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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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El epicúreo Engelbrecht no fue convocado formalmente a comparecer ante el<br />

ayuntamiento, puesto que él mismo era miembro del organismo convocador, pero quedó bajo<br />

censura y acabó por perder su puesto en la iglesia de San Esteban.701 El otro epicúreo<br />

prominente, Wolfgang Schultheiss, fue amenazado con la suspensión.702 Jacobo Ziegler había<br />

salido de la ciudad hacia estas fechas. Escribió una diatriba intitulada Synodus,703 refutación en<br />

gran parte bíblica de los presupuestos religioso-políticos del reciente sínodo territorial. Escrita en<br />

un latín mordaz, esta obra difería de muchos opúsculos anabaptistas sobre el mismo tema por el<br />

hecho de citar un número relativamente crecido de pasajes del Viejo Testamento que previenen<br />

contra el peligro de poner la autoridad sacerdotal y el dominio político en manos de una sola<br />

persona o de una sola clase. <strong>La</strong> obra mereció una réplica de Bucer.704 Volveremos a<br />

encontrarnos brevemente con Jacobo Ziegler como emisario de varias casas alemanas en<br />

Venecia, amigo de toda la vida de Schwenckfeid (cap. xxi.5).<br />

En cuanto a Schwenckfeid, la mayor parte de los miembros del sínodo acabó por cansarse<br />

de sus discursos interminables, machacones, pronunciados siempre en voz baja, y muchos se<br />

sintieron irritados por su posición de separatismo práctico, pero no se atrevieron a tratar con<br />

dureza al aristócrata silesio, sobre todo porque Mateo y Catalina Zell, en la parroquia de la<br />

catedral, seguían dispuestos a favorecer algunas de sus opiniones. Los libros que Schwenckfeid<br />

había sometido al escrutinio del sínodo no habían sido leídos cuidadosamente, y él insistió en<br />

que Bucer, cuando tuviera tiempo, le señalara en concreto sus errores. Bucer, a su vez, le pidió a<br />

Schwenckfeid una declaración en que expresara todas sus objeciones, pero en la que hiciera<br />

constar que, pese a todo, la iglesia de Estrasburgo estaba proclamando el evangelio y merecía ser<br />

escuchada por toda la población. Schwenckfeid prometió escribir esa declaración "como el Señor<br />

se la dictara", y reiteró la petición de que Bucer criticara sus libros. Poco después Bucer le hizo<br />

llegar esta crítica. Schwenckfeid escribió una réplica, se la leyó a Capitón y a Hedió, y luego le<br />

suplicó a Hedió que apaciguara a Bucer.<br />

En septiembre, Schwenckfeid salió de Estrasburgo rumbo a Augs-burgo, adonde llegó el<br />

3 de octubre. En Augsburgo se quejó de haber sido condenado en el reciente sínodo por haber<br />

atacado la opinión, defendida en otros tiempos nada menos que por Lutero, sobre la separación<br />

de los dos reinos. Bucer leyó ante el ayuntamiento de Estrasburgo su catálogo de los errores de<br />

Schwenckfeid, pero mañosamente omitió la réplica de éste. Se portó mejor al mandar ese mismo<br />

catálogo a los predicadores de Augsburgo: les pidió que lo hicieran llegar a manos de<br />

Schwenckfeid y les suplicó que lo acogieran caritativamente. No cabe duda de que la intensa y<br />

prolongada preocupación de Bucer por refutar a Schwenckfeid a los ojos de los liberales y<br />

acogedores magistrados de Augsburgo y de otras localidades se debió al afán de impedir que el<br />

espíritu "epicúreo" se extendiera entre los patricios de las ciudades de la Alemania meridional,<br />

aficionados al humanismo, inhibiéndolos para sostener la <strong>Reforma</strong> Magisterial con toda la<br />

energía necesaria. Schwenckfeid regresó después a Estrasburgo, pero esta vez el ayuntamiento,<br />

atendiendo a varias voces, le pidió que abandonara la ciudad para no alterar la paz de la iglesia<br />

territorial (22 de julio de 1534).705 A su debido tiempo seguiremos los hechos posteriores de la<br />

vida de Schwenckfeid (cap. xvm).<br />

701 El 3 de marzo de 1534. Sobre las opiniones de Engelbrecht después del sínodo, vea Elsass, II, núms. 472. 488, 501, 515,<br />

516, etc.<br />

702 Cí. ibid., núm. 499 (p. 269).<br />

703 Sobre las opiniones de Jacobo Ziegler, véase ibid., Especialmente núms. 478 y 530.<br />

704 Ibid., núm. 509.<br />

705 Ibid., núm. 588.

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