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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Para los neo-joaquimitas, el inicio de la era del Espíritu podía situarse en distintas fechas,<br />

de acuerdo con el acontecimiento del pasado que mejor pudiera interpretarse como el momento<br />

en que la iglesia apostólica quedó por debajo de su misión. Para un neo-joaquimita como Servet,<br />

por ejemplo, la defección de la iglesia ocurrió el año en que Constantino ocupó el trono imperial<br />

o el año en que por decisión suya se celebró el Concilio de Nicea (325), y en este segundo caso<br />

el momento escatológico vendría a ser el año 1585. Para David Joris, Antonio Pocquet y<br />

Guillermo Postel, la tercera edad había comenzado con sus respectivas conversiones o sus<br />

respectivos renacimientos. Rothmann fechó la segunda caída hacia el año 135 e hizo su propia<br />

adaptación del esquema tripartito, interpretando la última fase de la segunda ley como el belicoso<br />

reino davídico, que venía a preparar el camino para la tercera ley, durante la cual reinaría el<br />

segundo Salomón, Cristo.<br />

Otra manera de cálculo escatológico, muy visible en el espiritualista profético Tomás<br />

Müntzer y en los anabaptistas evangélicos Juan Hut y Melchor Hofmann, fue la basada en la<br />

concepción de los cuatro imperios o monarquías, que se remontaba al comentario de San<br />

Jerónimo sobre el profeta Daniel. Al cuarto imperio, que era el romano, había de suceder una<br />

quinta monarquía o época, la del gobierno directo de Cristo sobre sus santos.<br />

Especialmente interesante fue la doctrina escatológica según la cual la mujer que busca<br />

refugio en el desierto (Apocalipsis, 12:6) era la verdadera Iglesia, identificada también con la<br />

Esposa "que sube del desierto, recostada sobre su Amado" (Cantar de los Cantares, 8:5). Los<br />

sostenedores de esta escatología encontraban consuelo en la idea de estar cultivando la parcela de<br />

su pequeña iglesia, congregación cíe unos pocos, paraíso provisional mantenido a duras penas en<br />

espera del advenimiento del milenio.<br />

Hemos encontrado también la idea del retorno de la Gran Época, combinación de la Edad<br />

de Oro de los clásicos, el Paraíso y la Iglesia primitiva. Esta idea aparece, con diversos grados de<br />

fuerza y en diversas permutaciones, en Baltasar Hubmaier, Juan Hut, Melchor Hofmann. Mermo<br />

Simons, Dietrich Philips, Jacobo Hutler, Miguel Servet, Camilo Renato, Guillermo Postel y<br />

Jorge Schomann.<br />

Un milenarismo más generalizado, con base en un esfuerzo de armonización de profecías<br />

bíblicas (de los libros canónicos y de los apócrifos) adicionadas con una variedad de pronósticos<br />

medievales, fue la escatología más común porque, siendo una especie de materia amorfa, podía<br />

ser siempre susceptible de nuevos cálculos a la luz de los signos y acontecimientos de la época.<br />

Sintiéndose como un paraíso provisional o un huerto cercado, como el presagio de la<br />

tercera Era del Espíritu o de Cristo, como la avanzada de la Quinta Monarquía (la de Cristo Rey)<br />

o como la puerta de entrada del milenio, las iglesias de la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong> estuvieron sostenidas<br />

y fortalecidas por la convicción de que ellas y sus carismáticos dirigentes eran los instrumentos<br />

de que se valdría el Señor para escribir la historia de los últimos días.<br />

Esta intensa convicción existente en el seno de la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong> acerca del inminente<br />

final de una era fue la que impulsó desde dentro a Lelio Socino, a Servet, a Gregorio Paulo y a<br />

Francisco David no menos que a Schwenckfeld (llamado Eliandro), a Joris (el tercer David) y a<br />

Tomás Müntzer (el profeta de la Quinta Monarquía). En esta temperatura apocalíptica bautizó a<br />

los conversos Juan Hut, el hombre del fervor, marcándoles la frente con la señal de la cruz, y<br />

buscando siempre más, hasta completar los ciento cuarenta y cuatro mil santos del inminente<br />

Reino profetizado; en ella profetizó Melchor Hofmann, el nuevo Elias, el descendimiento de la<br />

nueva Jerusalén en Estrasburgo; y en ella describió Camilo Renato los rasgos de la Edad de Oro<br />

a punto de regresar bajo los benignos auspicios de Cristo. En cualquier circunstancia en que<br />

estuvieran, los radicales experimentaban la efusión del Espíritu y contemplaban las demás

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