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Libro de Actas final_2

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Des<strong>de</strong> la Ciencia<br />

GT 24 GRUPO DE SOCIOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y DEL LENGUAJE<br />

El sentido <strong>de</strong>l humor es objeto <strong>de</strong> estudio, pero siempre <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la perspectiva <strong>de</strong> su utilidad como herramienta; como apoyo<br />

para la salud, para conseguir una mejora en la propia vida, para impulsar ciertos comportamientos, para eliminar o reducir<br />

problemáticas… Parece como si no tuviera suficiente entidad para ser analizado en profundidad, como si la frivolidad<br />

que parece que <strong>de</strong>termina su aparición estuviera también implícita en su existencia. Y eso es lo más curioso: la utilidad<br />

<strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong>l humor está, <strong>de</strong> modo evi<strong>de</strong>nte, en esa capacidad <strong>de</strong> reducir ciertas realida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>terminados hechos o<br />

situaciones que pue<strong>de</strong>n resultar dolorosas o excesivamente duras para el individuo. Es <strong>de</strong>cir: su cualidad es la causa <strong>de</strong> su<br />

<strong>de</strong>preciación en el análisis que suscita. Y eso es chocante.<br />

La consecuencia inmediata, para tratar <strong>de</strong> justificar esta manera <strong>de</strong> proce<strong>de</strong>r, es que pasamos a revisar la risa como<br />

expresión directa <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong>l humor, y sus cualida<strong>de</strong>s en la salud <strong>de</strong>l organismo, en vez <strong>de</strong> intentar compren<strong>de</strong>r<br />

el funcionamiento <strong>de</strong>l mismo. Porque la risa es sólo una parte <strong>de</strong> la expresión que el sentido <strong>de</strong>l humor tiene; es más<br />

importante, incluso, todo aquello que resulta <strong>de</strong> su existencia, y que no es tan manifiesto, o al menos, no tan expansivo<br />

como una carcajada.<br />

Así, una sonrisa, que no siempre proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong>l humor, pero sí <strong>de</strong>nota una cierta sensación <strong>de</strong> placi<strong>de</strong>z o felicidad<br />

en quien nos la ofrece, pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar un reflejo <strong>de</strong> lo que se podría llamar el humor inteligente; o, al menos, más<br />

elaborado y que sugiere más que provoca. También, y esto está muy en la línea <strong>de</strong> nuestra aportación, la cohesión que<br />

una manifestación humorística, entendida y participada por todo el grupo, <strong>de</strong>termina en ciertas situaciones comunitarias,<br />

en las que resulta mucho más impactante, clarificador y generativo un buen chiste ó una expresión afortunada, que una<br />

explicación tediosa, <strong>de</strong>tallada y sin gracia.<br />

Del consumo<br />

La situación actual traduce un mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> sociedad en la que no necesitamos profundizar acerca <strong>de</strong> su calificación: la<br />

sociedad <strong>de</strong> consumo. Y <strong>de</strong> un consumo masivo en el que, al margen <strong>de</strong> cualquier consi<strong>de</strong>ración filosófica, estamos todos<br />

inmersos. Y todos, a<strong>de</strong>más, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una posición dicotómica, que nos proporciona una imagen en la que no po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>jar<br />

<strong>de</strong> criticar lo que se hace, sin que <strong>de</strong>jemos <strong>de</strong> hacerlo nosotros mismos. Lo cierto es que el sujeto consumista es también<br />

el primer crítico, sin por ello llegar nunca a convertirse en objetor.<br />

Veblen <strong>de</strong>termina los aspectos concretos que producen semejante situación <strong>de</strong> acomodo. El conocido dicho <strong>de</strong> que “a lo<br />

bueno enseguida se acostumbra uno”, adquiere legitimidad en la proposición <strong>de</strong> Veblen, en la que afirma que “Es mucho<br />

más difícil retroce<strong>de</strong>r <strong>de</strong> una escala <strong>de</strong> gastos una vez adoptada, que ampliar la escala acostumbrada como respuesta a un<br />

aumento <strong>de</strong> riqueza” (Veblen, 1944: p. 108).<br />

La posición <strong>de</strong> la propia sociedad, en conjunto, se encuentra ahora mismo en semejante diatriba. Hemos convertido el<br />

sistema en un mo<strong>de</strong>lo ostentoso, en el que las representaciones y significados <strong>de</strong>l consumo – lo que se consume, cómo<br />

se consume –, no respon<strong>de</strong>n sólo – ya – a una dimensión económica, mercantil únicamente, sino que están dotados <strong>de</strong> un<br />

valor simbólico adicional.<br />

No consumimos para tener, consumimos – gastamos – para ser. La sociedad mo<strong>de</strong>rna, actual, dispone <strong>de</strong> pocos mecanismos<br />

para proce<strong>de</strong>r como conjunto, por cuanto se trata <strong>de</strong> una sociedad <strong>de</strong> individualistas, <strong>de</strong> sujetos que sólo quieren ser ellos<br />

mismos, diferentes y únicos. Aunque, eso sí, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> formar parte <strong>de</strong> la sociedad, para no per<strong>de</strong>r, en ningún caso, los<br />

privilegios y ventajas que proporciona la fuerza <strong>de</strong> la Masa.<br />

En semejante paradoja, el individuo – la masa, en realidad – se ha tropezado con un terrible obstáculo: el sistema se<br />

tambalea. Y lo peor <strong>de</strong> todo es que no tiene un modo <strong>de</strong> oponer, ni individualmente, ni en conjunto, un procedimiento que<br />

pueda equilibrar tal oscilación. Y, por otra parte, aunque somos conscientes <strong>de</strong> la variabilidad – al menos, reconocemos<br />

que existe –, se nos hace inabarcable enten<strong>de</strong>r que tiene que cambiar, romper, <strong>de</strong>saparecer, modificar… La sociedad no<br />

se presenta dispuesta a renunciar a nada, al menos sin conocer qué ganancia le espera en su pérdida. Pero todo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> una<br />

dimensión materialista, física, tangible, palpable…<br />

En tal sentido, parece que su consi<strong>de</strong>ración se opone a esa primera aseveración, <strong>de</strong>l consumir para ser y no para tener; pero<br />

es claro que la sociedad – el grupo humano que consume – es porque tiene, y <strong>de</strong> ahí su materialidad…<br />

Y, sin embargo, transmitimos y damos salida a pensamientos que parecen <strong>de</strong>cir lo contrario: ser más uno mismo, más<br />

espirituales, valorar, sentir, expresarse… carentes <strong>de</strong> lo tangible, los pensamientos, los sentimientos, las i<strong>de</strong>as, <strong>de</strong>terminan<br />

una realización <strong>de</strong>l consumo en su representatividad vívida, en lo que significan, en su dimensión simbólica. ¿Porqué,<br />

pues, no hacer uso <strong>de</strong> ello...<br />

La posición en la que el consumidor se enfrenta a la realidad tiene que ser aquella que le permita no sentirse mal por sus<br />

actos. No siempre po<strong>de</strong>mos interpretar que tales valores son legítimos: no consumimos, no “gastamos” porque nos “da<br />

cargo <strong>de</strong> conciencia”. En la presente situación, con la permanente amenaza <strong>de</strong> la crisis oscilando sobre nuestras cabezas,<br />

resulta terriblemente duro someternos al dictado <strong>de</strong> una sociedad consumista puramente irracional. La rebelión vuelve<br />

a ser personal: no vamos a <strong>de</strong>jarnos arrastrar, lo que convierte el consumo, que ha tomado posiciones en las trincheras<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)<br />

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