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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Glareano (más. tarde adversario de la <strong>Reforma</strong>), de cuya bursa se retiró al cabo de menos. de tres<br />

meses. Su salud parece haber estado seriamente minada, quizá por la vida desenfrenada que<br />

llevaba, de la cual lo acusó severamente su padre, y por la cual se mostró afligido Vadiano, su<br />

antiguo preceptor de Viena. Su padre retuvo seiscientas de las ochocientas coronas de la pensión<br />

real. En junio de 1520 Grebel se despidió de su vida de estudiante, y regresó a Zurich en un<br />

estado de ánimo sereno y un tanto melancólico.<br />

En su patria no tardó en encontrar Grebel a alguien que tenía más que ofrecerle que los<br />

sabios de París. Junto con Mantz y con otros estudiantes suizos que habían regresado del<br />

extranjero, intensificó en octubre de 1521 su estudio del griego y del hebreo, aprovechando las<br />

enseñanzas de Zwinglio. El trato con amigos, viejos y nuevos, le causó una enorme satisfacción.<br />

A través de Zwinglio, Grebel; volvió a ponerse en estrecho contacto con los círculos<br />

humanísticos, y es posible que haya tratado incluso a Erasmo. (Parece haber hecho en 1522,<br />

junto con Vadiano, un viaje a Basilea con el fin de conocerlo.) A diferencia de Erasmo, los<br />

humanistas suizos amigos de Grebel, y el propio Grebel, estaban interesados principalmente en<br />

los estudios históricos, geográficos y filológicos, y sólo de manera incidental en materias de<br />

moral y de religión. El patriotismo suizo era en ellos un rasgo predominante. En cuanto a la<br />

religión, Grebel seguía manteniéndose neutral, a semejanza de Vadiano y de Glareano. Con la<br />

mayor naturalidad hablaba de "dioses" y "diosas" y del "Hado".<br />

En febrero de 1522 se casó con una joven de clase social inferior, y rompió<br />

completamente con su padre. Todas estas novedades -la aceptación de la responsabilidad<br />

doméstica, la ruptura con su familia, el estudio de la Biblia- ocasionaron en él, durante la<br />

primavera de 1522, un cambio interior que podríamos llamar conversión. En sus cartas, después<br />

de un silencio de nueve meses, escuchamos los acentos del cristiano evangélico. En lugar de la<br />

compasión de sí mismo, moderada por un melancólico estoicismo, que había caracterizado los<br />

lamentos que hasta entonces había dirigido a sus amigos, es evidente un tono enteramente nuevo,<br />

moderado, sencillo y objetivo. A sus hijos les puso nombres bíblicos, lo cual escandalizó a sus<br />

parientes (actitud que Grebel calificó de "mundana"). Del humanismo interesado sólo en las<br />

bellas letras, Grebel había pasado al cristianismo evangélico al impulso de la conmovedora<br />

exposición que Zwinglio, basándose en el texto griego, hacía de los evangelios. Zwinglio<br />

reconoció el valor del apoyo del recién convertido cuando, al publicar en agosto de 1522 su<br />

Apologeticus Architeles, aceptó que en los preliminares se imprimiera la vigorosa oda en que<br />

Grebel exalta la <strong>Reforma</strong>. Grebel fue un zwingliano devoto desde entonces hasta los brotes<br />

iconoclastas del otoño de 1523, si bien es verdad que él no tomó parte en la agitación con León<br />

Jud, Luis Haetzer,. Simón Stumpfy otros. Pero ya es hora de volver a la Disputa y sus secuelas.<br />

c) Continuación dé la Disputa<br />

Al concluir el segundo día de la Disputa, Grebel vio no sólo cómo Zwinglio evadía las<br />

cuestiones importantes, sino también lo que él consideraba una intolerable subordinación de la<br />

Palabra de Dios a las determinaciones de la magistratura. Tomó entonces la palabra y pidió que<br />

inmediatamente se adoptaran las medidas necesarias para que los sacerdotes dejaran de perpetrar<br />

la idolatría de la misa, diciendo que, de lo contrario, toda la Disputa sería en vano. A esta<br />

petición contestó Zwinglio: "Los señores [del ayuntamiento] decidirán qué reglas habrá que<br />

adoptar en el futuro acerca de la misa." En este momento de gran tensión, no fue Grebel, sino el<br />

iconoclasta Stumpf, quien replicó por los radicales: "Maestro Ulrico, no le es lícito a usted dejar<br />

la decisión ... en manos de estos señores, pues la decisión ya ha sido tomada: el Espíritu de Dios

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