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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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inmediata en las filas de la auténtica iglesia militante, como avanzada y lugar de reclutamiento<br />

para la era del milenio.1971<br />

El anabaptismo ha sido llamado "una contrarrevolución abortada en el seno de la<br />

<strong>Reforma</strong>".1972 Desde luego, de toda la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong> puede decirse que fue un movimiento<br />

abortado. No cabe duda de que fue incompleta. Su repudio de todo sentido de la solidaridad<br />

sacramental de la iglesia a través de los siglos no tiene mucho atractivo ni siquiera para los<br />

descendientes directos del movimiento que hoy se precian, por encima de todo, de su propio<br />

linaje espiritual. Pero los radicales tenían un sentido del tiempo cósmico y una intuición de la<br />

unidad esencial de todo el género humano, anticipadamente redimido por Cristo en el Calvario.<br />

Estaban fervientemente convencidos de la responsabilidad que cada verdadero cristiano tenía en<br />

cuanto testigo de Cristo en el mundo, y habían llegado a la vez a una nueva conciencia de las<br />

responsabilidades colectivas o "pactuales" anejas a la cristianización radical de zonas de relación<br />

humana eclesiásticamente descuidadas hasta entonces, y tan básicas como la fraternidad de los<br />

seres humanos de todas las clases, la igualdad de varones y mujeres y la solidaridad de todas las<br />

razas de la humanidad ante un Dios que no hace acepción de personas. Tenían un aguzado<br />

sentido de la responsabilidad personal (Verantwortlichkeit) ante Dios y ante los hombres en ¡a<br />

práctica de la vida disciplinada de las iglesias, con independencia de los órganos de la sociedad<br />

civil, y un nuevo y diversificado ámbito de experiencia y de teoría en el campo de ese negocio<br />

cristiano básico que es la salvación.<br />

Hubo de todo en la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong>. No faltaron los fanáticos, los charlatanes ni los<br />

pillos. Pero si nos fijamos en la gran mayoría de esa poderosa hueste de hombres y mujeres<br />

cuyas vidas hemos esbozado, la impresión abrumadora que nos cjueda es de admiración por su<br />

seriedad, por su solitaria valentía, por la fuerza de sus convicciones. Eran conscientes de un<br />

propósito providencial que informaba cuanto hacían. <strong>La</strong> desolación, la miseria, la brutalidad y la<br />

delirante locura del vasto escenario en que representaron sus papeles se les hacían llevaderas por<br />

la intensa seguridad que tenían de que en la sombra de sus cruces estaba Dios poniendo los ojos<br />

en ellos, porque ellos eran su pueblo amado. Como resumen de una visión global, el testimonio<br />

de los radicales puede enunciarse así: el cristianismo no es un juego de niños; ser cristiano<br />

significa comprometerse.<br />

Pese al intolerante exclusivismo en el régimen eclesiástico por parte de algunos, o a las<br />

serias alteraciones en el dogma por parte de otros, o a su sublimación de los sacramentos, los<br />

valientes hombres y mujeres de la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong> merecen que su testimonio vuelva a<br />

presentarse ante los tribunales menos rígidos de otra época.<br />

Pensemos en las cuatro doctrinas más generalizadas entre los partidarios de la <strong>Reforma</strong><br />

<strong>Radical</strong>. En cuanto a las dos primeras, o sea el bautismo de los creyentes y el sueño o muerte del<br />

alma mientras llega el día de la resurrección, salta impresionantemente a la vista el hecho de que<br />

el más ilustre de los teólogos protestantes modernos, el equivalente de lo que fueron Zwinglio o<br />

Calvino y en cierto sentido sucesor de ellos -aunque su cátedra misma no esté en Zurich ni en<br />

Ginebra, sino en Basilea-, está de acuerdo con aquellos antipedobaptistas y psicopaniquistas tan<br />

despreciados en sus tiempos. En cuanto a la tercera doctrina, es un lugar común decir que la<br />

separación programática de iglesia y estado, aceptada desde hace mucho por la cristiandad<br />

1971 Véase Hans J. Hillerbrand, "Anabaptism and the <strong>Reforma</strong>tion: Another Look", CU, XXIX (1960), 404-423, artículo<br />

especialmente útil porque se centra en la justificación como categoría teológica clave para distinguir a la <strong>Reforma</strong> <strong>Radical</strong> de la<br />

<strong>Reforma</strong> auténticamente protestante. Véase también mi "Sanctification", loc. cit.<br />

1972 Lowell H. Zuck,/'Anabaptism: An Abortive Counter Revolution within the <strong>Reforma</strong>tion", CU, XXVI (1957), 221-226.

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