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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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En tierras de Italia, el rebautismo no pudo haber sido nunca un requisito<br />

eclesiológicamente constitutivo: en un contexto católico tan suelto-zurcido de jurisdicciones<br />

diocesanas, monásticas, principescas y cívicas, impregnado de espíritu renacentista y<br />

acostumbrado, desde largo tiempo atrás, a expresiones sectarias de cristianismo tanto entre los<br />

intelectuales como en las clases bajas-, los disidentes italianos estaban rodeados de tantos<br />

católicos puramente nominales, que no tenían necesidad de señalarse a sí mismos por el acto del<br />

bautismo de los creyentes. El simple hecho de unirse a un círculo de lectores y de enérgicos<br />

exhortadores era perfectamente suficiente como acción constitutiva. En cambio, el anabaptismo<br />

"clásico" (germánico) tenía que reaccionar contra una iglesia territorial predestinaría y<br />

solafideísta, o bien contra la vieja iglesia católica encarnizadamente defendida por los príncipes<br />

de la casa de Habsburgo y por las ligas católicas. Los evangélicos radicales italianos, surgidos de<br />

una situación que hasta 1542 fue sólo lánguidamente católica, pues eran tiempos en que la iglesia<br />

estaba apenas congregando poco a poco sus fuerzas para emprender la contraofensiva, eran,<br />

desde luego, conscientemente anti-pedobaptistas a causa de la importancia primordial que daban<br />

a la fe explícita; pero estos radicales no hubieran podido hacer del bautismo de los adultos el<br />

signo distintivo de su ruptura con el "Anticristo".<br />

Tampoco en el caso de los radicales italianos que huyeron al destierro pudo convertirse el<br />

rebautismo, sin más, en una marca distintiva. Su insistencia en la predestinación a la fe impedía a<br />

la mayor parte de ellos cargar el acento sobre ninguna acción que simbolizara una regeneración<br />

moral basada en el libre albedrío. En consecuencia, cuando estos italianos liberados entraban en<br />

territorio suizo, sus impulsos más radicales estaban destinados a encontrar expresión, no en el<br />

rebautismo, sino más bien en el anti-trinitarismo. Como refugiados que eran, se distinguían ya de<br />

los fieles de sus países adoptivos por el habla y por el acento teológico que traían. El rebautismo<br />

de estos refugiados, ya organizados aquí y allá en congregaciones de habla italiana creadas en<br />

territorios extranjeros (de habla francesa o alemana), no pudo tener nunca la significación<br />

programática que tenía para los radicales germánicos en las ciudades y en las parroquias de<br />

donde eran nativos.<br />

Había, sin embargo, algo común al impulso anabaptista germánico y al impulso antitrinitario<br />

italiano: su pacifismo radical, en imitación de Cristo y de las costumbres de los<br />

cristianos primitivos. A semejanza de los anabaptistas evangélicos alemanes, casi todos los<br />

evangélicos italianos -los valdenses protestantizados y los protestantes conservadores lo mismo<br />

que los radicales- eran enemigos de la guerra, de la pena de muerte y de la coerción en el terreno<br />

de la conciencia. Su ideal era la separación de la iglesia y el estado, o por lo menos la libertad de<br />

conciencia y la supresión de los métodos violentos en materia de religión.<br />

Se comprende, pues, que en octubre de 1553 los evangélicos radicales italianos hayan<br />

sentido instintivamente que su compromiso moral más urgente era atacar una implicación<br />

eclesiástico-política coercitiva de la doctrina de la Trinidad en el contexto del protestantismo<br />

magisterial suizo. Aunque su indignación y preocupación ante lo que ellos veían como una<br />

connivencia personalmente vengativa de Calvino en la muerte de Servet tenía como fundamento<br />

primordial su entrañable convicción de la necesidad de la tolerancia religiosa, el hecho de que<br />

Calvino mismo hubiera conectado en alguna forma la autoridad religioso-política que tenía en<br />

Ginebra con la formulación "constantiniana" de la doctrina de la Trinidad indujo a los radicales<br />

italianos a abrazar decididamente una u otra forma de anti-trinitarismo.<br />

En consecuencia, al emprender la ofensiva contra el eclesiasticismo inquisitorial en su<br />

nuevo ropaje protestante, el blanco que inmediatamente se les ofrecía estaba marcado por el<br />

propio Calvino, que afirmaba que el Dios del Viejo Testamento es el mismo Dios uno y trino de

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