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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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diciendo sino lo que el propio fraile agustino había proclamado antes de que la amplia y<br />

maleable experiencia del solafideísmo comenzara a estrecharse y endurecerse en un sistema<br />

territorial-confesional. Schwenckfeid sostuvo con gran firmeza, y hasta el final, su aceptación<br />

luterano-agustiniano-paulina del fundamental principio protestante de la justificación por la fe.<br />

Pero a causa de su preocupación por la vida moral, y a consecuencia de su peculiar interpretación<br />

de los medios de apropiarse los méritos de Cristo, desplazó el énfasis y, en un momento dado, la<br />

doctrina de Lutero tenía en él esta formulación, tan característica: "<strong>La</strong> justificación procede del<br />

conocimiento (Erkenntnis) de Cristo mediante la fe."233 Y este conocimiento de Cristo estaba<br />

eucarísticamente fundado, primero en la observancia de la Cena del Señor, como cuando los<br />

discípulos de Emaús reconocieron a Cristo resucitado en la partición del pan, y finalmente en el<br />

acto espiritual de participar en la Cena, o sea de tomar el divino manjar, el pan venido del cielo,<br />

como un alimento del ser interior. Este alimento espiritual era, para Schwenckfeid, lo que daba<br />

fuerzas a su albedrío, antes esclavizado, para hacerse libre. Ciertamente estaba seguro de que la<br />

iniciativa, la fe justificante, es cosa de Dios; pero, desde el principio, su experiencia le había<br />

enseñado algo más, a saber: que la incorporación en el Segundo Adán, o, en otras palabras, la<br />

adquisición (a través de la fe) de su calidad de miembro de la verdadera iglesia que hay detrás de<br />

la iglesia visible (la idea de la iglesia invisible procedía de Lutero), lo había capacitado para<br />

obrar libremente, como había obrado Adán en el Paraíso antes del pecado original:<br />

Para el hombre viejo y corrompido es, en verdad, imposible guardar los mandamientos de<br />

Dios, como amar a Dios con todo tu corazón y al prójimo como a ti mismo, lo cual es el<br />

cumplimiento de la ley; en cambio, para el hombre nuevo y regenerado, o sea para todos los<br />

cristianos que creen en Cristo, no es imposible guardarlos.234<br />

Con esta convicción de que la voluntad del hombre regenerado es capaz de lograr la<br />

santificación, Schwenckfeid ensanchó en gran medida la concepción luterana original, y así<br />

cuajó otra de sus más entrañables convicciones: lo que para Lutero había sido una experiencia<br />

momentánea -el paso del imperio de la ley al imperio de la gracia- podía ser para todos los<br />

verdaderos creyentes no sólo una experiencia idéntica, sino además una experiencia prolongada.<br />

Por consiguiente, en oposición a Lutero, él no aceptaría de ninguna manera la definición del<br />

cristiano como simul justus et peccator.<br />

El luteranismo no había operado ningún cambio en la vida moral de sus seguidores,<br />

especialmente en la de los simples feligreses; y, a decir verdad, era esta palpable falla lo que<br />

había empujado a Schwenckfeid, en cuanto reformador práctico, a tomar la vía que él llamaba<br />

"regia". Pero, además de la preocupación ética, había también una realidad de experiencia que, a<br />

la larga, obligó a Schwenckfeid a diferenciar su postura de la de Lutero; nos referimos a su<br />

concepción de la fe como un vínculo sustancial, físico-espiritual, entre el Cristo celestial y el<br />

creyente pecador! en un tiempo, pero ahora regenerado.235 Esta misma concepción de la fe,<br />

unida a su elevado sentido moral, fue lo que impulsó a Schwenckfeid a¡ disociarse de la doctrina<br />

luterana de la eucaristía, que él consideraba J como una chapucería filosófica y una<br />

incongruencia moral, y que ridiculizaba diciendo que una eucaristía abierta indistintamente a<br />

todos no eran sino "la nueva indulgencia". Con la mayor seriedad proponía la cuestión de si<br />

Cristo está en el pan y el vino o en el cielo. Le preocupaba especialmente el problema de Judas<br />

233 CS, X, 707.<br />

234 CS, XII, 901. Esta formulación explícita procede de El evangelio de Cristo y su mal uso, obra bastante tardía (1552); pero la<br />

idea estaba en él desde el comienzo.<br />

235 Véase el excelente análisis de Frederick William Loetscher, Schwenckfeld's Partiapation in the Euchanstic Controvvrsy,<br />

Filadelfia, 1906, pp. 64 y 72.

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