Libro de Actas final_2

GT 18 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DE LA CULTURA Y DE LAS ARTES
culturales y los criterios y gustos de aficionados y especialistas; como cuando se comprueba que determinadas instituciones
museísticas o de otro tipo comienzan a dedicar tiempo, dinero y espacio a realizar tareas especializadas sobre fotografía.
En tercer lugar, y en lógica dependencia de los dos primeros aspectos, tales análisis pueden contribuir a comprender mejor
la evolución cultural de una sociedad y, en definitiva, la sociedad en sí misma.
4. El registro en la fotografía digital
Arnheim realiza la siguiente definición: “La fotografía digital traduce la imagen fotoquímica a un mosaico de puntos
o píxeles cuya intensidad y color pueden alterarse a voluntad” (Arnheim, 2000). La invención de la fotografía digital
forma parte de los cambios tecnológicos que se han producido desde la segunda mitad del siglo XX. En este apartado, nos
referiremos primordialmente a su incidencia sobre la cuestión del registro de imágenes. Como trasfondo teórico, podemos
tener en cuenta como referencia dos posiciones contrapuestas: el determinismo tecnológico y la teoría de la construcción
social de la tecnología. Como representante de la primera, William J. Mitchell ha sostenido (1994) que los cambios
tecnológicos provocan cambios culturales, de modo que conviene preguntarse en qué medida la tecnología fotográfica
digital provoca una modificación respecto a lo que se considera que es la fotografía y sus usos sociales así como su
posible incidencia sobre las creencias y modos de comportamiento de la sociedad en su conjunto. Una pregunta que
sobrepasa el tema concreto de la fotografía digital para quedar, pues, encuadrado en las repercusiones de las tecnologías
digitales sobre los modos de vida. La teoría de la construcción social de la tecnología, como en el caso de Lagndom
Winner (1979), sostiene que los cambios tecnológicos no producen por sí solos cambios sociales o culturales sino que
éstos deben ser explicados dentro de determinados contextos culturales. La aparición de la fotografía digital se ha dado
en un contexto presidido por las características y problemáticas específicas de la fotografía analógica. Las tecnologías
digitales forman parte de una civilización en la que el poder de la imagen coexiste con la explicación verbal. La imagen no
sustituye a la palabra, hablada o escrita, sino que convive con ella ejerciendo, sin embargo, la fuerte presión que implica
la instantaneidad de su exhibición. Las imágenes necesitan ser explicadas, contextualizadas, para que aporten, más allá de
la impresión e incluso el choque visual, información y sentido a la experiencia.
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Teniendo presente la consideración de Francastel referente a la formas de integración de la percepción sensible (# 1), la
fotografía digital supone un cambio en la forma de captación de las imágenes, en las posibilidades de tratamiento de las
mismas, y en su capacidad de difusión. En este sentido, podemos citar el comentario de 1943 en el que el fotógrafo Edgard
Weston escribía que la realización de una fotografía debe ser considerada como un todo, desde su concepción inicial hasta
que la imagen da por acabada, pudiendo distinguirse tres fases: preoperatoria, operatoria y postoperatoria. Sin embargo,
la fotografía digital es una estructura ad initio mucho más abierta que la de la fotografía analógica. Efectivamente, dentro
de los procesos que permiten la realización de una fotografía analógica se hallan los posibles procesos previo y posterior
al disparo fotográfico. A este respecto, en nuestra opinión, entre la fotografía analógica y la digital existen importantes
elementos de ruptura (innovación) pero también elementos de continuidad (tradición).
Distinguiremos dos tipos de procedimiento (A y B). El elemento de continuidad que mantienen con la fotografía analógica
es que aumentan, mediante el concurso de medios tecnológicos digitales, la posibilidad de realizar algo similar a los
fotomontajes, los cuales son tan antiguos como la propia fotografía. Sobre esta técnica escribía Josep Renau en un
homenaje a John Heartfield, lo siguiente. El propósito del fotomontaje, es “crear un espacio rigurosamente fotográfico
partiendo de elementos fotográficos provenientes de espacios distintos, cuidándose bien de que el recorte de estos
elementos, su pegadura conjunta y el retoque final, no desvirtúen la verosimilitud visual del nuevo espacio con ellos
creado” (Renau, 2002).
En cuanto a la elaboración de fotografías, el cambio fundamental reside en la posibilidad de realizar, por medio de
programas informáticos, fotografías digitales casi sin la existencia de un referente. Este aspecto fundamental, no elimina,
y en ello existe continuidad, que las fotografías digitales puedan también tener (siendo probablemente el porcentaje más
numeroso) un referente real. Veamos los dos casos anunciados.
En el primer caso (A), la elaboración de imágenes (denominadas fotografías) digitales en las que el referente real es
mínimo el cambio es ciertamente drástico y supone un cambio radical respecto a la fotografía analógica. El ordenador
no es una cámara oscura que, mediante una apertura, comunique el aparato con la realidad exterior. Tampoco implica
la presencia ante un cubo escenográfico aunque, eso sí, pueda (precisamente manteniendo la conexión con la tradición
figurativa occidental) crear imágenes fotográficas digitales que se presenten como tales cubos. Mediante las llamadas –e
instituidas académicamente- tecnologías de diseño asistido por ordenador, el fotógrafo no necesita salir de un estudio
que básicamente se reduce a su computadora personal. Deja de tener vigencia, aquella frase habitual –“el fotógrafo, con
su cámara, estaba allí”- que acreditaba la profesionalidad, oportunidad y veracidad del oficio. Con ello, prácticamente
CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA
XI Congreso Español de Sociología (FES)