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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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declara que esos belicosos luteranos que echan mano de la espada en vez de trabajar mejor,<br />

mediante la pluma, acerca del problema eucarístico, lo hacen pensar a uno en Mahoma. Ochino<br />

describe la Cena del Señor como una conmemoración de la muerte ejemplar de Cristo. No dice<br />

que haya sido el precio por los pecados del mundo, lo cual puede explicarse por influencia de la<br />

teoría valdesiana de la redención.1529 Hay que decir que a ninguno de los reformadores suizos<br />

le hizo gracia la oficiosa presentación que hizo Ochino de su sacramentarismo.<br />

A causa posiblemente del problema de la censura, otras obras escritas por Ochino en<br />

Zurich fueron publicadas en Basilea en 1561. Una es la Tractatio de conciliatione ínter<br />

refórmalas Ecclesias, y otra la Disputa intorno alia presenza del corpa di Gesú Cristo nel<br />

sacramento della Cena, dedicada a la señora Isabel Bresegna (Briceño). En esta última obra,<br />

donde rechaza, por supuesto, la doctrina católica de la transubstanciación, Ochino censura asimismo<br />

la teología eucarística calvinista de la comunión del creyente per fidem. En un elocuente<br />

pasaje, Ochino pondera el amor de Cristo por sus hermanos los hombres y el amor de Dios Padre<br />

que les dio a su Hijo unigénito, acción que, considerada con un espíritu valdesiano, hace de la<br />

conmemoración física de la Cena del Señor un adiaphoron, puesto que el buen <strong>La</strong>drón fue<br />

salvado y llevado directamente de su cruz a la gloria sin necesidad alguna de teología eucarística,<br />

además de que el Credo de los Apóstoles no incluye la menor mención de la eucaristía. <strong>La</strong><br />

Disputa es de especial interés como manifiesto espiritualista en que el ex-capuchino refugiado le<br />

hace ver a la desterrada discípula de Valdés que no es necesariamente un mal quedarse en<br />

territorio católico y practicar las obras de piedad exigidas a todo el pueblo, puesto que<br />

dondequiera que uno se encuentre hay siempre aspectos exteriores del culto y de la vida cristiana<br />

imposibles de aceptar con entusiasmo. Hasta la iglesia primitiva tuvo su Judas. Evidentemente,<br />

Ochino escribía aquí no sólo contra la teología eucarística de Calvino, sino también contra el<br />

opúsculo en que el ginebrino censuraba la actitud de los nicodemitas (cap. xxm.3).<br />

Desde la teología eucarística y el ladrón perdonado en el Calvario, Ochino avanzó hasta<br />

el centro mismo de la teología de la <strong>Reforma</strong>, el problema de la predestinación y del libre<br />

albedrío. En 1561 publicó sobre el tema en Basilea una serie de sermones en dos ediciones, una<br />

italiana y otra latina (<strong>La</strong>berinto del albedrío libre y esclavizado), dedicadas ambas a la reina<br />

Isabel de Inglaterra. Aunque estaba convencido de que la fe es un don de la gracia, opinaba que<br />

la precisión teológica en cuanto a la doctrina de la predestinación no era necesaria para la<br />

salvación del cristiano.1530 También en 1561 publicó para uso de su congregación italiana un<br />

Catechismo en que no faltan insinuaciones anti-trinitarias. Con respecto a la doctrina del<br />

descenso de Cristo al infierno, rechaza la exégesis de Calvino, o sea su interpretación de ese<br />

episodio como símbolo del extremo último del sufrimiento, en favor de un descenso literal, que<br />

era también la opinión de Castellion y de la mayor parte de los anabaptistas (cap. xxxn.2.c). En<br />

1562 publicó otra serie de sermones en que deploraba la posición exigente de las distintas<br />

iglesias protestantes y la actitud igualmente intolerante de la iglesia de Roma, mencionando<br />

asimismo los conventículos de los anabaptistas y de los libertinos entre las innumerables sectas<br />

nuevas que estaban reivindicando cada una para sí el título de "verdadera" iglesia. Su mensaje no<br />

podía ser aquí más sencillo: unos cristianos que riñen así no pueden ser verdaderos cristianos, ni<br />

su evangelio puede ser la auténtica "buena nueva".<br />

1529 Bainton, Bernardina Ochino, p. 44.<br />

1530 En medio del complicadísimo laberinto de opiniones, el cristiano debe actuar como si fuera libre, y encomendarse a Dios<br />

como si no lo fuera. Este aspecto ha sido estudiado por Bainton, Ochino, p. 123, rechazando la visión de Erich Hassinger,<br />

"Exkurs über die Theologie Bernardino Ochinos", en sus Studien zu Jakobus Acontáis, Berlín, 1934 (Píbhandlungen zur Mittlerm<br />

und Neueren Geschichte, LXXXVI), pp. 97-109, según el cual Ochino siguió siendo hasta el final un auténtico calvinista en su<br />

doctrina de la predestinación.

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