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Libro de Actas final_2

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GT 24 GRUPO DE SOCIOLOGÍAS DE LA COMUNICACIÓN Y DEL LENGUAJE<br />

permitiría reconocer un todo <strong>de</strong>l que se carece <strong>de</strong> todas las piezas o partes complementarias que lo componen 11 . Las piezas,<br />

o partes, que quedan pue<strong>de</strong>n permitir por <strong>de</strong>ducción enten<strong>de</strong>r el todo ¿Qué pasaría si algunas <strong>de</strong> las partes <strong>de</strong> un todo<br />

inasumible plenamente no nos permitieran acce<strong>de</strong>r a él Simplemente el conocimiento <strong>de</strong> ese todo sería imposible. Este<br />

sería el caso <strong>de</strong> si consi<strong>de</strong>ramos una sociedad <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su origen hasta un <strong>de</strong>sarrollo posible no acaecido todavía. A partir <strong>de</strong><br />

lo acontecido, e incluso imaginado como futurible, se podría enten<strong>de</strong>r la completud <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sarrollo social. Analizaremos,<br />

por tanto, la estructura simbólica que componen esencialmente los mitos e indagaremos en qué medida son aptos para el<br />

conocimiento <strong>de</strong> la realidad social, incluso los futuribles, y cómo se han trasladado al campo <strong>de</strong> la literatura distópica.<br />

Para ello sigamos indagando en el concepto <strong>de</strong> símbolo en Aristóteles. El griego distingue entre símbolo y signo,<br />

concretamente en Sobre la interpretación, 1, 16ª, 28: “lo que hay en el sonido son símbolos <strong>de</strong> las afecciones que hay en el<br />

alma, y la escritura es símbolo <strong>de</strong> lo que hay en el sonido … Ahora bien, aquello <strong>de</strong> lo que estas cosas son signos (smeiah)<br />

primordialmente, las afecciones <strong>de</strong>l alma, son las mismas para todos y aquello <strong>de</strong> lo que estas son semejanzas, las cosas,<br />

también son las mismas”. Este texto pue<strong>de</strong> interpretarse como que las palabras son signos <strong>de</strong> las afecciones <strong>de</strong>l alma –los<br />

conceptos- que son a su vez semejanza <strong>de</strong> los objetos. Estos conceptos son universales por tratarse <strong>de</strong> signos naturales<br />

o universales, no así los símbolos (Iramain, 2006, p. 179). Si el concepto nos lleva a la verdad <strong>de</strong> las cosas (alήqeia),<br />

parece que éste término nos aleja <strong>de</strong> lo simbólico o mítico. El propio Aristóteles usa la palabra mito (mitqς), significando<br />

fábula, en cuanto que lo opuesto a alήqeia o lόgoς El término mito es complejo, pues el filósofo griego lo utiliza también<br />

como sinónimo <strong>de</strong> pragmata, esto es, cosas que son tanto reales como imaginadas que ya han ocurrido. Un ejemplo lo<br />

encontramos en la Poética, 9, 1451b, 24, don<strong>de</strong> se refiere a “las fábulas (mitos) tradicionales”. Para algunos autores mito<br />

y logos son usados en la obra aristotélica como sinónimos ya que logos también significaría el argumento <strong>de</strong> algún poema<br />

que relatara alguna fábula (Evans, 2009: 167-191) 12 .<br />

El mito “hace referencia a aquello que sólo pue<strong>de</strong> ser narrado y que no pue<strong>de</strong> probarse. En este sentido el mito sólo se<br />

propone convencer” (Madrid, 2011: 31). El mito i<strong>de</strong>ntificado con el logos, esto es, un argumento o alocución, sería una<br />

lexis. Por lexis o locutio <strong>de</strong>be enten<strong>de</strong>rse un adorno <strong>de</strong>l lenguaje para seducir. Si el logos <strong>de</strong>be convencer la lexis <strong>de</strong>be<br />

llegar al mismo puerto pero a través <strong>de</strong>l uso <strong>de</strong> recursos literarios. Ricoeur interpreta que Aristóteles al usar el término<br />

lexis, en este sentido que <strong>de</strong>scribimos, es para “colocar ante los ojos”, “hacernos ver”, algo a lo cual no acce<strong>de</strong>ríamos si lo<br />

interpretaran racionalmente. En este sentido la lexis cumple el papel <strong>de</strong>l imaginario social que nos presenta una realidad no<br />

racionalizable (aunque igualmente se i<strong>de</strong>ntifica con discurso racional), pero cuya mera “presencia” ya <strong>de</strong>termina nuestro<br />

acercamiento a esa realidad. Hannah Arendt, percibe la relación que se establecen entre términos tan aparentemente<br />

distantes. Para ella que el concepto <strong>de</strong> drama (en griego dram, o acción) entendido como praxis, se asocia a la política.<br />

