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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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aconsejó a los transilvanos no hacer caso de la invitación. Entonces el rey mismo hizo que los<br />

ministros de Transilvania y de la Hungría otomana celebraran en su palacio de Gyulafehérvár un<br />

sínodo general para debatir el problema de la Trinidad. Del lado unitario hubo cinco disputantes,<br />

encabezados por Blandrata y David, y del lado calvinista hubo seis, encabezados por Melius. El<br />

gran debate, sostenido en latín, se inició a las cinco de la mañana del 3 de marzo de 1568 con<br />

unas solemnes oraciones que cada grupo elevó a Dios por separado, y se prolongó durante diez<br />

días. Melius apeló a la autoridad de la Biblia, de los credos, de los padres y de los teólogos ortodoxos;<br />

David, a la sola autoridad de la Biblia. <strong>La</strong> discusión comenzó ya en tono acalorado. En el<br />

noveno día los calvinistas pidieron que se les excusara de oír más. El rey les hizo observar que<br />

en tal caso se les tendría por derrotados, y entonces se quedaron. Sin embargo, en vista de que<br />

nada nuevo se conseguía para poner de acuerdo a los bandos, al día siguiente el rey dio por<br />

terminado el debate, recomendando que los ministros se entregaran a la oración, procuraran la<br />

armonía y evitaran, por decoro, los insultos recíprocos.<br />

El debate fue considerado generalmente como una victoria para los unitarios, cuyo bando<br />

estaba siendo favorecido por el rey. Blandrata demostró bastante torpeza en sus intervenciones, y<br />

a partir de cierto momento no tomó ya parte en el debate. David, en cambio, que había iniciado<br />

la discusión, estuvo siempre listo con una respuesta a cada pregunta y a cada objeción, y cuando<br />

regresó a su casa de Kolozsvár tuvo el recibimiento que se da a los héroes conquistadores.<br />

Muchos de los sajones luteranos salieron entonces de Kolozsvár, y la federación sajona de las<br />

siete poblaciones fortificadas (Siebenbürgen) le retiraron a la ciudad herética los derechos y<br />

privilegios constitucionales de que gozaba como miembro de la corporación. A partir de<br />

entonces, y durante muchos años, Kolozsvár fue prácticamente una ciudad unitaria.<br />

David estaba resuelto a hacer que la totalidad de la nación húngara tomara parte en la<br />

batalla, y en su propia lengua además. Obtuvo autorización del rey para celebrar un sínodo en<br />

húngaro en Nagyvarad (Gradea, Grosswardein), cerca de la frontera occidental de Transilvania,<br />

el 20 de octubre de 1569. En un principio los calvinistas se mostraron muy renuentes, pero<br />

finalmente decidieron asistir. Hubieran preferido un sínodo convocado en toda regla, y no ese<br />

sínodo instigado desde arriba por el rey. Presidió los debates Gaspar Békés, el consejero más<br />

íntimo de Juan Segismundo. El rey mismo asistió al debate, junto con muchos generales y<br />

magnates, y con los eclesiásticos más sobresalientes de Transilvania y de la Hungría turca. Hubo<br />

nueve disputantes de cada lado, pero el debate, que se prolongó seis días, fue primordialmente un<br />

encuentro entre David y Melius, llevado a cabo con el mayor apasionamiento.<br />

David presentó doce proposiciones anti-trinitarias.1738 Llegó esta vez mucho más lejos<br />

que nunca. Afirmó, por ejemplo, que lo que los calvinistas estaban defendiendo era, no ya una<br />

trinidad, sino una quinidad compuesta de tres Personas, una substancia y un hombre deificado. El<br />

único Dios es el Padre de Cristo, y Cristo, a la vez divino y humano, es el Hijo unigénito de<br />

Dios. Aunque es verdad que el Hijo estaba presente en la mente de Dios desde toda la eternidad<br />

(como lo estaban, por lo demás, todas las cosas), no cabe decir que haya sido engendrado<br />

eternamente, sino sólo temporalmente. El Espíritu Santo no es sino la gracia o la potencia<br />

vivificante de Dios y de Cristo.<br />

En una ocasión en que, acalorado por el debate, Melius atacó a David con violencia<br />

desaforada, el rey lo llamó al orden haciendo este comentario: "Puesto que sabemos que la fe es<br />

don de Dios y que la conciencia no puede ser violentada, si alguien no puede aceptar estas<br />

condiciones, que se vaya al otro lado del frío] Tisza."1739 Al iniciarse por la mañana una de las<br />

1738 Impresas, junto con la convocatoria de David para un debate en húngaro, por <strong>La</strong>mpe, op. dt., pp. 224-230.<br />

1739 Citado por Wilbur, Unitarianism, p. 40.

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