabajadores habituales” (hombres), cuya resistencia al gradual peso femenino en el trabajo<br />

remunerado, y que como es sabido habitualmente se producía y se produce una minusvaloración <strong>de</strong> las mujeres en el<br />

trabajo extradoméstico traduciéndose en una remuneración inferior a la <strong>de</strong> sus compañeros varones por la realización<br />

<strong>de</strong> un mismo trabajo, en ocasiones, adoptaba una forma <strong>de</strong> discriminación sexual, relegándolas a funciones <strong>de</strong> apoyo y<br />

poniéndolas al servicio <strong>de</strong> los trabajadores masculinos, asignándoles los trabajos <strong>de</strong> bajos salarios y <strong>de</strong> menor promoción.<br />

Y no faltaron empresarios que se sintieran con <strong>de</strong>recho a exigir “favores sexuales” y sometimiento a comportamientos<br />

sexualmente ofensivos, imponiéndolos como condiciones inherentes al empleo y condicionando su otorgamiento, <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

la contratación, a la conservación <strong>de</strong>l puesto laboral o a la promoción.<br />

El término acoso sexual (harassment) fue acuñado por los grupos feministas norteamericanos para <strong>de</strong>nunciar una<br />

conducta usualmente tolerada en el ambiente <strong>de</strong> trabajo, romper con el disimulo y <strong>de</strong>jar al <strong>de</strong>scubierto este problema<br />

social no fue hasta los años 80, especialmente a partir <strong>de</strong> algunas resoluciones judiciales, provenientes principalmente<br />

<strong>de</strong> Estados Unidos, que reconocían el acoso como un tipo específico <strong>de</strong> <strong>de</strong>lito, cuando, tanto por parte <strong>de</strong> organismos<br />

internacionales, europeos, nacionales, <strong>de</strong> la comunidad científica internacional como <strong>de</strong> los medios <strong>de</strong> comunicación y <strong>de</strong><br />

la sociedad en general, se ha intentado conocer el alcance real <strong>de</strong>l problema y cuantificar los costes personales, sociales<br />

y económicos que <strong>de</strong> él se <strong>de</strong>rivan.<br />

En general se pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>terminar que existen para el acoso sexual una serie <strong>de</strong> <strong>de</strong>finiciones, la mayoría <strong>de</strong> ellas provenientes<br />

<strong>de</strong>l mundo académico norteamericano, en el que encontramos dos posiciones: a) aquellas que consi<strong>de</strong>ran el acoso como<br />

una solicitud sexual y resulta ofensiva o humillante;b) las que lo consi<strong>de</strong>ran como una conducta que discrimina o<br />

minusvaloran a las mujeres por el mero hecho <strong>de</strong> serlo.<br />

El Parlamento Europeo, el Consejo, en su Directiva 54 <strong>de</strong> 5 <strong>de</strong> julio <strong>de</strong> 2006consi<strong>de</strong>ra como tal conducta <strong>de</strong> acoso: “la<br />

situación en que se produce cualquier comportamiento verbal, no verbal o físico no <strong>de</strong>seado <strong>de</strong> índole sexual con el<br />

propósito o el efecto <strong>de</strong> atentar contra la dignidad <strong>de</strong> una persona, en particular cuando se crea un entorno intimidatorio,<br />

hostil, <strong>de</strong>gradante, humillante u ofensivo”. Y lo diferencia <strong>de</strong>l acoso laboral por razón <strong>de</strong> sexo al señalar que sería “la<br />

situación en que se produce un comportamiento no <strong>de</strong>seado relacionado con el sexo <strong>de</strong> una persona con el propósito o<br />

efecto <strong>de</strong> atentar contra la dignidad <strong>de</strong> la persona y <strong>de</strong> crear un entorno intimidatorio, hostil, <strong>de</strong>gradante, humillante y<br />

ofensivo”.<br />

Ley Orgánica 3/2007, <strong>de</strong> 22 <strong>de</strong> marzo, para la igualdad efectiva <strong>de</strong> mujeres y hombres en suArt.2 Constituye acoso por<br />

razón <strong>de</strong> sexo cualquier comportamiento realizado en función <strong>de</strong>l sexo <strong>de</strong> una persona, con el propósito o el efecto <strong>de</strong><br />

atentar contra su dignidad y <strong>de</strong> crear un entorno intimidatorio, <strong>de</strong>gradante u ofensivo. Y en el Art.3. Se consi<strong>de</strong>rarán en<br />

todo caso discriminatorio el acoso sexual y el acoso por razón <strong>de</strong> sexo. Siguiendo en el Art.4. El condicionamiento <strong>de</strong> un<br />

