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Libro de Actas final_2

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GT 16 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DE LA RELIGIÓN<br />

Mercantilización<br />

Vincent J. Miller habla <strong>de</strong> la comodificación <strong>de</strong> la cultura, como el proceso por el que los hábitos y disposiciones adquiridos<br />

en el consumo <strong>de</strong> mercancías, se extien<strong>de</strong>n a nuestras relaciones con la cultura. Así, prácticas que antes funcionaban con<br />

sus propias reglas, como la religión, se someten ahora a las reglas y estándares <strong>de</strong>l consumo mercantil (Miller, 2005).<br />

Varios autores analizan los procesos <strong>de</strong> “branding” a los que se somete la religión a fin <strong>de</strong> hacerse presente en contextos<br />

mediatizados (Einstein, 2008; Hepp y Krönert, 2008; Musa y Ahmadu, 2012). Según esta teoría <strong>de</strong>l branding religioso,<br />

la cultura mediática actual estructura la producción y representación <strong>de</strong> la religión en torno a marcas religiosas. Las<br />

religiones, iglesias y grupos religiosos <strong>de</strong> todo tipo, en la medida en que en contextos mediatizados son también marcas,<br />

intentan ser “i<strong>de</strong>ntificables, distinguibles, atractivos, competitivos, aceptados y útiles” (Musa y Ahmadu, 2012).<br />

Probablemente los ejemplos más extremos <strong>de</strong> branding los ofrezcan las megaiglesias americanas y su explícita<br />

mercantilización en el contexto <strong>de</strong> pluralidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>nominaciones religiosas (Einstein, 2008). Pero el concepto <strong>de</strong> branding<br />

es muy amplio y los objetivos específicos <strong>de</strong> las iniciativas que se tomen <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> estos procesos <strong>de</strong> branding pue<strong>de</strong>n<br />

ser diversos: en muchos casos pue<strong>de</strong> ser conseguir más seguidores, en otros ofrecer una experiencia satisfactoria a sus<br />

fieles, y en otros cambiar la percepción que el público general tiene sobre esa religión u organización. Einstein pone el<br />

ejemplo <strong>de</strong> las campañas <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> la cienciología (Einstein, 2011). Alexan<strong>de</strong>r Moutchnik recoge información <strong>de</strong><br />

parroquias, mezquitas, sinagogas y templos que han solicitado los certificados ISO, que acreditan sistemas <strong>de</strong> gestión <strong>de</strong><br />

calidad estandarizados, como estrategia para proyectar una imagen positiva (Moutchnik, 2008). Hepp y Krönet estudian el<br />

caso <strong>de</strong>l Papa y las Jornadas Mundiales <strong>de</strong> la Juventud, consi<strong>de</strong>rándolos un ejemplo paradigmático <strong>de</strong> branding religioso<br />

(Hepp y Krönert, 2008). También Miller observa el caso <strong>de</strong> las “celebrida<strong>de</strong>s” religiosas, como Juan Pablo II, Madre Tersa<br />

<strong>de</strong> Calcuta o el Dalai Lama como claros ejemplos <strong>de</strong> mercantilización <strong>de</strong> la religión (Miller, 2005).<br />

Para la religión, los medios digitales constituyen un contexto mediático competitivo con múltiples mensajes y voces.<br />

En esta situación las iglesias u organizaciones religiosas han <strong>de</strong> cuidar su presencia en las mismas si <strong>de</strong>sean tener éxito.<br />

Una oferta religiosa a través <strong>de</strong> los medios digitales ha <strong>de</strong> saber crear un conjunto <strong>de</strong> seguidores en torno a un estilo<br />

<strong>de</strong>terminado, distinguible, que permita una experiencia <strong>de</strong> marca rica y gratificante (Cheong, 2012; Musa y Ahmadu,<br />

