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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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castiga y da muerte a los malos, y guarda y protege a los buenos..., pero en la perfección de [la<br />

iglesia de] Cristo [Mateo, 5:48]., la única reprensión que se usa es la excomunión, castiga y da<br />

muerte a los malos, y guarda y protege a los buenos..., pero en la perfección de [la iglesia de]<br />

Cristo [Mateo, 5:48]., la única reprensión que se usa es la excomunión.<br />

Se menciona en este punto el caso de la mujer sorprendida en adulterio, y se subraya el<br />

contraste entre lo que "el Padre" ordenó en la Vieja Alianza, o sea que la mujer muriera<br />

apedreada, y lo que Cristo dejó establecido como ejemplo para la disciplina que ha de reinar bajo<br />

la Nueva Alianza. Aquí el sínodo de Schieitheim está definiendo una convicción propia en contra<br />

de Zwinglio, por una parte, y tal vez, por otra parte, en contra de aquellos anabaptistas que, como<br />

Hubmaier, a pesar de la separación que establecían entre la iglesia y el estado seguían<br />

encontrando justificable la existencia de una magistratura cristiana (cap. ix.2.b), y también contra<br />

aquellos otros anabaptistas que, como Hut, aunque refrenaban a los santos por el momento,<br />

profetizaban una lucha tremenda en tíL inminente fin de los tiempos y anunciaban el gobierno de<br />

los santos con Cristo. De manera implícita, lo que hace el sínodo es reivindicar para el<br />

conventículo pactual aquella justicia divina que Zwinglio había distinguido de la justicia humana<br />

(querida por Dios).448 Cristo se' negó a desempeñar el papel de juez (Lucas, 12:13-14), y el<br />

seguidor de Cristo debe imitar su ejemplo. Cristo se negó a que lo hicieran rey (Juan, 6:15), y así<br />

el seguidor de Cristo debe negarse a tomar parte en cualquier forma de gobierno terrenal.<br />

Citando la primera epístola de San Pedro, 2:21, el documento de Schieitheim declara que el<br />

ejemplo que Cristo dejó para los verdaderos cristianos, los deseosos de seguir sus huellas, es el<br />

del sufrimiento, no el del dominio sobre los demás, y concluye que "el régimen de la<br />

magistratura procede de acuerdo con la carne, pero el de los cristianos procede de acuerdo con el<br />

Espíritu".<br />

El séptimo artículo examina la cuestión del juramento. Fue sin duda un deber religioso<br />

durante la Vieja Alianza, pero fue solemnemente abolido por el precepto de Jesús (Mateo, 5:33-<br />

37) y del apóstol Santiago, 5:12. No tenemos para qué extendernos aquí acerca de las desastrosas<br />

consecuencias cívicas que tuvo el hecho de que los anabaptistas se negaran a prestar el juramento<br />

anual de sostener las constituciones de las repúblicas-ciudades del cuadrante sudoccidental del<br />

Imperio. Pero es interesante observar que justamente el año siguiente, en la ciudad imperial de<br />

Estrasburgo, todos los anabaptistas allí residentes se dejaron convencer de la necesidad de prestar<br />

ese juramento.449<br />

<strong>La</strong> Confesión de Schieitheim dista de ser un testimonio bien equilibrado de la fe y la<br />

práctica de los hermanos suizos. Al igual que la mayor parte de las declaraciones sinodales, está<br />

conformada más bien por las preocupaciones inmediatas del movimiento, que pueden reducirse a<br />

dos: condenar los excesos y aberraciones en el interior de él, y resistir las agresiones del exterior.<br />

2. PROCESO Y MARTIRIO DE MIGUEL SATTLER<br />

Miguel Sattier, que había recibido de Capitón el ofrecimiento de que se le dejaría seguir<br />

viviendo en Estrasburgo después de la expulsión de Juan Denck (cap. x.2), prefirió aceptar una<br />

invitación de Guillermo Reublin y marcharse a Horb, sobre el Neckar. De este centro partían las<br />

misiones que recorrían la región de Hohenberg.<br />

448 Von der gottiichen und menschiichen Gerechtigkeit (1523);ZW, II, 458-525.<br />

449 Lo dice Bucer en carta de 8 de febrero de 1528 a Ambrosio Blaurer: Briefwechsel der Brüder Ambrosiusund Thamas Blaurer,<br />

ed. por Traugott Schiess, vol. I, Friburgo de Brisgovia, 1908, p. 146.

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