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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Esas afirmaciones, esas especulaciones y extravagancias escatológicas no fueron,<br />

ciertamente, actitudes y episodios insignificantes. Todo lo contrario: se agigantaron de tal<br />

manera a los ojos de sus adversarios, que a todos los radicales, y no sólo a los münsteritas, se<br />

aplicó la designación de "anabaptistas" en un sentido sediáoso y teocrático. Sin embargo, casi<br />

todos los racionalistas evangélicos de Italia y de Polonia fueron pacifistas, y otro tanto hay que<br />

decir de todos los espiritualistas y espiritualizantes, como Sebastián Franck, Gaspar<br />

Schwenckfeld, Jorge Sículo y Enrique Niclaes. Bien visto, la única excepción fue la de Tomás<br />

Müntzer y sus seguidores. El pacifismo fue la actitud de la inmensa mayoría de los anabaptistas<br />

no-münsteritas.1960<br />

Entre todos estos radicales que no soñaban con participar en ninguna guerra santa de los<br />

últimos tiempos, la actitud frente a las estructuras políticas vigentes tuvo muchas variedades,<br />

desde la indiferencia hasta la agradecida aceptación de la protección de los príncipes (los<br />

hutteritas en Moravia, la Iglesia Menor en Polonia y Lituania, los unitarios en Transilvania). En<br />

su mayor parte, estos radicales moderados estuvieron de acuerdo en la necesidad de pagar<br />

impuestos. Algunos de ellos no vieron inconveniente en cumplir las funciones de guardias o de<br />

vigías en las murallas de sus ciudades, a condición de no tener que hacer uso de la espada. En<br />

general, los radicales de las diversas tendencias consideraron la magistratura como institución<br />

ordenada por Dios para castigar a los malhechores y para mantener el orden entre los "nocristianos".<br />

Es verdad que Schwenckfeld y otros, especialmente aquellos que provenían de la<br />

clase de ¡os caballeros o de los patricios, reconocieron incluso que el estado había sido instituido<br />

por Dios para la realización de obras buenas, como la construcción de caminos y canales, y<br />

también para reprimir el mal. Pero todos ellos, por regla general, sostuvieron que el estado no<br />

debía intervenir para nada en lo que era la vida cristiana, al menos en lo tocante a los "cristianos<br />

auténticos". En consecuencia, muchos miembros de los conventículos anabaptistas, desde<br />

Vilvoorde hasta Venecia, no quisieron aceptar nunca ningún cargo magisterial que pudiera<br />

requerir el uso de la espada. <strong>La</strong> Iglesia Menor de Polonia fue casi totalmente pacifista, y sus<br />

miembros provenientes de la nobleza llevaban un simple palo en lugar de espada. Tenían, al<br />

igual que Lutero, una doctrina acerca de los dos Reinos, pero no aceptaban la manera como<br />

Lutero había protestantizado el legado constantiniano con la doctrina de las vocaciones divinas<br />

en el mundo, entre ellas la del magistrado y la del militar. Más aún: sintieron que su obligación<br />

era dar la espalda no sólo a los cargos de gobierno y al oficio de soldado, sino también a varios<br />

otros oficios y profesiones que contribuían a la perduración de formas de vivir que ellos, como<br />

subditos renacidos del Reino de Cristo, no podían ya aprobar moralmente.<br />

<strong>La</strong> expresión más completa del impulso radical fue quizá la república hutterita, cuyos<br />

jefes, con el apoyo cíe benévolos magnates a quienes les complacía verse rodeados de colpnos<br />

tan industriosos, organizaron el conjunto de una sociedad cristiana regenerada en todos los<br />

aspectos importantes, salvo en lo relativo a la acuñación de monedas y a las medidas de defensa<br />

militar. <strong>La</strong>s aspiraciones político-sociales de los campesinos y mineros acaudillados por Miguel<br />

Gaismair en el Tirol se vieron parcialmente realizadas en el comunismo cristiano del tirolés<br />

Jacobo Hutter, bajo la mirada benigna de los magnates de Moravia.<br />

Según la visión histórica de estos hutteritas (expuesta en su famosa Crónica), como<br />

también de otros radicales, la degeneración del cristianismo, cuyos primeros síntomas pudieron<br />

1960 Clárente Bauman, Gewaltlosigkeií im Táufertum: Kine Untersuchung zur theologischen Ethik di'S oberdeutschen Taufertums<br />

der Refornuitionszeit, Leiden, 1968. Sobre los hutteritas, cf. el extenso artículo cuarto ("vom Schwert") del Gran libro de los<br />

artículos (1577), ed. por Friedmann, Glaubenszeugnisse, II (QGT, XII), pp. 239-298.

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