<strong>de</strong>recho o <strong>de</strong> una expectativa <strong>de</strong> <strong>de</strong>recho a la aceptación <strong>de</strong> una situación constitutiva <strong>de</strong> acoso sexual o <strong>de</strong> acoso por razón<br />

<strong>de</strong> sexo se consi<strong>de</strong>rará también acto <strong>de</strong> discriminación por razón <strong>de</strong> sexo.<br />

Carmen Saco Dulanto en 1996 propone, consi<strong>de</strong>rar el acoso sexual en el trabajo como toda conducta <strong>de</strong> naturaleza sexual,<br />

<strong>de</strong>sarrollada en el ámbito <strong>de</strong> organización y dirección <strong>de</strong> una empresa, o en relación o como consecuencia <strong>de</strong> un trato <strong>de</strong><br />

trabajo, realizada por un sujeto que sabe, o <strong>de</strong>be saber, que es ofensiva y no <strong>de</strong>seada por la víctima, <strong>de</strong>terminando una<br />

situación que afecta al empleo y a las condiciones <strong>de</strong> trabajo y/o creando un entorno laboral ofensivo, hostil, intimidatorio<br />

o humillante”. Por lo que se distinguen claramente tres elementos:<br />

1. Conducta basada en el sexo que afecte a la dignidad <strong>de</strong> hombres y mujeres y que resulte ingrata, irrazonable u<br />

ofensiva para el que la recibe.<br />

2. Cuando el rechazo a tal conducta se emplea <strong>de</strong> forma explícita o implícita como base para una <strong>de</strong>cisión que afecta al<br />

trabajo <strong>de</strong> esa persona (continuidad en el empleo, ascensos, salario, etc.).<br />

3. Y que esa conducta propicie un ambiente <strong>de</strong> trabajo intimidatorio, humillante u hostil para la víctima y que el<br />

agresor/a sabe o <strong>de</strong>be <strong>de</strong> saber que el/la <strong>de</strong>stinatario/a <strong>de</strong> su actuación lo consi<strong>de</strong>ra ofensivo.<br />

Pero ¿qué es “lo que sabe” o “<strong>de</strong>be <strong>de</strong> saber” el/la acosador/a para ampararse en lo que es el galanteo o el cortejo y lo que<br />

es una conducta <strong>de</strong> acoso Para resolver esta cuestión po<strong>de</strong>mos señalar que en general lo que diferencia el acoso sexual<br />

<strong>de</strong> la conducta social estándar, es que los comportamientos asociados con el hostigamiento sexual son no solicitados y no<br />

son bienvenidos por quien los recibe. La atención sexual se convierte en acoso sexual, si continúa, una vez que la persona<br />

objeto <strong>de</strong> la misma ha indicado claramente que la consi<strong>de</strong>ra ofensiva. El/la acosador/a sabe que no es bien acogido/a, y es<br />

conocedor/a <strong>de</strong>l rechazo, por consiguiente esta condición eliminaría la situación <strong>de</strong> intercambio social <strong>de</strong> conversaciones,<br />

coqueteo, gentilezas, romance, charla y uso <strong>de</strong> bromas <strong>de</strong> naturaleza corriente, etc.<br />

La problemática <strong>de</strong>l acoso sexual en el trabajo ha levantado y aún sigue haciéndolo comentarios apasionados basados,<br />

en consi<strong>de</strong>rables ocasiones, en mitos socioculturales que justifican el acoso sexual en el trabajo, especialmente aquellos<br />

que hacen referencia a la provocación por la forma <strong>de</strong> vestir <strong>de</strong> la víctima y si tuvo o no una relación anterior con el/la<br />

agresor/a, y que han influido tanto en la apreciación judicial 3 como en la social.<br />

3 Baste recordar la Sentencia <strong>de</strong> 17 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1989, <strong>de</strong> la Audiencia <strong>de</strong> Lérida, popularmente conocida como “la sentencia <strong>de</strong> la minifalda.” Por<br />

la que un empresario es absuelto <strong>de</strong> acoso sexual a una <strong>de</strong> sus empleadas al consi<strong>de</strong>rar, el citado tribunal, que la trabajadora era la que provocaba con su<br />

forma <strong>de</strong> vestir a su empleador, al llevar minifalda, por lo que la conducta presuntamente acosadora <strong>de</strong>l empresario podía ser consi<strong>de</strong>rada “normal” y no<br />

se apreciaba comportamiento acosador cuando el empleador intentaba <strong>de</strong>slizar su mano bajo la “escueta” falda <strong>de</strong> la mujer.<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

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