Libro de Actas final_2

GT 16 GRUPO DE SOCIOLOGÍA DE LA RELIGIÓN
y solidaria en tanto que fluida y experimentada a su manera. Como afirma Clifford Geertz:
Aquellas personas que tienen un sentido de identidad definido centralmente por historias
colectivas de deslocalización y pérdidas violentas no pueden ser “sanadas” a través de
su integración en una comunidad transnacional. Eso es especialmente cierto cuando son
víctimas de un proceso de prejuicio estructural. Las articulaciones positivas de una identidad
diaspórica alcanzan un territorio normativo y una temporalidad más allá de las fronteras del
Estado-nación. (Geertz, 1997: 286.
Los intersticios sociales, el espacio social de la diferencia muchas veces conocido como multicultural, marginalizado,
heterogéneo, mezclado y desterritorializado, surge como alternativa la organización de la realidad social. Y es que
precisamente en “la emergencia de los intersticios, la yuxtaposición y la deslocalización de los dominios de la diferencia,
que las experiencias intersubjetivas, el interés comunitario o el valor cultural son negociados. De ahí la confrontación
concreta entre formas simbólicas alternativas a la homogeneidad cultural del espacio instituido y controlado dentro de las
fronteras de la Nación. Es desde la hibridación de los espacios sociales que se llevan a cabo fragmentaciones culturales
asociadas a la integración de símbolos y valores diversos en una nueva organización y percepción social del espacio.
En ese sentido, las iglesias o espacios de cultos sagrados constituidos por inmigrantes adquieren la vocación de intersticio
social por definición en tanto que no es solamente supra-nacional sino también supra-terrenal; donde las dinámicas de la
realidad social se (re)organizan en un espacio imaginado de las sacralidades al mismo tiempo en que tangencia el espacio
físico reconstituido por trazos culturales de origen. Es allí donde son desarrolladas diversas conexiones con el entorno
vivido de manera que este parece ser una extensión de la comunidad tanto en el plano físico como, especialmente, en
el plano simbólico. El sentimiento hacia el espacio de culto demostrado por los feligreses está cargado de solidaridad,
fraternidad y seguridad; el local parece funcionar como una extensión del lar y de las nuances de “africanidad” tanto en
cada una como en la generalidad de sus representaciones simbólicas identitarias. Las conexiones o redes transterritoriales
se orientan por los distintos espacios que conforman el cotidiano de las personas creyentes; desde el lar familiar, espacios
de culto, locales convivencia, ubicados en origen y en destino en donde “a través de” (trans) y “entre” (inter) interacciones
y experiencias socio-individuales se (re)configuran memorias, significados y sentimientos.
4.Discusión
Tal vez, en función de las complejidades añadidas por el contexto actual, debemos imaginar diferentes fronteras de
inteligibilidad para determinadas interacciones simbólicas observadas ya que la noción de fronteras herméticas de una
cultura, con localización espacial definida, nos parece ya anticuada y sospecha. En este sentido, la emergencia de la
globalización nos muestra una tendencia diferente: la combinación de gemeinschaft y gesselschaft, representando el
surgimiento de nuevas formas simbólicas de relaciones humanas, nuevas formas de significado hasta ahora desconocidas
o relegadas a los intersticios sociales como aberraciones de la realidad social, como por ejemplo los guettos o las minorías
étnicas (Bhabha, 1998).
Por otro lado, el transnacionalismo también presenta algunas paradojas cuando, en la medida que observamos las
relaciones entre personas, símbolos y el propio mercado (económico y de bienes simbólicos), adquirieren una dimensión
global a la vez que se fortalecen las formas locales o esencialistas. En contrapartida al movimiento de integración global,
el mundo social se fragmenta cada vez más en las resistencias a la masificación y los intentos de homogeneización cultural
(Van Der Veer, 2001).
Las comunidades locales podrían ser comprendidas como pequeñas unidades de co-presencia, tangibles e conectadas
inmediatamente al territorio sobre el cual se ubican. Sin embargo, cada vez mas estas comunidades locales pasan a ser
imaginadas y reinterpretadas en un ciclo de cosmopolitismo y contemporaneidad. Con la difusión y empoderamiento de
las tecnologías y redes sociales, cada vez más formas simbólicas diferentes entran contacto con lugares e individuos que las
comparten y así las comunidades imaginadas se mueven cada vez más allá de las palabras y de los territorios. Es ahí donde
estudiar las prácticas religiosas y los movimientos religiosos dentro de los límites del nacionalismo metodológico deja
de captar importantes mecanismos sociológicos que moldean procesos de integración y (re)construcción de identidades
colectivas en contextos migratorios.
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Bibliografia
Anderson, Benedict (1991). Imagined Communities, Reflections on The Origin and Spread of Nationalism, Verso Press,
London.
Bhabha, Hommi (1998). O local da cultura, Coleção Humanitas, Editora UFMG, Belo Horizonte.
Clifford, James (1997). “Diasporas”, in Montserrat Guibernau and John Rex (Eds.) The Ethnicity Reader: Nationalism,
Multiculturalism and Migration, Polity Press, Oxford.
CRISIS Y CAMBIO: PROPUESTAS DESDE LA SOCIOLOGÍA
XI Congreso Español de Sociología (FES)