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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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A fines del período que hemos estudiado, todas las agrupaciones radicales, salvo unos<br />

cuantos supervivientes esparcidos aquí y allá, habían desaparecido o se habían convertido en otra<br />

cosa. Los únicos que se mantenían en pie eran los anabaptistas evangélicos. Estos anabaptistas<br />

evangélicos habían recorrido gran parte de la ruta que los llevó al aislamiento "denominacional"<br />

o confesional, a saber, los mennonitas (divididos a su vez en varios grupos mutuamente<br />

exclusivos), los hermanos suizos y los hutteritas.<br />

Más aún que en el caso del anabaptismo, la naturaleza del espiritualismo se ha mostrado,<br />

en el curso de nuestra exposición y análisis, como algo sumamente variado y complejo. Aquí<br />

también hemos observado diferentes expresiones de los fenómenos reconocidos por nosotros<br />

como una tendencia recurrente, aunque no siempre hayamos insistido en relaciones genéticas<br />

demostrables. Aquí, de hecho, más que en el caso del anabaptismo, nos hemos contentado con<br />

señalar analogías y tipos temperamentales. En efecto, a diferencia del sectarismo auténtico (o sea<br />

el anabaptismo), que es eclesiológico o constitucional en su impulso externo, la espiritualización,<br />

emparentada con el misticismo, es una tendencia que depende en gran medida de las dotes y la<br />

disposición individuales, y que por consiguiente hace su aparición en los más diversos ambientes<br />

eclesiásticos. Así y todo, hemos reconocido también aquí tres variantes morfológicas recurrentes,<br />

a saber: ¡os espiritualizantes evangélicos o conven-ticulares (y, al lado de ellos, los meditadores<br />

especulativos y solitarios), los espiritualizantes conformistas y los espiritualistas profetices o<br />

revolucionarios. Esta clasificación representa un ligero ajuste o refinamiento de la terminología<br />

con que iniciamos nuestro libro.1970<br />

Rasgo común a todos los espiritualistas fue la insistencia en el contacto inmediato con lo<br />

divino, aunque las vías fueran distintas: la carne celestial de Cristo, la Palabra interior o la<br />

posesión por el Espíritu. Rasgo común a la mayoría de los anabaptistas fue igualmente una veta<br />

antinomiana que en su forma más suave podía ser simplemente una exaltación de la gracia por<br />

encima de la ley, pero que podía intensificarse y convertirse en un íntimo repudio de toda<br />

organización en la vida eclesiástica, a veces bajo la cubierta de un conformismo impuesto por<br />

razones de prudencia, y a veces expresado en un abierto desdén de las normas éticas aceptadas.<br />

Con respecto a la ley, sin embargo, los espiritualistas proféticos se mantuvieron aparte de los<br />

espiritualizantes conformistas y de los espiritualizantes conventiculares en un sentido muy<br />

importante: lo que repudiaban esos espiritualistas revolucionarios, animados de un gran fervor<br />

escatológico, no eran las leyes de Moisés y de Cristo, sino los cánones y las ordenanzas de una<br />

cristiandad que ellos consideraban moribunda. Con el celo de profetas impulsados por el<br />

Espíritu, tomaron ciertamente muy en serio las ordenanzas corporativas del Reino cuyo<br />

advenimiento querían propiciar.<br />

Los espiritualizantes evangélicos o conventiculares se reunían en conventículos aparte,<br />

pero era muy poco el caso que hacían de los sacramentos y ordenanzas tradicionales. Tales<br />

fueron los sacramentistas holandeses, los schwenckfeldianos y los loístas, y también algunos<br />

solitarios especulativos, como Franck.<br />

Los espiritualizantes conformistas, aunque pueden haber tenido conventículos propios, se<br />

conformaron, en principio, a las iglesias establecidas en los diferentes territorios. Tales fueron<br />

los libertinos, los nicodemitas y los familistas, así como algunos pensadores especulativos, por<br />

ejemplo Weigel.<br />

1970 En la introducción de este libro, y en la de la colección áeSAW, los términos fueron "espiritualistas evangélicos",<br />

"espiritualistas racionales" y "espiritualistas revolucionarios".

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