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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Hutter mismo, fortalecido por sus convicciones, fue perseverante hasta el final. En la noche del<br />

19 de noviembre de 1535 él y su esposa fueron aprehendidos en casa de un ex-sacristán en<br />

Klausen, cerca de la aldea en que Blaurock había sido martirizado. El peso abrumador del<br />

testimonio del heresiarca perseguido durante tanto tiempo movió a las autoridades a trasladarlo<br />

con doble guardia a Innsbruck, mientras su mujer se quedó en Klausen para ser interrogada por<br />

los magistrados.<br />

A lo largo de repetidos interrogatorios (con aplicación de tortura) y de discusiones con<br />

una serie de clérigos católicos, Hutter permaneció inflexible, y no sólo no reveló los nombres de<br />

sus socios, sino tampoco quiso hablar de la manera como había estado llevando a cabo su misión.<br />

Parece haberse interesado menos que otros prisioneros anabaptistas en particularizar los artículos<br />

de su fe, porque estaba seguro de que su interrogador era un esbirro de Satanás, de la misma<br />

manera que sus interrogadores lo creían endemoniado a él. De hecho, llegaron a sentirse tan<br />

molestos por su pretensión de ser dueño de toda la verdad del evangelio, que para exorcizar,<br />

como ellos decían, al diablo que tenía dentro, recurrieron a la insólita tortura de meterlo atado y<br />

amordazado en agua helada, y luego, cuando ya estaba casi congelado, llevarlo a una habitación<br />

tibia, echarle aguardiente sobre su carne lacerada y prenderle fuego. Aunque los magistrados de<br />

Innsbruck estaban de acuerdo en que se le decapitara secretamente, por temor a la simpatía<br />

popular, Fernando intervino personalmente para imponer su voluntad de que se le quemara en<br />

público, lo cual ocurrió el 25 de febrero de 1536.<br />

DESDE LA MUERTE DE HUTER (1536)<br />

HASTA LA "RAZON" DE PEDRO RIEDEMANN (1540)<br />

Cuando Jacobo Hutter salió de Moravia, su sucesor en Auspitz fue Juan Amon, que<br />

demostró ser un caudillo fuerte y capaz. Había nacido en Ba viera, donde aprendió el oficio de<br />

tejedor de paños. En 1529 se unió a un grupo de aproximadamente ochenta personas que salieron<br />

de Bóhmisch-Kromau para establecerse en Austerlitz. Trabajó en el Tirol bajo la dirección de<br />

Jacobo Hutter de 1530 a 1534, o sea en la época de mayor rigor de las persecuciones. Después de<br />

los espantosos tiempos que Hutter describe en su Reconvención, Amon congregó al atribulado<br />

pueblo hutterita que se hallaba desparramado por bosques y campos, y en la Pascua de 1536, después<br />

de un año de aflicción y de miseria, celebraron todos su semianual Cena del Señor en la<br />

espesura de un bosque. Después los ancianos deliberaron acerca de sus problemas, y decidieron<br />

que la congregación se dividiera en grupitos de seis u ocho personas para que cada uno de ellos<br />

buscara por su parte algún quehacer y algún lugar en que vivir. Los buenos resultados no se<br />

hicieron esperar, pues los nobles, una vez debilitadas las premiosas exigencias de Fernando,<br />

estaban muy bien dispuestos a admitirlos de nuevo. A los diez años de su expulsión de Auspitz y<br />

otros sitios, los hutteritas pudieron establecer muchas nuevas comunidades.<br />

Los años que siguieron a 1536 son un tanto oscuros. Los aristócratas moravos obededan<br />

exteriormente las órdenes del rey Fernando, pero parecen haberse guiado más bien por la voz de<br />

su propio corazón y haber encontrado lugar para los hermanos que iban regresando, pues no hay<br />

casi noticias de persecuciones durante el decenio siguiente. En 1537 regresó Ulrico Stadler de un<br />

breve experimento en Polonia y, asociado con los antiguos hermanos de Auspitz y Austerlitz,<br />

comenzó a reedificar los desolados locales de esta última ciudad.<br />

Durante la administración de Amon se enviaron misioneros (Sendboten) a muchos<br />

lugares de Europa con el fin de llevar a cabo una predicadón sistemática. Cuatro de cada cinco de<br />

esos misioneros murieron como mártires. Entre los escritos de Amon que han llegado a nuestros

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