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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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alianza) y la excomunión. Los primeros anabaptistas, o sea los de Zurich en 1525, afirmaron<br />

naturalmente que el bautismo era para los creyentes. Hofmann, convertido al anabaptismo en<br />

1530, destacó en ese bautismo de los creyentes su carácter de vínculo que constituía a los<br />

creyentes en miembros de la comunidad de los santos, unidos por un pacto de alianza<br />

(bondgenooten). Hacia 1540, aunque el bautismo y el vínculo seguían siendo importantes<br />

elementos constitutivos, lo que estaba recibiendo atención predominante era la disciplina interna<br />

de la comunidad, y la base de esta disciplina era la excomunión. Una vez reconocida la<br />

significación a la vez eclesiológica y ética de la disciplina de grupo, no es menospreciar a Menno<br />

caracterizarlo como el teólogo de la excomunión. "Según mi sentir -escribió él mismo-, [la excomunión]<br />

es una característica sobresaliente, un honor, y un medio de prosperidad para una<br />

verdadera iglesia."900<br />

<strong>La</strong> excomunión, según vemos ya en la Confesión de Schieitheim (cap. vni.l), se basaba en<br />

un pasaje de San Mateo, 18:15-18, y la evitación (el acto de esquivar, de volver la espalda) en un<br />

pasaje de la primera epístola a los Corintios, 5:11. <strong>La</strong> primera fue común a todos los anabaptistas,<br />

aunque hubo diferencias entre ellos en cuanto a quién tenía autoridad para ejercerla, si la<br />

congregación entera o sólo los ancianos. <strong>La</strong> evitación fue especialmente desarrollada por los<br />

mennonitas.<br />

Menno puso la excomunión y la evitación bajo el imperativo cristiano del amor. Por<br />

"amor" entendía el anhelo de salvar la pureza de la doctrina y de la congregación, y de asegurar,<br />

para cuando llegara el momento, la salvación del hermano extraviado. De ahí su insistencia en<br />

que se observaran en toda la línea las tres etapas de amonestación ordenadas por Cristo (en el<br />

capítulo 18 de San Mateo) antes de la exclusión final. En otro lugar se afanó Menno en<br />

demostrar que la excomunión formal no era sino una confirmación social de lo que ya había<br />

tenido lugar, puesto que quien ha sufrido la excomunión es el que ha pecado, o sea el que se ha<br />

apartado de Cristo en su corazón:<br />

Los únicos que son excomulgados o expulsados por nosotros de la comunión de los<br />

hermanos son aquellos que se han separado o expulsado a sí mismos de la comunión de Cristo,<br />

ya sea por una doctrina falsa, ya por una conducta reprensible. Nuestro deseo, en efecto, no es<br />

expulsar, sino recibir; no amputar, sino sanar; no eliminar, sino volver a ganar; no afligir, sino<br />

consolar; no condenar, sino salvar.901<br />

Menno estaba convencido de que la verdadera regeneración produciría obras de fe, pero<br />

lamentaba que muchos anabaptistas que profesaban a Cristo no siempre vivieran para él:<br />

¡Oh hermanos! ¡Qué lejos están todavía algunos de nosotros de la vida evangélica que es<br />

la de Dios! A pesar de que se han apartado de las iglesias [del estado] y de que están<br />

exteriormente bautizados con agua, se comportan de manera terrenal y carnal en todas las cosas,<br />

pensando tal vez que el cristianismo consiste' en bautismos extemos y en mantenerse lejos de las<br />

iglesias [establecidas].902<br />

900 Instrucción sobre la excomunión, trad. inglesa en Wntings, p. 962. Véase en SAW, pp. 261ss., también en trad. inglesa, una<br />

de las disquisiciones de Menno sobre la excomunión.<br />

901 Amonestación sobre la disciplina de la iglesia (1541): Writings, p. 413.<br />

902 Writings, p. 410.

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