Por eso, se <strong>de</strong>spren<strong>de</strong> que “el teatro sea el arte político por excelencia; sólo en él se traspone en el arte la esfera política <strong>de</strong><br />

la vida humana” (Arendt, 2002: 211). Descubrimos así el puente entre la narratividad literaria y la política. Pero <strong>de</strong>bemos<br />

perfilar mejor el cigüeñal.<br />

1135<br />

3. Imaginario social y prospectiva social<br />

El mundo utópico pue<strong>de</strong> incluirse en el complejo mundo <strong>de</strong> los imaginarios sociales. Éstos no sólo serían mitologías o<br />

ensoñaciones sociales como las utopías, sino también representaciones <strong>de</strong> la realidad que son aceptadas por la mayoría<br />

<strong>de</strong> la sociedad prácticamente sin reservas. En otras palabras, los imaginarios sociales son aquellos esquemas, construidos<br />

socialmente, que nos permiten percibir algo como real o futurible, como positivo o negativo. La construcción <strong>de</strong> los<br />

imaginarios sociales cumplen varias funciones pero especialmente dos que tienen que ver con la estabilización social<br />

y, a la vez, el cambio social. Respecto a la segunda función, que podríamos llamar <strong>de</strong>sequilibradora o dinámica, se<br />

pue<strong>de</strong> fundamentar en las tesis <strong>de</strong> varios autores. Des<strong>de</strong> una vertiente más filosófico-antropológica, Gilbert Durand ha<br />

acometido el estudio <strong>de</strong> esta dimensión <strong>de</strong>l imaginario y ha intentado acotar su función (Durand, 1981). Propone que, en<br />

cuanto que fantasía colectiva, eufemiza el mundo. Esto es, ante la pesada y muchas veces insoportable realidad cotidiana,<br />

el imaginario <strong>de</strong>muestra la capacidad individual <strong>de</strong> trascen<strong>de</strong>r e ir más allá <strong>de</strong> la facticidad <strong>de</strong> lo dado en la realidad. Esta<br />

facultad eufemizadora explica el constante anhelo antropológico por soñar vidas y formas <strong>de</strong> organización social más allá<br />

<strong>de</strong> la vida rutinaria y cotidiana. En cierta medida es una a priori <strong>de</strong> los cambios sociales.<br />

El imaginario en esta vertiente disi<strong>de</strong>nte, utópica e incluso fantasiosa, cobra especial fuerza en las socieda<strong>de</strong>s cuyo<br />

centro simbólico se ha <strong>de</strong>splazado hacia lo racional, esto es la mo<strong>de</strong>rnidad, don<strong>de</strong> triunfan las i<strong>de</strong>ologías en cuanto que<br />

racionalizaciones <strong>de</strong> la vida social. Por ello será en estas socieda<strong>de</strong>s don<strong>de</strong> el pensamiento utópico cobrará especial carácter<br />

revolucionario. Pensadores como Raymond Ledrut categorizan esta función <strong>de</strong> los imaginarios como <strong>de</strong>sequilibradora:<br />

“Así, las utopías, nacidas <strong>de</strong> lo imaginario, propiciarán una inestabilidad, una discontinuidad, en el or<strong>de</strong>n social vigente.<br />

La irrealidad, pues, se convierte en el mejor estímulo inspirador <strong>de</strong> la realidad, como muestran las diferentes experiencias<br />

históricas <strong>de</strong> un mesianismo profético” (Ledrut, 1987: 44). El <strong>de</strong>sasosiego y cansancio ante la realidad es muchas veces<br />

lo que motiva los cambios sociales. El alejamiento <strong>de</strong> la realidad sólo pue<strong>de</strong> iniciarse con la configuración <strong>de</strong> un nuevo<br />

imaginario. De hecho, toda revolución ha estado precedida <strong>de</strong> cambios en el imaginario colectivo. Éste, entendido así,<br />

11 En Reproducción <strong>de</strong> los animales, I, 18, 722b, 10-11, queda más completo el uso <strong>de</strong> la palabra símbolo en cuanto que parte, al afirmarse que en el<br />

macho y en la hembra hay como una mitad <strong>de</strong>l algo y que el todo no viene <strong>de</strong> ninguno <strong>de</strong> los dos.<br />

12 Cf. Poética, 13, 1452b, 29; 17, 1455ª, 22; 9, 1451b, 13.<br />

CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA<br />

XI Congreso Español <strong>de</strong> Sociología (FES)

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