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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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contribuir a la perdición de ios malvados, porque todo es impuro para quienes son impuros, tal<br />

como el néctar de una flor se convierte en ponzoña al ser asimilado por una araña.<br />

En cuarto lugar, afirma que no hay posibilidad de que las obras meritorias puedan hacer<br />

aceptable a un hombre ante los ojos de Dios. Franck acepta aquí con toda claridad la concepción<br />

paulino-luterana de la justificación por la sola fe.<br />

En quinto lugar, respecto a las acusaciones de Bucer basadas en determinados pasajes de<br />

la Crónica, Franck observa que una cosa son las mentiras descaradas y otra los errores de juicio<br />

(o de cálculo), que no son de culpar.<br />

En sexto lugar, Franck rechaza el cargo de que su doctrina social -en la cual se incluía la<br />

cita favorable que había hecho de la Epístola IV del pseudo-Clemente (cap. xvi.3)- haya<br />

implicado una comunidad obligatoria de bienes: él ha querido simplemente exhortar a los<br />

cristianos a ayudarse los unos a los otros.<br />

Por último, al referirse ala cuestión de la paz de la iglesia, Franck aprovecha la<br />

oportunidad para expresar sus convicciones personales y hacer una confesión de fe. No es<br />

posible -dice- estar, en materias de fe, completamente de acuerdo con todo el mundo, porque la<br />

fe no es cosa para todos; y, en todo caso, la compulsión no es capaz de lograr la conformidad. Al<br />

estado no le es lícito intervenir para imponerla. ¡Ay de aquel que confiesa la verdad ante los<br />

perros y los cerdos! Ese tal merece que lo hagan pedazos. De hecho, es a veces necesario ocultar<br />

la palabra de Dios. Franck declara no tener vocación para congregar al Israel de Dios diseminado<br />

entre los infieles. Dios es el único capaz de unir a los creyentes mediante su palabra, y esta unión<br />

es puramente espiritual.<br />

El 15 de octubre, los censores de Ulm declararon que Franck había respondido<br />

satisfactoriamente a ciertos puntos, y que, en lo relativo a algunos otros, era preciso someterle<br />

nuevas preguntas. Pero los predicadores insistieron en que firmara con su nombre una confesión<br />

de diez artículos, preparada por Bucer. <strong>La</strong> confesión había de referirse, entre otras cosas, a la<br />

necesidad de la palabra exterior en la predicación, a la Biblia y al bautismo de los infantes.<br />

Llegadas las cosas a este punto, resultó que el ayuntamiento se puso del lado de Franck.<br />

Éste contestó con una declaración en que prometía no publicar nada bajo su propio nombre y, en<br />

cuanto impresor, someter al juicio de los censores las obras ajenas. Al mismo tiempo insistió en<br />

que era injusto exigir de él un juramento especial, pues la fe no es algo que pueda imponerse por<br />

la fuerza. Franck fue apoyado por el burgomaestre, el cual, en la sesión del 5 de noviembre,<br />

sostuvo que la confesión de fe en diez artículos, redactada por Bucer con destino a Ratisbona, no<br />

tenía por qué adquirir fuerza de ley en Ulm, que al ayuntamiento no le era posible acceder a las<br />

demandas de los pastores en cada detalle, y que lo único que Franck tenía que hacer era prometer<br />

que no imprimiría nada sin autorización de los censores, decisión un tanto más liberal que la<br />

propia oferta de Franck. Franck, sin embargo, se abstuvo de publicar en Ulm cualquier otro<br />

escrito suyo, con la única excepción de la segunda edición de su Crónica, que apareció en 1536.<br />

En ella suprimió las llamadas "mentiras", que no eran sino errores.1037<br />

Siguió, pues, ganándose la vida en Ulm con el trabajo de su imprenta, y acudió a<br />

impresores de otras dudad es para la publicadón de sus obras. Por ejemplo, su tratado intitulado<br />

Die goldene Arche, compilación de textos bíblicos, patrísticos y paganos en torno a ciertas<br />

cuestiones de fe, apareció en Augsburgo en 1538. Suscitó ruidosas protestas porque en el<br />

prefacio censuraba a los teólogos que emprendían interminables comentarios y biliosas disputas<br />

1037 una de las cosas que hizo Franck para aplacar a los críticos fue añadir que el águila feroz era también el emblema de San<br />

Juan Evangelista, lo mismo que del Emperador romano.

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