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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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suya en cada una de las iglesias, salvo en la catedral y en San <strong>La</strong>mberto, donde uno de los dos<br />

teólogos de Marburgo, Dietrich Fabritius, se hallaba predicando.<br />

A medida que el movimiento añadía cada vez más el atractivo político al atractivo<br />

religioso-y a medida, también, que el ayuntamiento perdía más y más su autoridad-, comenzaron<br />

a llegar desde la región circunvecina muchos elementos desvalidos y potencialmente revoltosos.<br />

En el verano anterior Rothmann había comenzado ya a hablar de la administración cristiana de la<br />

república, y del deber que tenían los cristianos de emplear sus posesiones en bien de la<br />

comunidad, y en los territorios cercanos a Münster el mensaje no había caído en saco roto, pues<br />

las cosechas habían sido malas y los víveres eran caros.<br />

Mientras tanto, el caudillo hofmannita Juan Beukels de Leiden (destinado a ser el rey de<br />

la inminente teocracia revolucionaria) había hecho una visita a Münster a fines del otoño de 1533<br />

y, al ver que Bernardo Rothmann, el predicador más destacado de la ciudad, enseñaba<br />

abiertamente que el bautismo de los infantes no estaba de acuerdo con la Biblia, regresó a<br />

Holanda llevando la buena nueva: evidentemente, los extraordinarios acontecimientos de<br />

Münster coincidían con las predicciones de Melchor Hofmann y eran un presagio del fin del<br />

viejo orden. En Holanda, Beukels inflamó la imaginación de Juan Mathijs, que por su lado, como<br />

ya hemos visto (cap. xii.3), había resuelto desobedecer la orden de Hofmann de suspender la<br />

práctica del rebautismo durante dos años, en espera de que terminara la persecución. En vista de<br />

la extraordinaria tolerancia a que ya se había llegado en Münster, Mathijs se sintió autorizado,<br />

como por permisión divina, a reanudar el bautismo de los creyentes. Así comenzó a multiplicarse<br />

el pueblo de la Nueva Alianza (Bundesgenossen, bandgenooten), y para intensificar la labor de<br />

proselitismo ordenó Mathijs a varios apóstoles, uno de ellos el propio Juan Beukels. Ya hemos<br />

visto a Mathijs haciendo en Amsterdam, en noviembre, este anuncio. Muchos hofmannitas, a<br />

pesar de la oposición de Obbe Philips, comenzaron entonces a aceptar el mensaje revisionista, y<br />

todos los que hasta entonces habían vacilado, ya fuera por miedo, ya por consideración al<br />

encarcelado Hofmann, convinieron en que el calendario cósmico había sido mal calculado y las<br />

señales del camino mal leídas, y se« dirigieron a Münster, la ciudad de la esperanza, la morada<br />

de la justicia de Dios.<br />

Con una nueva comunidad profética, con apóstoles (sendboten) de Juan Mathijs<br />

derramando la buena nueva por las regiones circundantes, y con la confesión antipedobaptista<br />

plenamente articulada por gente del partido evangélico radical de Münster, el momento estaba<br />

maduro para la conversión de los dos Bernardos münsteritas por la mano de los emisarios del<br />

hofmannita Juan Mathijs, de Haarlem, tenido por el nuevo Enoc, secundado por Juan Beukels, de<br />

Leiden.<br />

2. LA LLEGADA A MÜNSTER DE LOS EMISARIOS HOFMANNITAS<br />

En la víspera de la Epifanía de 1534 aparederon en Münster dos de los apóstoles<br />

ordenados por Juan Mathijs (cuyo número era ya de veintisiete): Bartolomé Boeckbinder y<br />

Guillermo Kuyper. Lo primero que hicieron fue rebautizar a Rothmann, así como a Enrique Rol,<br />

que vivía en casa del patricio Bernardo Knipperdolling. En un lapso de sólo ocho días,<br />

Rothmann y sus ayudantes bautizaron a su vez a mil cuatrocientos ciudadanos, no en las iglesias,<br />

sino en casas particulares. De los Países Bajos siguieron llegando más anabaptistas, entre ellos el<br />

propio Juan Mathijs y de nuevo Juan Beukels. Ambos estaban furiosos por la persecución de que<br />

eran objeto sus seguidores en todas las provincias de los Países Bajos, y los dos comenzaban a<br />

hablar del derecho de los auténticos creyentes a destruir a quienes se negaban a aceptar el

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