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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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igualitaria, no muy diversa del proyecto tirolés acariciado por Gaismair. Pero en la región de<br />

Königsberg no tuvieron ningún papel los campesinos polacos pobres.156<br />

Cabe observar, por último, que en Hungría ya en 1518 el szekler Jorge Dósza de<br />

Transilvania, caudillo de millares de campesinos, se dirigió a los ` grandes señores en un sermón<br />

de inspiración evangélica (pronunciado; en la localidad de Cegléd), con objeto de arrancarles la<br />

promesa de que liberarían a los campesinos de nuevas medidas opresoras, como condición para<br />

que éstos se unieran a la guerra contra el turco. Los señores quedaron tan alarmados, que<br />

resolvieron ahogar en sangre ese movimiento. En una batalla en que intervinieron 80 000<br />

hombres aplastaron a los seguidores de Dósza, obligaron a los campesinos "evangélicos" sobrevivientes<br />

a contemplar a su caudillo burlescamente coronado en un tronos de hierro calentado al<br />

rojo vivo, y luego, en presencia de los más altos',. dignatarios eclesiásticos y seglares, a comer<br />

porciones de esa carne humana quemada -siniestro prólogo a la batalla de Mohács de 1526, y<br />

ciertamente uno de los factores que prepararon al multilingüe Reino Apostólico para los muchos<br />

movimientos sectarios de origen campesino que hubo en los años subsiguientes.<br />

3. CONCLUSIÓN<br />

Cuando los rescoldos, reavivados por segunda vez en una llama momentánea en<br />

Estrasburgo, quedaron hechos cenizas frías en 1526, la gran Guerra de los Campesinos podía<br />

darse por terminada. Los campesinos, habían quedado aplastados en todas partes, porque<br />

carecieron siempre de un jefe reconocido por todos. Para su organización, improvisada siempre,<br />

no contaron sino con el consejo evangélico de unos cuantos clérigos proféticos, y con las<br />

habilidades militares de un puñado de caballeros descontentos. Estos últimos pertenecían, a su<br />

vez, a una clase políticamente condenada a desaparecer. En cuanto a los clérigos que desempeñaron<br />

un papel en la Guerra, como Carlstadt, Hubmaier, Müntzer y Pfeiffer, es evidente que<br />

todos ellos, salvo Müntzer, estaban empeñados en lograr remedios para los agravios de los<br />

campesinos, no en incitarlos a la violencia.<br />

Con su emblema heráldico de la cruz roja y la espada desenvainada, Müntzer fue "un<br />

profeta al frente del ejército"157 y murió decapitado, mientras que el papel de Carlstadt se redujo<br />

a servir de capellán e intermediario de la andad imperial de Rothenburg en liga con Florián<br />

Geyer, pero los dos son denigrados generalmente como herejes y Schmürmer. En cambio, Ulrico<br />

Zwinglio, que cinco años después será arrastrado y descuartizado por el ejército de los cantones<br />

católicos en el campo de batalla de Cappel (1531), ejército tenido casi siempre por un héroe y un<br />

mártir de la <strong>Reforma</strong> Magisterial. Y sin embargo, no fue una concepción enteramente diferente<br />

de las implicaciones sociales de una cristiandad reformada lo que separó al capellán<br />

sacramentario de Zurich de los capellanes espiritualistas de Allstedt-Mühlhausen y de<br />

Orlamünde-Rothenburg.<br />

Hemos entrevisto en medida suficiente las acciones militares de la gran Guerra de los<br />

Campesinos; hemos caracterizado a un número adecuado de sus caudillos, caballeros, clérigos,<br />

burgueses y campesinos; nos hemos enterado lo bastante de las entremezcladas aspiraciones<br />

económicas, sociales y evangélicas que alentaban en artesanos, mineros y modestos habitantes de<br />

ciudades; y hemos examinado suficientemente su serio programa religioso-constitucional, para<br />

poder concluir que hemos contemplado el trágico despliegue de una guerra civil dentro del<br />

Imperio, comparable con el levantamiento ocurrido en la Inglaterra del siglo XVIII, donde<br />

156 Véase Henryk Zins, Powstanie chtopskie w Prusach Ksiqzecych w 1525 roku, Varsovia, 1953, con mapa.<br />

157 Deuteronomio, 20:2 (testo de la Vulgata). Véase en particular su Sermón ante los Príncipes, SAW, p. 64.

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