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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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para atraer a los refugiados de Münster y a los simpatizantes del münsterismo hacia una versión<br />

del anabaptismo más cercana a las normas de los hermanos de Suiza y del Sur de Alemania.<br />

Jorge Schnabel presidía un conventículo que se reunía en una iglesia abandonada en el<br />

distrito de Kassel. En 1536, unos treinta de estos anabaptistas fueron sorprendidos durante un<br />

acto religioso, y Schnabel y nueve de sus feligreses fueron encarcelados en Wolkersdorf. Estos<br />

hombres estaban destinados a desempeñar un papel importante en el cambio y endurecimiento<br />

gradual de la actitud de Felipe para con todos los separatistas.<br />

Felipe se propuso que la prisión fuera benigna, a fin de predisponerlos tanto física como<br />

mentalmente para los esfuerzos de persuasión. Además de que la vida en esa cárcel era muy<br />

llevadera, los presos se ingeniaron para lograr una extraordinaria libertad de movimiento.<br />

Agrandaron suficientemente, con una sierra, la abertura -a. través de la cual les pasaban sus<br />

alimentos, y por allí salían y regresaban después de un día o hasta una semana de gira<br />

evangelística. Y no se olvidaron de tomar medidas para hacer creer a los benignos o engañados<br />

guardianes que todos estaban allí y que todos cumplían con la ley.<br />

Varios de los prisioneros habían sido expulsados de Hesse en algún momento anterior; y<br />

el hecho de que estos incontrolables evangelistas hubieran vuelto a desarrollar su actividad en el<br />

landgraviato era lo que había movido a Felipe a seleccionarlos y a encerrarlos en una cárcel más<br />

suave aún de lo que él creyó en un principio. Teniendo en cuenta muy especialmente a los<br />

prisioneros de Wolkersdorf, en mayo de 1536 solicitó Felipe el parecer de los magistrados de<br />

Estrasburgo y Ulm, de los duques de Württemberg y Brunswick-Lüneburg y de los catedráticos<br />

de las facultades de teología de Marburgo y Wittenberg, con la idea de que se elaborara un<br />

reglamento en toda forma para la consolidación de la iglesia oficial de Hesse y para la<br />

eliminación de la amenaza separatista.1004<br />

En respuesta a la solicitud de Felipe, el canciller de Hesse, jurista que hasta esos<br />

momentos se había mostrado moderado, se declaró ahora en favor de una mayor severidad y<br />

propuso, por ejemplo, que se condenara a muerte a los anabaptistas extranjeros que se atrevieran<br />

a regresar una tercera vez después de haber sido expulsados. Dos de los teólogos luteranos,<br />

Tilman Schnabel y Justo Winter, expresaron opiniones igualmente duras, y pidieron una vez más<br />

que se obedeciera el edicto imperial. Pero Juan Lening, uno de los teólogos a quienes Felipe<br />

había mandado como emisarios a Münster, siguió defendiendo la actitud que hasta entonces se<br />

había tenido. Después de invocar a Dios para "que enmendara los yerros de su propia vida", les<br />

pidió a los demás teólogos "que amonestaran a los anabaptistas bondadosamente y con espíritu<br />

amistoso... y que se abstuvieran de recurrir a la espada mientras no se intentaran todos los demás<br />

medios".1005<br />

<strong>La</strong> opinión más humanitaria fue la que prevaleció. El resultado de estos nuevos esfuerzos<br />

por resolver el problema de los separatistas fue colocarlo en un contexto más amplio, como parte<br />

del proyecto de establecer las normas doctrinales y disciplinarias para la iglesia territorial en su<br />

conjunto. En el sínodo de Estrasburgo de 1533 (cap. x.4) se había seguido un procedimiento<br />

análogo; y, antes de que en Hesse se llegara a las conclusiones finales, se hizo venir a Bucer<br />

desde Estrasburgo para que pusiera a contribución su gran experiencia en materia de sínodos y<br />

de separatistas a fin de consolidar la iglesia estatal de Hesse. Por el momento, un fruto de los<br />

empeños del landgrave fue la redacción del Reglamento de Visitas de 1537, donde se reconocía<br />

expresamente la legitimidad de algunas de las críticas que hacían los anabaptistas. El decreto<br />

insistió, por consiguiente, en la extirpación de los vicios públicos entre los miembros de la<br />

1004 Franz, Wiedertáuferakten, núm. 47.<br />

1005 ME, IV, 165.

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