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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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(el bautismo como un Beischlaff místico)1178 y de Enrique Niclaes, el familista.1179<br />

Recojamos aquí una de las enseñanzas de Müntzer, que decía que había que tener un cónyuge<br />

como si no se lo tuviera. Schwenckfeld no se expresó sino muy parcamente sobre el asunto, pero<br />

en una carta a un abogado, escrita en 1538, hablando sobre matrimonio y divorcio, hacía una<br />

distinción entre los cristianos sólo de nombre o "no cristianos" -independientemente de lo que<br />

esto significara para él- y los "cristianos verdaderos". Concedía de muy mala gana el divorcio<br />

para los primeros, no sin insistir en que los magistrados debían ser aquí muy severos,<br />

permitiendo el divorcio sólo en casos de evidente interés para el bien de la república. En cambio,<br />

por lo que tocaba a los cristianos devotos, insistió en la santidad del matrimonio, que "no es sólo<br />

la unión de ia carne sino también, y de manera mucho más importante, la unión de los corazones,<br />

de los espíritus y de las voluntades", y que por lo tanto es indisoluble, de tal modo que ni la<br />

razón de adulterio es válida. Los transgresores -decía- están ya castigados en la presencia de<br />

Dios.1180<br />

Los hermanos polacos (capítulos xxv, xxvii y xxix), en cuya doctrina y práctica<br />

influyeron, entre otros elementos, los impulsos calvinistas, valdesíanos y más tarde socinianos,<br />

prácticamente desde los momentos en que se separaron de la gran Iglesia reformada (lo cual<br />

ocurrió de manera definitiva hacia 1565) parecen haber considerado el matrimonio como una<br />

ordenanza divina, que había que celebrar con gran solemnidad en presencia de un pastor. Se<br />

pedía entre ellos que el novio y la novia compartieran la misma fe (lo cual, probablemente, no<br />

quería decir que fueran unitarios los dos, sino sólo de credo "pan-protestante"). Los contrayentes,<br />

en presencia de la congregación, escuchaban por principio de cuentas una homilía basada en la<br />

Escritura y adecuada a la ocasión. Como primer acto conyugal, el novio y la novia se daban la<br />

mano, y sobre las manos así unidas se posaba la mano del pastor, para simbolizar con el primer<br />

gesto la unión física que iba a haber en lo sucesivo, y, con el segundo, la bendición del Espíritu<br />

Santo, a través del pastor, sobre la unión de las dos almas. Enseguida se intercambiaban dos<br />

sortijas de oro, dada una por el novio y la otra por la madre de la novia; el pastor las tomaba en la<br />

mano, las bendecía, y explicaba que esos anillos del metal más puro, y sin principio ni fin,<br />

simbolizaban el carácter duradero del matrimonio. En sus iglesias estaba firmemente prohibido<br />

el divorcio.1181<br />

1178 Ibid., a ia altura de la nota 12.<br />

1179 Supra, cap. xix, a la altura de la nota 14.<br />

1180 Schwenckfeld, Vom Nachtmahl, Taufe und Ehescheidung: CS, VI, 185-195. Doy las gracias a Klaus Lindner por haberme<br />

llamado la atención sobre este pasaje.<br />

1181 Peter Morzkowski, Politía ecdesiastica, ed. Georg Ludwig Oeder, Francíbrt-Leipzig, 1745, pp. 211-212. Le agradezco a<br />

Klaus Lindner e! resumen anterior, hecho por él. <strong>La</strong> descripción figura en un texto latino impreso tardíamente, y editado,<br />

además, por alguien cuya finalidad era la refutación; sin embargo, hay razones para creer que incluso cosas como eí empleo de<br />

la palabra sacrarnentum para designar el matrimonio, o como los argumentos basados en la autoridad del Ad uxorem de<br />

Tertuliano, se remontan al siglo xvi.<br />

En la Europa cristiana del siglo \v no había sino un anillo, que el novio le ponía a la novia en el dedo anular de la mano izquierda<br />

(donde, según la ciencia popular, había una vena conectada directamente con el corazón). En su opúsculo Wie man die so lu<br />

Ee greyffen, Wittenberg, 1524, Juan Bugenhagen (Johannes Pommer) documenta una innovación que se introdujo en los<br />

matrimonios de ex-clérigos con ex-monjas, nada raros en los inicios de la <strong>Reforma</strong>: los novios intercambiaban anillos (el de ella<br />

era el que había recibido en su profesión religiosa); y, si bien la ceremonia misma de la boda seguía siendo la medieval, los<br />

esposos llevaban después sus respectivos anillos en el anular de la mano derecha. (Según parece, fue de este epicentro<br />

alemán de donde se difundió la costumbre de los dos anillos en la cristiandad occidental, protestante y católica, sin excluir a<br />

España. El único país que no aceptó la innovación fue Inglaterra.)<br />

Pedro Morzkowski, Polilla eclesiástica (publicada tardíamente por un refutador luterano del socinianismo), Francfort-Leipzig,<br />

1745, p. 212, dice que entre los hermanos polacos el novio y la madrina de la novia ponían sendos anillos "cíe oro puro" en<br />

manos del pastor para que éste los bendijera antes del intercambio. Sobre prácticas bautismales y eucarísticas que se

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