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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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maneras el Espíritu Santo. Decimos también esto según el Espíritu; y decimos que Cristo no<br />

tiene vida por sí mismo, sino que Dios se la ha dado.<br />

Dice Stringaro que la elección de Cristo por parte de Dios se debe a un magno propósito,<br />

paradigmático de la salvación de cada hombre, y tras esto prosigue:<br />

De esa manera, así como Dios ha hecho de barro a los hijos de Adán, y ellos, a causa del<br />

pecado, están enfermos y son hijos de la ira, ignorantes y corruptibles, así el mismo [Dios] puede<br />

hacer y hace hijos espirituales, santos y eternos, y de la misma naturaleza y carácter. Dios pudo<br />

convertir piedras en hijos de Abraham [Mateo, 3:9], porque, en efecto, en la mano de Dios están<br />

la bendición y el honor y la gloria y la santificación. De sólo Dios depende que todos nosotros<br />

seamos hechos buenos; y entendemos que Jesús [mismo] fue hecho así por Dios, ni más ni<br />

menos que nosotros . . ., pues Jesús tuvo padre y madre como nosotros y fue un hombre como<br />

todos, hijo de Adán y sometido a la Ley. Y entendemos que Cristo "nadó" [en cuanto Hijo]<br />

cuando Dios mandó su Espíritu Santo al hombre [o sea al hombre Jesús en su bautismo en el<br />

Jordán]; no porque el Espíritu Santo no sea eterno en Dios, sino de manera semejante a la que se<br />

emplea en la Escritura, entendiendo que el Hijo único de Dios "nació" cuando Dios mandó su<br />

espíritu en esa renovación de la voluntad [que es el bautismo] . . . Entendemos, en efecto, que<br />

Dios ha santificado a Cristo y lo ha lavado, o sea bautizado. Y entendemos a Cristo y lo<br />

comprendemos con sus miembros todos, [que son los elegidos] que lo complementan, pues el<br />

espíritu de los elegidos es el espíritu de Cristo... Y así como Dios vive, así da la vida a los<br />

hombres a quienes quiere dársela. De esa manera dio vida a Cristo resucitándolo, rescatándolo de<br />

la maldición de la muerte y restaurándolo en su perfección íntegra, así en el espíritu como en el<br />

cuerpo; y quiso Dios realizar esto en uno para que todos los demás tengamos [razón en] creer<br />

que él querrá hacer con nosotros lo mismo que hizo con él. Confesamos y creemos que Cristo<br />

tiene el poder de salvar y de hacerlo todo y de redimirse a sí mismo, como él dice: "Tengo poder<br />

para entregar mi vida, y tengo poder para volverla a tomar" [Juan, 10:18]. Hay que entender que<br />

este poder [de resucitar] procede del espíritu de Cristo y no de la carne, no obstante que se refiere<br />

a una obra de la carne. Y si el poder es el espíritu y el espíritu es el poder y es recibido de otro,<br />

entonces este espíritu no es el Padre, sino que procede del Padre; y en virtud de esto [Cristo] se<br />

da a sí mismo el nombre de Hijo, porque procede de Dios. Entendemos que Cristo es el Hijo<br />

verdadero de Dios; no que él mismo sea Dios.1319<br />

A continuación, Giacometto Stringaro distingue en Jesucristo por una parte su humanidad<br />

sufriente, que hace de él uno de tantos miembros del género humano, y por otra parte su Espíritu.<br />

<strong>La</strong> carne de Cristo no fue engendrada por Dios, sino que tuvo una concepción y una gestación<br />

humanas, pero esa carne fue penetrada por el Espíritu en la regeneración bautismal, y luego<br />

"engendrada" definitivamente en la resurrección. Aquí cita Stringaro el sermón pronunciado por<br />

San Pablo en Antioquía de Pisidia: "Dios ha cumplido [su promesa].. . resucitando a Jesús, como<br />

también está escrito...: «Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy»" [Hechos, 13:33]. Y,<br />

aduciendo el capítulo 8 de la epístola a los Romanos (especialmente los versículos 9, 11, 26 y<br />

29), sugiere que en la comunidad de la resurrección (o sea la iglesia), donde mora el Espíritu<br />

mismo que resucitó a Cristo, podrá realizarse algún día la identificación de Cristo y el Espíritu.<br />

En todo caso, "no lo adoraríamos ni honraríamos [a un Mesías o Redentor] si el Padre no lo<br />

hubiera exaltado [sobre los demás hombres]; pero al obedecer a Cristo no lo obedecemos por sí<br />

1319 Stella, Cinquecertto véneto, p. 69, nota 19.

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