Libro de Actas final_2

GT 19 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DEL CONSUMO
Este deseo de “empezar de cero” (V7) se concreta en lo que quizá podríamos llamar el anhelo por un modo de vida distinto,
y no meramente un estilo de vida diferente. Un modo soñado –la idea- fundamentada sobre otras bases, otros principios
materiales y simbólicos, y no meramente como variaciones de estilo de vida en el marco de un tipo de vida netamente
moderno. El triple planteamiento de Baudrillard –los tres niveles de estructuración mencionados- puede constituir un
punto de unión entre su visión y la de los neorrurales: sería esa progresiva estructuración del mundo, de los seres humanos
y de las cosas, la que hace reaccionar a estas personas que desean alejarse de la corriente principal.
3. La estructuración paralela del mundo y de la naturaleza
La civilización técnica –con su capacidad de control sobre el espacio, la energía, la materia- genera un mundo cada
vez más organizado e interdependiente, con mayor capacidad de control. A cambio, el sistema descansa completamente
sobre el concepto de funcionalidad (p.71), y la coherencia del sistema –orientado entonces hacia la organización y el
cálculo- exige no sólo la superación de las funciones del objeto, sino también las pulsiones y necesidades primarias de las
personas, de manera que el hombre de colocación es ante todo, un hombre funcional (p.49). El resultado, para Baudrillard,
es absolutamente contradictorio: “El hombre es remitido a la incoherencia por la coherencia de su proyección estructural.
Frente al objeto funcional, el hombre se vuelve disfuncional, irracional y subjetivo, una forma vacía y abierta entonces a
los mitos funcionales, a las proyecciones fantasmagóricas ligadas a esta eficiencia asombrosa del mundo” (p.63).
Esta misma realidad es percibida por los neorrurales. En sus discursos aparecen elementos de rechazo a una sociedad
organizada, basada en el dinero y en el poder: “Ni tengo ganas de trabajar ni quiero seguir trabajando para el jefe, no
quiero tener jefe. Entonces fue un poco apatía contra el Estado y... básicamente los poderes, porque ellos siempre quieren
controlar a la gente” (V4). Se repudia un modo de vida percibido como más o menos opresivo que empuja a vivir presos
de la rutina, sin libertad individual. A veces se plantea una vida gastada dentro del coche, perdiendo el tiempo yendo de
un lugar a otro (M17), o una vida dedicada a ganar dinero “tienes dinero, tú no tienes tiempo para gastar tu dinero, porque
estás trabajando y necesitas, por ejemplo, buena ropa para trabajar como profesora” (M20); cuando sabes además que “en
una ciudad no le interesas a nadie” (M17). Y esto tiene un elevado coste personal: “empiezas a notar cambios en ti, en el
humor, en el sueño, se le empezó a caer el pelo, una serie de cosas que, aunque no lo relacionas con la vida que llevas,
porque es tu vida y lo ves como lo normal, te empiezan a afectar más de lo que pensabas” (M17) y por tanto es lógico que
a partir de un momento “empezamos a pensar en posibilidades reales y en decisiones reales” (M17).
Es el momento de considerar una vida en el campo –expresión que utilizan la mayoría-, en la naturaleza, buscando
“una forma más sencilla” (V6), que libere de las opresiones anteriores, un “ideal de vida más tranquila y más sana, más
respetuosa, más estar en contacto con la tierra” (M5). A veces se habla de calidad de vida, como ideal global y otras en
términos de pequeños “lujos” y comodidades: “me ha gustado siempre mucho la escalada, la montaña, la naturaleza en
general, y ese tipo de cosas se hace más bien cerca de la naturaleza” (V15).
Pero al analizar las posiciones discursivas de los neorrurales, vemos las cosas de manera más compleja. Partiendo de
esta base compartida, encontramos discursos diferentes, en cuanto a motivaciones, proyectos y rupturas. Por una parte,
algunos neorrurales observan en el entorno rural una oportunidad para desarrollar un nuevo proyecto de vida, de más
contacto con la naturaleza, mayor tranquilidad, que sus hijos puedan subir a los árboles, conocer los animales de manera
directa, respirar aire puro, o jugar en la calle con libertad (M21): son los neorrurales pragmáticos. Su ruptura con la
ciudad está localizada en el tiempo: a veces está asociada a la pérdida de un empleo (V15), a veces simplemente se deja
porque no se está satisfecho, a veces está relacionada con algún problema familiar, como una separación: “al final, todos
vamos huyendo de algo” (M21). “Quería un cambio radical, y como los últimos meses habían sido especialmente duros y
problemáticos en los laboratorios en los que estaba, bueno, digamos que necesitaba un paréntesis, también laboral, y me
apetecía empezar una etapa de la vida que fuera más creativa, más manual, más artesanal…” (M17).
Pero también están los que tienen unos principios más radicales, una visión no sólo mucho más arraigada, sino más
crítica con la sociedad en general y procuran con su vida una ruptura de mayor calado o alcance: “quiero algo diferente,
no quiero vivir siempre como mi padre, no quiero trabajar de la misma manera, veo que hay mundo, yo puedo ir a
viajar, puedo disfrutar, no tengo que estar siempre trabajando, puedo tener mi misma vida, hacer lo que quiero yo” (V4).
Frecuentemente han asumido la idea cuando eran jóvenes “toda mi vida yo he estado pensado ‘debo irme, yo debo
irme de aquí’” (V18), y desde entonces han buscado y ensayado distintas formas de vida. Podríamos denominar a éstos
neorrurales utópicos. En el caso de los que han participado en nuestro estudio, la mayoría no son españoles: proceden de
sociedades que desarrolladas antes que la española, por lo que pueden haber interiorizado antes determinados valores y
actitudes de rechazo a valores materialistas propios de la sociedad industrial, directamente relacionados con la satisfacción
de las necesidades materiales (Inglehart, 1991); darían prioridad a los valores postmaterialistas, que hacen referencia a la
calidad de vida, la preocupación por el medio ambiente, la seguridad alimentaria o la justicia social. Al fin y al cabo, es a
finales de los años 70 y principios de los años 80 del siglo XX cuando, con la democracia, llega la abundancia a nuestro
país y puede verse mejor cómo funciona la sociedad de consumo (Castillo, 1987)). Estas personas tienen conciencia de
pioneros, y presumen de ello: “el valle de Lecrín estaba virgen, fuimos los primeros que nos fuimos a vivir ahí” (M24);
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CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA
XI Congreso Español de Sociología (FES)