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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Cuando la ocasión se presentó, la congregación de Franeker, donde se habían<br />

concentrado particularmente los refugiados flamencos, eligió como ministro a un tal Jerónimo<br />

Tinnegieter, natural de la provincia de Henao (Hainaut). En la congregación confederada de<br />

Harlingen, cuyo pastor era Ebbe Pieters, la mayoría frisia opuso su veto a esa elección, como era<br />

su derecho en virtud de los términos del pacto firmado entre las cuatro iglesias. Se convocó<br />

entonces, en la misma Harlingen, a unr asamblea de ministros para que se ocupara de este<br />

problema, destinado a dividir el mennonitismo conservador en dos denominaciones mutuamente<br />

exclusivas. El único problema teológico que podía distinguirse como punto de conflicto entre los<br />

frisones y los inmigrantes flamencos era el de la autoridad congregacional, amenazada, según<br />

estos últimos, por una asamblea congregacional (kerkrad) y por el organismo regional de<br />

ancianos (oudsten), pero el conflicto no tardó en quedar oscurecido y enturbiado por las acciones<br />

que emprendieron ambos bandos. El antagonismo étnico, cultural y constitucional vino a<br />

intensificarse, además, con la enemistad personal entre los dos dirigentes principales, naturales<br />

ambos de Frisia: Leonardo Bouwens y Dietrich Philips, cuyos cuarteles generales estaban,<br />

respectivamente, en Emden y en la región de Danzig.<br />

Un año antes de la riña entre las cuatro congregaciones confederadas, o sea en 1565,<br />

Philips había hecho viaje a Emden para pronunciar sentencia en el pleito que había entre<br />

Bouwens y su propia congregación. <strong>La</strong>s causas del pleito no son enteramente claras; parece, sin<br />

embargo, que Bouwens hacía demasiados viajes a la Frisia Occidental, descuidando a sus ovejas;<br />

que, estando allá, se complacía en aceptar la alcohólica hospitalidad que le ofrecían los<br />

flamencos, acostumbrados a una vida más regalona que los austeros frisones; y que una vez que<br />

varios delegados de la congregación fueron a hablar con él sobre estas cosas, él les contestó que,<br />

como anciano que era, tenía todo derecho a ir y venir conforme lo requirieran sus obligaciones<br />

de supervisor. Básicamente, la razón del pleito era determinar qué cosa se ajustaba al patrón<br />

apostólico aprobado, si esa forma de vry-dienen o el principio que daba derecho a la congregación<br />

a controlar la conducta de su dirigente. El propio Bouwens, en otros tiempos, se había<br />

mostrado muy severo en cuestiones morales, lo cual, añadido a un autoritarismo quizá<br />

caprichoso, había engendrado antagonismos que se volvían contra él. Siete ministros, presididos<br />

por Dietrich Philips, se ocuparon del asunto, y el resultado fue que Bouwens quedó destituido de<br />

su cargo de anciano, aunque no excomulgado. Bouwens se retiró a un lugar cerca de Harlingen, y<br />

poco después, a causa tal vez de esfuerzos directos suyos, varios miembros de la comisión de<br />

siete retiraron su condena.<br />

En estos momentos, los agravios del dirigente destituido y los del frustrado refugiado<br />

flamenco Jerónimo Tinnegieter confluyeron y se reforzaron con fatídica intensidad. Resentido<br />

por el insulto que le habían hecho las otras tres parroquias confederadas, Tinnegieter se había<br />

mostrado muy moroso en convocar una junta de su congregación para ratificar el pacto de las<br />

cuatro ciudades. Cuando ya casi iba a cumplirse el plazo, convocó apresuradamente la junta,<br />

pero a ella no pudieron asistir más que treinta de los trescientos miembros de la comunidad.<br />

Como eran tan pocos, convinieron en dejarle la decisión a la asamblea congregacional. Por<br />

instigación de Tinnegieter, y totalmente en desacuerdo con la preferencia que los flamencos<br />

profesaban tener por la participación congregaáonal plena en una decisión de importancia, la<br />

reducida asamblea decidió repudiar la unión de las cuatro congregaciones. Los de la mayoría,<br />

que se manifestaron en contra de semejante decisión, al averiguar la táctica empleada por<br />

Tinnegieter, trataron en vano de que la medida propuesta se reconsiderara y se anulara. Al cabo<br />

de poco tiempo, las dos facciones de Franeker estaban ya celebrando sus servicios religiosos por<br />

separado, y se distinguían los unos de los otros con los nombres de "flamencos" y "fri-sones".

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