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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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En resumen, los anabaptistas distinguieron constantemente entre la alianza hecha con los<br />

siervos y la alianza hecha con los hijos. Afanados por encima de todo en dar a Cristo el honor a<br />

él solo debido, la mayor parte de ellos se abstuvieron de poner en alto el Viejo Testamento, salvo<br />

los pasajes que, de manera literal o a través de alguna interpretación no literal, estaban de<br />

acuerdo con el Nuevo, justificando esta división con la fórmula que el propio Cristo repite en el<br />

capítulo quinto de San Mateo: "Oísteis que fue dicho a los antiguos . . ., mas yo os digo...", y con<br />

la afirmación que se hace en la epístola a los Hebreos de la superioridad de la ley cristiana en<br />

comparación de la ley mosaica. Y los anabaptistas no sólo afirmaban que el Nuevo Testamento y<br />

la Nueva Alianza eran infinitamente más importantes que el Antiguo Testamento y la ley vieja,<br />

sino que también, en muchos casos, parecían tener predilecciones por determinadas partes del<br />

Nuevo: algunos, por los evangelios sinópticos; otros (como Marpeck), por el evangelio de San<br />

Juan y por las epístolas de San Pablo; y otros, por todo el conjunto de escritos que en la época se<br />

atribuían normalmente a la mano del discípulo amado de Cristo: el evangelio, las dos epístolas y<br />

el Apocalipsis.1937 En todo caso, los anabaptistas fueron sectarios de todo corazón, como lo<br />

fueron los cristianos primitivos, y, al igual que ellos, se sintieron a sí mismos como los hijos de<br />

la luz, y a todos los demás como los hijos de la tinieblas. Pero al mismo tiempo, y en medida<br />

apenas menor que los espiritualistas y los racionalistas evangélicos, los anabaptistas tenían<br />

también no pocos ingredientes universalistas o ecuménicos en sus sistemas teológicos. Y con<br />

esto nos encontramos ante el segundo de los temas de la presente sección: el impulso ecuménico<br />

o éticamente universalista de la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong>.<br />

2. EL ECUMENISMO DE LOS SECTARIOS1938<br />

Los radicales, que en su mayor parte hacían una tajante distinción entre la Vieja Alianza<br />

y la Nueva Alianza, se consideraban también a sí mismos como una pequeña minoría de justos<br />

elegidos por Dios y separados de todo el resto de la cristiandad. Hacia el final del período<br />

abarcado por nuestro estudio, habían llegado a ver en el cisma entre el protestantismo magisterial<br />

y el catolicismo papal (remachado en 1563 por el Concilio de Trento) algo más o menos<br />

comparable a la antigua división entre Judá e Israel, y más tarde entre Judea y Samaría. Desde el<br />

punto de vista de los sectarios, las dos formas de cristianismo territorial o eclesiático seguían<br />

viviendo bajo una u otra versión de "la ley", mientras que ellos, en sus innumerables<br />

conventículos y facciones, se presentaban en una u otra forma como "el resto de los justos",<br />

como los únicos que vivían bajo la alianza escrita en el corazón. <strong>La</strong> consecuencia de esto es que<br />

los radicales evangélicos no veían una diferencia muy profunda entre católicos y protestantes,<br />

por una parte, y judíos, turcos y paganos, por otra: todos ellos eran objetivo de su misión neoapostólica,<br />

sancionada por Dios mismo. Se trata aquí, por supuesto, del lado sectario de nuestra<br />

historia, que a estas alturas el lector conoce ya perfectamente. Pero ahora es el momento de<br />

señalar también que, al poner así a los protestantes y a los católicos no regenerados en el mismo<br />

saco en que se hallaban los seguidores de la Vieja Alianza y los infieles, los radicales estaban<br />

elaborando un nuevo concepto no sólo de la iglesia, sino también del mundo situado más allá de<br />

1937 Robert Friedmann, "Conception of the Anabaptists", CH, IX (1940), 341-365, sugiere una tipología de ala izquierda basada<br />

precisamente en estas predilecciones.<br />

1938 Véase Leo <strong>La</strong>urense, "The Catholicity of the Anabaptists", MQR, XXXVIII (1964), 266-279, y mi artículo "Sectarian<br />

Ecumenicity", Review and Expositor, LXIV (1967), 141-160, que es una elaboración de la presente sección. En otro trabajo mío,<br />

"Erasmus and the Reformers on Non-Christian Religions and salas extra Ecclesiam", Essays in Memory of E. Harris Harbison,<br />

editados por Theoidore K. Rabb y Jerrold E. Siegel, Princeton, 1968, sitúo la cuestión en un contexto aún más amplio.

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