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Libro de Actas final_2

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GT 19 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DEL CONSUMO<br />

objetos. Cuando éste llega hace que se replanteen concepciones teóricas, como ocurre con el café soluble (Grignon y<br />

Passeron, 1992:57): producto que es más caro y, a la vez, se consi<strong>de</strong>ra peor, que el café natural, que transgre<strong>de</strong> la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong><br />

que no es tanto la lógica <strong>de</strong> las clases sociales lo que hace dominante a unos y excluidos a otros <strong>de</strong> los objetos <strong>de</strong> consumo<br />

más valorados, sino que se trata fundamentalmente <strong>de</strong> imposiciones materiales. Así, el objeto <strong>de</strong> consumo <strong>de</strong> referencia<br />

–el que pue<strong>de</strong> consi<strong>de</strong>rarse sublime- es concebido como una imposición <strong>de</strong>l gusto dominante, para lo cual pue<strong>de</strong> llegar<br />

a apropiarse <strong>de</strong> objetos que tienen su origen en las propias clases dominadas. Así ocurre con los muebles rústicos o la<br />

chimenea, cuando son apropiados por fracciones <strong>de</strong> las clases dominantes y, <strong>de</strong>spués, re-imitados, por imposición tras esa<br />

apropiación dominante, por la propia cultura popular <strong>de</strong> la que surgieron (Grignon y Passeron, 1992:133). Tal concepción,<br />

criticada por estos autores, conduce a un prejuicio consistente en negar autonomía a las culturas populares <strong>de</strong> consumo<br />

(alimentación, consumos domésticas) y consi<strong>de</strong>rarlas siempre como una <strong>de</strong>riva empeorada <strong>de</strong> las referencias presentes<br />

en las culturas dominantes. Aquí, más allá <strong>de</strong>l <strong>de</strong>bate que plantean, interesa especialmente recoger la reivindicación <strong>de</strong> la<br />

investigación <strong>de</strong>l objeto (Grignon y Passeron, 1992:153).<br />

La doble imposibilidad <strong>de</strong>l objeto (sublime) <strong>de</strong> consumo<br />

780<br />

Una llamada a la investigación <strong>de</strong>l objeto que, en el caso <strong>de</strong> Michel <strong>de</strong> Certeau (1990, 1994) se convierte en investigación<br />

<strong>de</strong> lo que hace el usuario en su vida ordinaria con los objetos, don<strong>de</strong> el objeto no es nada sin las prácticas, <strong>de</strong> las que, a la<br />

vez, es epifenómeno. El análisis <strong>de</strong>l objeto sólo adquiere sentido como canal a través <strong>de</strong>l cual observar unas prácticas tan<br />

plurales como escasamente normativas, porque, en sentido estricto, no hay un objeto sino tantos objetos como prácticas<br />

hay <strong>de</strong> uso <strong>de</strong> los mismos. Para este autor, el objeto –como unidad- es una construcción (i<strong>de</strong>ológica, normativa) <strong>de</strong>stinada<br />

a hacer <strong>de</strong>saparecer las prácticas: “Ellas [las prácticas] circulan sin ser vistas, reparables solamente por los objetos que<br />

ellas mueven y hacen <strong>de</strong>saparecer” (<strong>de</strong> Certeau, 1990:58).<br />

Así, objetos, como el libro, es un sistema impuesto, como el trazado <strong>de</strong> calles <strong>de</strong> una ciudad o <strong>de</strong> pasillos <strong>de</strong> un<br />

supermercado (<strong>de</strong> Certeau, 1990:215), que los usuarios –los lectores- transitan sin seguir tal imposición normativa. Leer,<br />

pasear o comprar son así peregrinajes. Y los objetos <strong>de</strong> consumo instrumentos <strong>de</strong> imposición <strong>de</strong> prácticas a la que los<br />

consumidores se resisten. La lectura (el consumo por generalización) es así una práctica que con<strong>de</strong>nsa un enfrentamiento<br />

entre la posición en la estructura social, que es la que da los márgenes para la resistencia, y imposición política <strong>de</strong> un or<strong>de</strong>n<br />

<strong>de</strong> esa práctica a través <strong>de</strong>l objeto. Des<strong>de</strong> este punto <strong>de</strong> vista, el objeto <strong>de</strong> consumo es un objeto <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r, para el po<strong>de</strong>r.<br />

