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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Cuando en una de sus cartas a Bullinger se puso a explicar Camilo la teología en que se<br />

sustentaba esa práctica, hizo una clara distinción entre la Ultima Cena, en la cual pidió Jesús a<br />

los incrédulos apóstoles que comieran el pan como un acto de fe, y todas las cenas eucarísticas<br />

celebradas en la cristiandad desde entonces hasta la segunda venida de Cristo. En la Cena que<br />

precedió a la crucifixión, y que tuvo lugar una sola vez (semel) y para siempre, los apóstoles<br />

llevaron a cabo el acto de fe y de obediencia de la manducatio. Camilo convirtió esta palabra,<br />

manducatio, en término técnico para denotar el acto mediante el cual los creyentes hacen<br />

individualmente suya la salvación ofrecida en Cristo por el Espíritu. Esta manducación interior<br />

nos recuerda la doctrina análoga de Schwenckfeld, y fue, de hecho, una metáfora eucarística con<br />

que se designó aquello mismo que en lenguaje bautismal se llamaba con mayor frecuencia<br />

renacimiento o regeneratio. Camilo, sin embargo, a diferencia de Schwenckfeld, por más que<br />

acentuara el valor eminente y decisivo de la experiencia interna, no decía que el rito exterior<br />

tuviera que suspenderse. Lo que decía es que había que reinterpretar la Cena del Señor, y luego<br />

practi-carla frecuentemente como una commemoratio o recordatio celebrada en medio del mayor<br />

júbilo por la congregación entera, con la mente puesta en la inminente segunda venida de Cristo<br />

para vindicar a sus elegidos. No le parecía suficiente a Camilo que la iglesia o iglesias locales<br />

que estaban bajo el patrocinio de los Paravicini adoptaran su interpretación. Quería que "el uso<br />

de Caspano" se difundiera por toda la República Rética y más allá, con su epulum y su libatio.<br />

El cisma que luego sobrevino en la iglesia reformada de Retia fue causado, en parte, por ese<br />

esfuerzo suyo. Agustín Mainardo, que veía sin ningún entusiasmo el rito de Caspano, escribió a<br />

Bullinger para preguntarle qué opinaba sobre el asunto. Camilo, por su parte, visitó varias comunidades<br />

-la de Vicosoprano, por ejemplo- y logró que algunos pastores italianos apoyaran más<br />

o menos sus ideas.<br />

Mientras tanto, el centro de interés de su teología sacramental había dejado de ser<br />

propiamente la observancia de la Cena del Señor y era más bien el problema del bautismo, junto<br />

con la cuestión de la fórmula trinitaria. A comienzos de 1548, Camilo había asumido la posición<br />

radical de repudiar el bautismo tal como se administraba bajo el imperio del Anticristo papal.<br />

Este repudio corista en su libro Adversus baptismum, que sería editado después por el nieto de<br />

Fausto Socino.<strong>La</strong> doctrina allí expuesta contiene una ambigüedad básica que es necesario tomar<br />

en cuenta para explicar la diferencia entre el anabaptismo ítalo-polaco (cap. xxv.2) y el<br />

anabaptismo germánico. Por una parte, Camilo afirmaba insistentemente la invalidez no sólo del<br />

bautismo papal, sino también su continuación en el contexto protestante sin ningún esfuerzo de<br />

reconstrucción, y rechazaba la equiparación de circuncisión y pedobaptismo. Por otra, al igual<br />

que en el caso de la eucaristía, las opiniones de Camilo eran tan espiritualistas, que él mismo<br />

debe de haberse sentido completamente satisfecho con lo que él llamaría bautismo interior.<br />

Aunque muchos de sus seguidores se sometieron a un rebautismo evangélico, no hay pruebas de<br />

que él lo haya hecho.<br />

En 1548 se entabló en Chiavenna entre Camilo y Mainardo una enconada controversia<br />

que es preciso ver dentro de todo el cuadro de la iglesia reformada rética. <strong>La</strong> ciudad de Chur era<br />

prácticamente el cuartel general del sínodo territorial. Era asimismo la sede de un Gymnasium<br />

teológico (el antiguo convento de los dominicos) destinado a la formación del nuevo clero de la<br />

República de Retia. Por su parte, Chiavenna era el centro natural de las iglesias reformadas de<br />

habla italiana. A más de alguno de los muchos ex-prelados, ex-priores y ex-predicadores<br />

desterrados de Italia tiene que habérsele ocurrido la idea de que un sínodo se-mi-autónomo de la<br />

gente de habla italiana establecida en Retía no sólo complementaría la labor del sínodo general<br />

(que tenía un carácter pre-ponderantemente germánico) sino que, además, colmaría las aspiracio-

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