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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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atribuyó a Lutero su confianza en el derecho de desviarse de las enseñanzas humanas sobre la<br />

eucaristía y de atenerse al testimonio de la Biblia, no aceptó la doctrina de Lutero en el caso<br />

concreto del sacramento del altar.<br />

No fue, sin embargo, este sacramentarismo desarrollado lo que finalmente lo movió a dar<br />

la espalda a la iglesia católico-romana, puesto que siguió celebrando la misa durante varios años<br />

después de haber quedado convencido de que era teológicamente insostenible. Fue, más bien, el<br />

problema del bautismo. Hacia 1529 se enteró Menno de que San Cipriano había aprobado el<br />

bautismo de los adultos, noticia que le llegó a través de los escritos de Teobaldo Bilicano<br />

(Billicanus), de Nórdiingen.876 Después, en 1531, tuvo noticia de la heroica muerte (en la vedna<br />

Leeuwarden) de Sicke Freerks, el mismo anabaptista mártir que había movido a los hermanos<br />

Philips a unirse a la Alianza hofmannita. Aunque la causa por la cual había muerto Sicke, o sea<br />

el rebautismo, parecía muy extraña,877 Menno quedó profundamente impresionado por la<br />

extraordinaria seriedad del nuevo movimiento, y la consternación que experimentó al no<br />

encontrar en el Nuevo Testamento ningún argumento en favor del bautismo de los infantes fue<br />

enorme. Entonces acudió a los padres:<br />

Ellos me enseñaron que los niños pequeños quedan, mediante el bautismo, limpios del<br />

pecado original. Confronté esta idea con las Escrituras, y hallé que hacía violencia a la sangre de<br />

Cristo.878<br />

A partir de entonces, esta divergencia fue determinante para Menno. El Calvario libera<br />

del pecado original al mundo entero. <strong>La</strong> muerte de Cristo significa borrón y cuenta nueva para<br />

toda la humanidad, pues él vino a quitar los pecados de todo el mundo. Ésta es la buena nueva<br />

que reciben aquellos a quienes les es enseñada, pero su efecto es operativo independientemente<br />

de que se sepa o se ignore. Hasta este punto, y a semejanza de Denck en el Sur, Menno había<br />

reconocido una base para la salvación universal. El bautismo, en consecuencia, viene a ser el<br />

medio de liberar de sus pecados personales al creyente cristiano. Menno encontró una confirmación<br />

para sus convicciones sobre el bautismo de los adultos, cada vez más sólidas, cuando se<br />

puso a averiguar lo que opinaban los reformadores protestantes y vio que se contradecían los<br />

unos a los otros en cuanto a la propiedad del bautismo de los infantes, pues Lutero sostenía<br />

tercamente que en algún sentido los infantes tenían fe (por los poderes de los padrinos), Bucer<br />

afirmaba que el bautismo era la obligación de impartir crianza cristiana, y Zwinglio y Bullinger<br />

decían que era, dentro del Nuevo Testamento, el equivalente de la circuncisión.<br />

Aunque las convicciones de Menno sobre la cuestión del bautismo de los infantes eran ya<br />

firmes, pasaron todavía varios años antes de que emprendiera alguna acción. No se asodó con los<br />

pequeños grupos de hofmannitas que había en las inmediaciones, sino que, por el contrario,<br />

aceptó un ascenso de jerarquía en su posidón eclesiástica católico-romana cuando lo nombraron<br />

876 En su Fundamento de la doctrina cristiana, de 1539, Menno escribió que diez años antes, o sea hada 1529, leyó en las obras<br />

de "los predicadores de Nórdiingen" lo relativo a San Cipriano. Se refería seguramente al libro de Bilicano, Renmiatio ecciesiae<br />

Nordiingiacensis... per diáconos ibtdem (1525).<br />

877 Al recordar el martirio de Sicke Freerks, que tuvo lugar en 1531, Menno dice que lo del segundo bautismo le pareció "cosa<br />

extraña", lo cual está en aparente contradicción con lo que dice de San Cipriano. Esta discrepancia, señalada primeramente por<br />

S. Cramer enDoopsgezinde Bydragen (1912), podría explicarse como simple falla de memoria. Por su parte, K.rahn,Beitrag, P-<br />

24, quiere preservar la veracidad de las dos afirmaciones haciendo notar que a lo que San Cipriano se refiere (en Bilicano) es al<br />

bautismo de los adultos y no al rebautismo. Pero esta solución es dudosa, puesto que San Cipriano abogó por el rebautismo de<br />

los errados y de los herejes (cap. x.l).<br />

878 Wntings, p. 669.

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