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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Puede decirse que los anabaptistas, en general, no hacían sino continuar la visión católica<br />

medieval cuando interpretaban la justificación en el sentido de santificación.737 Daban por<br />

supuesto que los conversos, después de su resolución bautismal y de su ablución simbólica, iban<br />

a vivir una vida evangélica.<br />

En nuestro esfuerzo por exponer en la forma más sistemática posible qué significó el<br />

bautismo para los portavoces de la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong> -y descontando, desde luego, el hecho de<br />

que ellos mismos no siempre eran explícitos en cuanto a sus convicciones, y que los puntos en<br />

que cargaban el acento no eran siempre los mismos-, haremos bien en sacar del enmarañado<br />

problema los tres hilos principales de argumentación y de práctica que se nos muestran<br />

enredados en los documentos de la época.<br />

El primer problema, que es el de la manera del bautismo -por inmersión en el agua o por<br />

vertimiento de agua-, puede quedar a un lado en el presente capítulo, no porque se trate de un<br />

asunto baladí, sino porque no hemos llegado, en nuestro relato, al punto en que las variaciones<br />

surgidas en Italia, en los Países Bajos, en Polonia y en Hungría puedan ser aducidas e<br />

interpretadas de manera sistemática. Baste decir que, hasta el punto de nuestro relato en que nos<br />

encontramos, la mayor parte de los rebautismos han sido por vertimiento de agua, por razones de<br />

necesidad y también de preferencia, fuera de los edificios eclesiásticos, alguna vez a la orilla de<br />

un río, a menudo en casas particulares, y hasta en la fuente de las plazas públicas, con agua que<br />

se ha puesto en una vasija común.<br />

Un segundo problema, sobre el cual no tenía por qué haber confusiones, era el de los<br />

textos bíblicos pertinentes. Tanto el reformador magisterial como el reformador radical se<br />

remitían inmediatamente a la Biblia, puesto que en el caso del bautismo no existían<br />

formulaciones conciliares de importancia (como las había en el caso de la cristología y de la<br />

doctrina de la Trinidad) a través de las cuales los reformadores magisteriales católicos se<br />

hubieran visto obligados a revisar las pruebas bíblicas. Para todo? los bandos era totalmente<br />

simple ver que hay dos bautismos por agua en el Nuevo Testamento: el bautismo de Juan, al que<br />

Jesús se sometió, y el de Jesús mismo después de la resurrección, cuando confió a los apóstoles<br />

el encargo de bautizar en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateó, 28:19). Como<br />

la propia iglesia apostólica hizo una distinción tajante entre el bautismo de Juan y el bautismo de<br />

Cristo (Hechos de los Apóstoles, 19:5), era natural que las discusiones del siglo xvi se ocupará<br />

de la relación entre el uno y el otro y examinaran la cuestión de si la eficacia o significación del<br />

bautismo cristiano dependía sólo de la obra redentora de Cristo, pues en tal caso el bautismo de<br />

Juan, no obstante el valor que en su momento tuvo como penitencia y ablución, no tendría ya<br />

eficacia alguna y quedaría relegado, igual que la circuncisión, a la Ley Antigua, anterior a la<br />

vindicación o autenticación del sacrificio de Cristo en su resurrección. Por otro lado, además de<br />

los dos bautismos de agua, había los tres bautismos metafóricos, por el Espíritu, por el fuego y<br />

por la sangre.<br />

El tercer problema era la relación del bautismo cristiano con la circuncisión judía y, de<br />

manera simultánea, la relación entre la fe salvadora en Cristo y la predestinación eterna para la<br />

salvación, confirmada ya sea por la circuncisión, ya por el bautismo de agua. <strong>La</strong> circuncisión de<br />

la Antigua Alianza podía considerarse, por un lado, como el equivalente del bautismo de agua de<br />

los infantes y, por otro lado, como algo trascendido ya por el nuevo pacto de alianza escrito en el<br />

737 <strong>George</strong> H. Williams, "Sanctification in the Testimony of Several So-Called Schwarmer", en los Vortrage des III.<br />

Internationalen Kongresses für Lutherfarschung editados por Ivar Ashelin, Góttingen-Filadelfía, 1967, pp. 194-211, artículo<br />

modificado y ampliado en MQR, XLII (1968),5-25.

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