Libro de Actas final_2

GT 14 GRUPO DE TRABAJO DE SOCIOLOGÍA JURÍDICA Y CRIMINOLOGÍA
Este último hallazgo cobra sentido si se analiza a la luz de los resultados obtenidos en algunos otros estudios. Concretamente,
en la literatura ya se ha resaltado la influencia de las variables ambientales para entender la experiencia de la victima, pues
existen víctimas que desarrollan más miedo al delito en función del ambiente que les rodea (Kury y Ferdinand, 1998);
pero además, estudios como el de Smith, et al., (2001), han evidenciado que el miedo al delito en las mujeres se relaciona
más con una vulnerabilidad ecológica, es decir, que son especialmente afectadas por el ambiente que les rodea, mientras
que en los hombres, el miedo al delito se encuentra más relacionado con una personalización de la vulnerabilidad.
4. Reflexiones finales
Los resultados encontrados y los análisis realizados no son conclusivos y mucho menos generalizables para la población
mexicana, existen, sin duda, sesgos en la muestra elegida y limitaciones en el estudio; sin embargo, sí que pueden valorarse
algunas de las relaciones encontradas.
En primer lugar, los resultados son consistentes con la gran cantidad de estudios que han encontrado una asociación entre
miedo al delito y sexo. En este sentido, en la muestra estudiada, se obtuvo que en las tres dimensiones del miedo al delito
analizadas, se reportaban diferentes niveles en función del sexo, siendo más alto el reportado por las mujeres.
Sin embargo, a diferencia de lo que sería esperable, al analizar el miedo al delito con una escala multidimensional, la
paradoja del miedo al delito no parece ser tan cierta, al menos en la muestra estudiada. En este caso, las mujeres no tenían
un menor índice de victimación que los hombres, cuando se trataba de sus familiares más cercanos, por lo cual su miedo
no parece ser ni irracional ni desproporcionado como se ha sugerido en algunas investigaciones en el mundo anglosajón.
Asimismo, al analizar uno de los factores que la literatura ha relacionado con el miedo al delito, como lo es la experiencia
previa de victimación, se haevidenciado quehombres y mujeres no interpretan igual el miedo al delito según sus
experiencias de victimación.En general, las mujeres parecen estar más afectadas tanto por la victimación directa como por
la vicaria y esto influye en que presenten un mayor miedo al delito que los hombres. Sin embargo, el tiempo transcurrido
a partir de la victimación, parece ser un factor que ayuda a reponerse de los efectos negativos más en mujeres que en
hombres, pues mientras más antigua era la victimación menos miedo al delito reportaban.
Por su parte, en los hombres las experiencias de victimación, tanto directa como vicaria, no parecen jugar un papel
relevante en el miedo al delito en ninguna de sus tres dimensiones. Por ello, puede resultar interesante realizar estudios
futuros que contrasten estos resultados y que den luz para conocer si este grupo cuenta con algún factor de protección
hacia la victimación que le permite neutralizar sus efectos.
Si bien, en este caso la experiencia vicaria de victimación se analizó preguntando solo por si se había sido testigo de algún
delito, puede resultar interesante analizar en investigaciones posteriores, si en general la experiencia vicaria es un factor
que influye en el miedo al delito en el contexto mexicano, pues probablemente para combatir el miedo al delito, no solo
sería necesario reducir el número de delitos presentes en el entorno inmediato de las personas, sino también proporcionar
información constante y precisa sobre los índices delictivos del mismo, porque creencias erróneas al respecto, podrían
estar incidiendo en este aspecto del miedo al delito.
En general, en la muestra estudiada, el sexo se ha presentado como un factor trascendental en el estudio del miedo al delito
que nos ha llevado a reflexionar, por un lado, sobre las explicaciones que podría existir al respecto a la luz de la teoría que
se ha generado al respecto. Así, por ejemplo, estos resultados probablemente podrían ser explicados por los aspectos de
socialización diferente entre géneros, por el hecho de que los hombres puedan no estar reportando el miedo al delito por
la deseabilidad social o que, como se decía, tengan factores de protección hacia el miedo, que merecería la pena conocer;
o bien, que en los resultados estén influyendo aspectos ambientales a los que de acuerdo a algunos estudios, parece ser
más sensible la mujer.
También cabría analizar en estudios futuros, la posibilidad de que los resultados obtenidos no se deban al sexo en sí,
sino aspectos sociales relacionados con las mujeres que se han mostrado relacionadas con el incremento del miedo, así,
por ejemplo puede existir una exposición mayor a la victimación como resultado de factores relacionados con minorías
étnicas, nivel de ingresos, pobreza, educación, estado civil, segregación, condiciones de vida (Baumer, 1978; Taylor y
Hale, 1986); o incluso, podría existir una vulnerabilidad social al no contar con el capital social o los recursos sociales
para recuperarse de la victimación sufrida.
Sin embargo, lo que si se vislumbra es un enfoque que prácticamente no se ha explorado en México sobre las diferencias
del miedo que podrían hacer necesario que para conocer en profundidad el miedo al delito, se generaran modelos
explicativos diferentes para hombres y mujeres, o al menos tener en cuenta esta variable para los análisis futuros que
ayuden a determinar si los principales predictores del miedo al delito de acuerdo a la literatura científica, difieren por
género en el contexto mexicano, lo cual puede ser sumamente interesante para la política criminal en ese país.
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Bibliografía
Agnew, R. (1985). Neutralizing the impact of crime.Criminal Justice and Behavior, 12 (2), 221-239.
Baumer, T. (1985).Testing a general model of fear of crime: Data from a national sample.Journal of Research of Crime
and Delinquency, 22 (3), 239-255.
CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA
XI Congreso Español de Sociología (FES)