2012). Para ello ha <strong>de</strong> utilizar todos los recursos posibles: una web con i<strong>de</strong>ntidad propia, estéticas <strong>de</strong>finidas, producto<br />

diferenciado, y una cuidada presencia en las re<strong>de</strong>s sociales, a través <strong>de</strong> la que ofrecer una experiencia satisfactoria<br />

constituyendo comunida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> seguidores y llevando a cabo una interacción eficaz con estos.<br />

530<br />

Cultura participativa<br />

Recibir, elaborar, transformar, opinar y compartir contenido se ha convertido no solo en una importante función <strong>de</strong> los<br />

medios digitales, sino en nuestra forma <strong>de</strong> vida. La nueva cultura <strong>de</strong> los medios digitales es una cultura participativa. Los<br />

usuarios individuales no son ya meros receptores <strong>de</strong> contenidos sino que participan activamente en la comunicación y se<br />

diluye la barrera entre emisor y receptor, entre productor y consumidor. Este contexto ha propiciado entre los usuarios <strong>de</strong><br />

los medios digitales un “estilo” particular, unos valores, formas <strong>de</strong> comportarse y reglas no escritas extendidas en la cultura<br />

<strong>de</strong> la web 2.0: se <strong>de</strong>plora cualquier límite a la expresión, se apoya la creación, se comparte información y conocimientos,<br />

se colabora en objetivos comunes, se ayuda al inexperto a resolver sus problemas, etc. (Jenkins et al., 2009).<br />

Las potencialida<strong>de</strong>s interactivas <strong>de</strong> los medios digitales y la cultura participativa que han generalizado obligan a repensar<br />

la relación entre la religión y los medios. Hasta hace una década, el peligro que se percibía en los medios <strong>de</strong> comunicación<br />

<strong>de</strong> masas era que erosionaban la dimensión participativa y comunitaria <strong>de</strong> la religión. Se corría el riesgo <strong>de</strong> que la<br />

gente pasara <strong>de</strong> ser participante activa en celebraciones religiosas y activida<strong>de</strong>s comunitarias, a telespectador pasivo<br />

<strong>de</strong> programación religiosa (Gomes SJ y Neto, 2005). Ahora en cambio, los medios digitales con las posibilida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

interacción que ofrecen matizan ese peligro, y en cierta medida enfrentan a las religiones con el reto contrario. Según<br />

Musa y Ahmadu la generación que ha interiorizado la “wiki-cultura” no va a conformarse con otra cosa a la hora <strong>de</strong><br />

vivir su fe, y va a <strong>de</strong>mandar una “wiki-fe” en la que los creyentes puedan ser participantes activos y no solo receptores<br />

pasivos (Musa y Ahmadu, 2012). De hecho, gran parte <strong>de</strong> la actividad religiosa hoy en día en los medios digitales adquiere<br />

los rasgos <strong>de</strong> esa cultura participativa: intercambiar podcasts, elaborar presentaciones, compartir contenidos en re<strong>de</strong>s<br />

sociales, opinar sobre los mismos, etc. Es lo que Gary R. Bunt resume como el “Rip.Burn.Pray” (Bunt, 2004) que está<br />

propiciando nuevas formas <strong>de</strong> relacionarse con la religión en todas las gran<strong>de</strong>s tradiciones <strong>de</strong>l mundo.<br />

Segunda instancia: el mol<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> los medios digitales<br />

Tratar <strong>de</strong> explicar únicamente los efectos <strong>de</strong> los medios <strong>de</strong> comunicación sobre la sociedad resulta una visión parcial<br />

e incompleta <strong>de</strong> los procesos que operan en la mediatización, más aún en la era digital. En este apartado me propongo<br />

señalar la forma en la que los grupos e instituciones religiosos, sin someterse pasivamente a las lógicas <strong>de</strong> los medios<br />

digitales a las que me he referido en el apartado anterior, negocian esas lógicas para adaptarlas a sus creencias, tradiciones<br />

y objetivos.<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

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