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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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nes de independencia de todos esos heroicos hombres de iglesia. Casi huelga decir que todos los<br />

aspirantes a los puestos directivos en la comunidad italiana reformada deseaban obtener ía<br />

aprobación de Bullinger y de los teólogos de los otros cantones suizos, a fin de contrarrestar la<br />

influencia de Chur. En efecto, cuatro por lo menos de los antagonistas surgidos en el cisma cada<br />

vez peor de ía iglesia de Chiavenna estuvieron en un momento u otro en contacto epistolar o<br />

personal con Bullinger.<br />

En el centro de la controversia se hallaba el agobiado Mainardo, que mantenía contacto<br />

continuo con los teólogos de Chur y de Zurich. Terco y falto de imaginación, Mainardo estaba<br />

dolido por la acusación que muchos le hacían de descuidar sus obligaciones pastorales y andar<br />

demasiado preocupado por imponer su voluntad. Había redactado una confesión de fe dividida<br />

en veinte artículos y deseaba hacer de ella el credo oficial de las iglesias de había italiana, para lo<br />

cual trataba de obtener la aprobación de las autoridades del norte. Lo único que ha sobrevivido<br />

de esta confesión de fe es un apéndice de veintidós anatemas contra Camilo y sus secuaces. Los<br />

puntos doctrinales incriminados se tomaron de las declaraciones públicas de Camilo así como de<br />

sus escritos, uno de los cuales, De sacramentis, es probablemente el Trattato del battesimo e della<br />

Santa Cena que ha llegado hasta nosotros.1292 <strong>La</strong> lectura de estos dos documentos nos permite<br />

ver con toda claridad que Mainardo, el pastor más sobresaliente de la Retía italiana, se estaba<br />

enfrentando a una gravísima amenaza contra la integridad de la comunidad reformada italiana.<br />

Camilo, evidentemente, había reanudado la predicación de todas las doctrinas por las cuales<br />

había sido condenado en Ferrara; e incluso en un contexto plenamente reformado, esas doctrinas<br />

-en particular la concepción camiliana de la elección, de la regeneración y de la escatologíaconstituían<br />

una amenaza. Mainardo, hablando por sí mismo y en nombre de la mayoría de los<br />

miembros de la iglesia de Chiavenna, anatematizaba a Camilo y a sus seguidores y aliados, como<br />

Francisco de Calabria:<br />

Condenamos a aquellos [secuaces de Camilo] que dicen que el alma racional es mortal y<br />

muere junto con el cuerpo, pero será resucitada junto con el cuerpo el Día del Juicio, y que<br />

entonces el hombre entero será hecho inmortal...; que las almas de los difuntos viven en forma<br />

tal, que permanecen dormidas hasta el Día del Juicio, y que entonces serán despertadas de su<br />

sueño. . .; que los impíos no serán resucitados corporalmente en el Día del Juicio; [y] que aquellos<br />

que no renacen de Dios son irracionales como los brutos en tanto no hayan sido trasladados<br />

por el Espíritu de Dios al Reino de Cristo.1293<br />

Según parece, Camilo distinguía entre anima y animus. <strong>La</strong> indicación más clara de esto se<br />

encuentra en la declaración de uno de los jóvenes que asistían a sus lecciones, Juan Andrés<br />

Paravicini. El anima, que alienta en los regenerados al igual que en los no regenerados y en los<br />

animales todos, perece al morir el cuerpo. El animus, o alma racional (anima rationalis), o<br />

intelecto universal, no está presente sino en quienes han renacido intelectualmente, en los<br />

elegidos, en los hombres animados por el Espíritu Santo. <strong>La</strong> originalidad de Camilo está en la<br />

manera como edificó una antropología y una escatología enteramente conformes con la doctrina<br />

del Nuevo Testamento dentro del marco del averroísmo médico-humanístico (que de tanto<br />

1292 Editado por Antonio Rotondó, con una introducción intitulada "Camillo Renato", en Rinasámento, 2 a serie, IV (1964), 341-<br />

362. Una parte del texto había sido editada anteriormente por D. Cantimori y E. Feist, Per la storia degli eretici, op. cit. Véase<br />

ahora la ed. cit. de Opere de Camilo, pp. 91-Í08.<br />

1293 Anatemas i, II, xu y xvín de Mainardo contra Camilo y sus secuaces, apud Rosius de Porta, op. cit., 1:2, pp. 83-86.

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