Si en <strong>de</strong> Certeau el objeto se impone, con un explícito discurso (político) or<strong>de</strong>natorio: normas <strong>de</strong> uso, instrucciones<br />

<strong>de</strong> uso; en Hebdige (1998) nos encontramos con un objeto <strong>de</strong> consumo que también se impone; pero sin mandarlo,<br />

sin un explícito discurso or<strong>de</strong>natorio. En éste, no se adscribe el objeto a la norma. Pero, precisamente por ello, tien<strong>de</strong><br />

a ser sublime y, por lo tanto: “monstruoso e impensable” (Hebdige, 1998:138). Es así que plantea la necesidad <strong>de</strong> una<br />

sociología que parta <strong>de</strong>l objeto, la reconstrucción <strong>de</strong> la totalidad social a partir <strong>de</strong>l objeto. Pero, a su vez, la relación con<br />

este objeto, en cuanto sublime, es inicialmente asocial –lo que alu<strong>de</strong> a una forma especial <strong>de</strong> conocimiento- y, a la vez,<br />

opaca a las formas <strong>de</strong> la lógica: “lo sublime <strong>de</strong>safía el acto <strong>de</strong>l juicio en sí mismo, por medo <strong>de</strong> sugerir la posibilidad<br />

<strong>de</strong> lo ilimitado. Lo sublime mezcla el placer y el dolor, la alegría y la pena, y nos confronta con la amenaza <strong>de</strong>l Otro<br />

absoluto, con las limitaciones <strong>de</strong> nuestro lenguaje y nuestra capacidad para pensar y juzgar, con la realidad <strong>de</strong> nuestra<br />

mortalidad” (Hebdige, 1998:138). Este imposible objeto para el análisis es, a la vez, una invocación vital. Porque es<br />

tan trascen<strong>de</strong>ntal para la vida, es inabordable para el juicio. Por vital, parece radicado fuera <strong>de</strong> lo social y la sociedad:<br />

“Lo sublime atomiza la sociedad al confrontar a cada individuo con la perspectiva <strong>de</strong> su propia <strong>de</strong>strucción inminente<br />

y solitaria” (Hebdige, 1998:137). Vemos así como el objeto <strong>de</strong> consumo ha pasado <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n simbólico, que dominaba<br />

en autores anteriores como Veblen, Sombart, Baudrillard o Bourdieu, al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lo imaginario –como i<strong>de</strong>ología, en <strong>de</strong><br />

Certeau- y al or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lo real, en Hebdige, utilizando la estructura analítica lacaniana. ¿Es explicable sociológicamente el<br />

objeto <strong>de</strong> consumo saliéndonos <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n simbólico<br />

Hacia las relaciones concretas con el objeto <strong>de</strong> consumo<br />

Se ha dibujado parte <strong>de</strong>l tejido teórico sobre el objeto <strong>de</strong> consumo, constatando que va <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su concepción <strong>de</strong> una<br />

instancia con una lógica propia, que se impone a los consumidores, a la <strong>de</strong> entidad que producto <strong>de</strong> las prácticas <strong>de</strong> estos<br />

consumidores. En medio, la conciencia <strong>de</strong> que: a) la sociología <strong>de</strong>l consumo <strong>de</strong>be abordar la relación concreta con los<br />

objetos <strong>de</strong> consumo, lo que tienen en común con un mismo objeto, o las diferencias o variaciones con respecto a tal objeto<br />

<strong>de</strong> consumo; b) la relación con el objeto <strong>de</strong> consumo está llena <strong>de</strong> atracciones más o menos fatales, <strong>de</strong> sensualidad; así<br />

como <strong>de</strong> po<strong>de</strong>r y dominación; pero analizarla es el reto, y no caer en una especie <strong>de</strong> moralismo <strong>de</strong>rivado por el que, como<br />

sociólogos, nos autocensuramos su observación como <strong>de</strong>masiado gruesa y, así, apenas entramos en las experiencias <strong>de</strong><br />

los consumidores. Y, entonces, buscamos en relaciones sociales ajenas a la relación directa entre objeto <strong>de</strong> consumo y<br />

consumidor para explicar el consumo, como si tal relación directa no fuese una relación social.<br />

Claro que se sabe que tras esos objetos <strong>de</strong> consumo hay una inmensa movilización <strong>de</strong> fuerzas productivas y sociales,<br />

que se reifican en ese objeto, como dice Baudrillard al <strong>final</strong> <strong>de</strong> La sociedad <strong>de</strong> consumo. También sabemos que hay<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

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