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Libro de Actas final_2

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GT 19 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DEL CONSUMO<br />

La construcción <strong>de</strong> la «hipótesis <strong>de</strong>l umbral» representó la primera formalización <strong>de</strong> una conjetura que venía <strong>de</strong> antiguo<br />

por la sucesión <strong>de</strong> numerosos indicios. 10 El indicador <strong>de</strong> progreso genuino (IPG), una fórmula <strong>de</strong> medición <strong>de</strong>l bienestar<br />

(discutible como todas) diseñada por expertos <strong>de</strong> la organización Re<strong>de</strong>fining Progress para corregir las <strong>de</strong>ficiencias <strong>de</strong>l<br />

PIB en esta materia, 11 muestra cómo en EEUU el IPG se acercó a su máximo límite per cápita en 1975, en un momento en<br />

que el PIB per cápita era alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong>l valor que adquiere en la actualidad (véase gráfico 2).<br />

Gráfico 2. Producto Interior Bruto e Indicador <strong>de</strong> Progreso Genuino<br />

752<br />

Suce<strong>de</strong> lo mismo si lo que se consi<strong>de</strong>ra es el porcentaje <strong>de</strong> personas satisfechas con su vida (bienestar subjetivo) en un<br />

país a lo largo <strong>de</strong> su historia: «En Estados Unidos, los ingresos reales por persona se han triplicado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1950, pero el<br />

porcentaje <strong>de</strong> personas que <strong>de</strong>claran sentirse muy felices no ha aumentado prácticamente nada -<strong>de</strong> hecho ha <strong>de</strong>scendido<br />

<strong>de</strong>s<strong>de</strong> mediados <strong>de</strong> los años 70. En Japón la satisfacción vital <strong>de</strong> la gente ha cambiado muy poco <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hace décadas.<br />

En el Reino Unido el porcentaje <strong>de</strong> las personas que <strong>de</strong>claran ser muy felices ha bajado <strong>de</strong>l 52% al 37% <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1957<br />

hasta actualmente (…) El bienestar subjetivo <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> <strong>de</strong> manera crucial <strong>de</strong> la estabilidad familiar, <strong>de</strong> la amistad y <strong>de</strong> la<br />

soli<strong>de</strong>z <strong>de</strong> la comunidad (…) Parece existir una correlación entre el aumento <strong>de</strong>l consumo y <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los factores<br />

que producen felicidad, en especial <strong>de</strong> las relaciones sociales. Esta correlación no implica por supuesto que una cosa<br />

“sea causa” <strong>de</strong> la otra. Pero en la práctica, como se explica a continuación, existen varias razones bastantes po<strong>de</strong>rosas<br />

para pensar que las estructuras e instituciones necesarias para el crecimiento económico tienen el efecto simultáneo <strong>de</strong><br />

perjudicar las relaciones sociales» (Jackson, 2008: 116- 117).<br />

En consecuencia, una vez que un país ha alcanzado un nivel <strong>de</strong> renta per cápita que permite a su población afrontar en<br />

mejores condiciones la satisfacción <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s humanas y alcanzar ciertas comodida<strong>de</strong>s, proseguir en la búsqueda<br />

incesante <strong>de</strong> una mayor renta y una mayor acumulación <strong>de</strong> bienes pue<strong>de</strong> llegar a <strong>de</strong>teriorar la calidad <strong>de</strong> vida, no por falta<br />

<strong>de</strong> riqueza sino por las consecuencias <strong>de</strong> la propia prosperidad material: «La calidad <strong>de</strong> vida se está <strong>de</strong>teriorando por la<br />

falta <strong>de</strong> tiempo y la creciente tensión en que se vive, por unas relaciones sociales cada vez menos satisfactorias, y por la<br />

<strong>de</strong>solación cada vez más evi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l medio natural»” (Gadner y Assadourian, 2004: 296).<br />

De ahí se <strong>de</strong>riva una <strong>de</strong> las principales recomendaciones en la que cabe enmarcar buena parte <strong>de</strong> las prescripciones que<br />

se vienen proponiendo a lo largo <strong>de</strong> los sucesivos informes. Si la evi<strong>de</strong>ncia empírica disponible indica que el bienestar<br />

objetivo en socieda<strong>de</strong>s opulentas como las <strong>de</strong> Occi<strong>de</strong>nte, así como el bienestar subjetivo <strong>de</strong> las personas que habitan en<br />

ellas, no ha mejorado sustancialmente <strong>de</strong>s<strong>de</strong> mediados <strong>de</strong> la década <strong>de</strong> los setenta cuando el consumo en esas socieda<strong>de</strong>s<br />

era consi<strong>de</strong>rablemente inferior al <strong>de</strong>l momento actual, «un regreso a los niveles <strong>de</strong> consumo per cápita <strong>de</strong> la década <strong>de</strong><br />

1970 no empeoraría la situación <strong>de</strong> las personas, si bien reduciría a la mitad el agotamiento <strong>de</strong> los recursos, el consumo<br />

energético y los impactos ecológicos» (Costanza et al, 2010: 177), permitiendo al mismo tiempo liberar el necesario<br />

espacio ambiental que permite generalizar las satisfacciones <strong>de</strong> las necesida<strong>de</strong>s humanas y alcanzar ciertas comodida<strong>de</strong>s<br />

básicas a toda la población mundial. Transitar por esta senda <strong>de</strong> prosperidad sostenible para toda la humanidad requiere<br />

«poner la economía ver<strong>de</strong> al servicio <strong>de</strong> las personas» (Renner, 2012), reinventado las empresas (White y Baraldi, 2012),<br />

10 Tres años <strong>de</strong>spués, en 1998, el PNUD <strong>de</strong>dicó su informe anual al estudio <strong>de</strong> los vínculos entre consumo y bienestar humano. También se pue<strong>de</strong><br />

consultar sobre esta misma cuestión Álvarez (2003 y 2008)<br />

11 El IPG (así como antece<strong>de</strong>nte inmediato, el indicador <strong>de</strong> Bienestar Económico Sostenible), monetariza todo tipo <strong>de</strong> variables (económicas,<br />

sociales y medioambientales) con el fin <strong>de</strong> ofrecer una evaluación más completa <strong>de</strong>l bienestar social. Toma como punto <strong>de</strong> partida los datos <strong>de</strong> consumo<br />

personal ajustados en función <strong>de</strong> la distribución <strong>de</strong> los ingresos; a esta base se le aña<strong>de</strong>n los valores <strong>de</strong>l tiempo <strong>de</strong> trabajo doméstico y <strong>de</strong> cuidados,<br />

<strong>de</strong> voluntariado, los servicios <strong>de</strong> consumo dura<strong>de</strong>ro, etc.; por otra parte, se eliminan los gastos “<strong>de</strong>fensivos” (<strong>de</strong>stinados a compensar una situación<br />

<strong>de</strong>teriorada por la inseguridad, los acci<strong>de</strong>ntes o la contaminación), los llamados “costes sociales” (divorcios, <strong>de</strong>litos, pérdidas <strong>de</strong> tiempo <strong>de</strong> ocio) y<br />

la <strong>de</strong>preciación <strong>de</strong> los recursos naturales (pérdida <strong>de</strong> superficie <strong>de</strong> cultivo, forestal, <strong>de</strong> combustibles fósiles, daños producidos por el <strong>de</strong>rroche o la<br />

contaminación, etc.)<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

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