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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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pues los anabaptistas "dividen a la iglesia allí donde no hay ninguna necesidad",480 y "provocan<br />

sedición y tumulto, y convierten a cualquier pícaro bribón en ministro de la palabra de Dios".481<br />

<strong>La</strong> acusación más grave que tiene contra ellos es que meten la discordia en el seno de la iglesia y<br />

ofenden la institución de Cristo, como ofenden también a todos los mártires y confesores de la<br />

historia. Así, pues, la sustancia de su refutación es esencialmente moderada; pero, aunque no sea<br />

ésta la principal objeción que tiene contra ellos, Bullinger -a semejanza de Kessier en los Sabbata<br />

(cap. vi.2)- no deja de hacer una vivida descripción de los excesos de sus adversarios:<br />

Y al mismo tiempo que se entregan por completo a una sensualidad tan sucia y<br />

detestable, la interpretan como un mandamiento del Padre Celestial, persuadiendo a las mujeres<br />

y a las matronas honestas de que les será imposible ser partícipes del Reino de los Cielos si no se<br />

prostituyen en esa forma abominable, y no hacen que sus cuerpos sean comunes a todos los<br />

hombres, puesto que está escrito que nos es preciso renunciar a todas las cosas que más<br />

queremos, y que. necesitamos sufrir toda clase de infamias o reproches por amor de Cristo,<br />

además de que los publicanos y las rameras serán preferidos a los justos en el Reino de los<br />

Cielos.482<br />

Hay una doctrina que Bullinger considera particularmente odiosa: afirman los<br />

anabaptistas que Cristo quitó únicamente el pecado original, sosteniendo que aquellos que caen<br />

de nuevo, después de haber sido una vez purificados y limpiados por el agua de la regeneración,<br />

no obtendrán el perdón cotidiano de sus pecados.483<br />

De manera un tanto ilógica, los acusa asimismo de sostener la doctrina de la restauración<br />

(apokatástasis) de todos los hombres, así como de los demonios, y habla de<br />

los anabaptistas de Augsburgo, de Basilea y de Moravia [alusión a los espurios artículos de<br />

Nicoisburg], que afirmaban que Cristo no fue más que un profeta, diciendo que todos los impíos<br />

que por su impiedad fueron condenados, y también los diablos, habrían de gozar de la<br />

bienaventuranza celestial.484<br />

Le preocupa también su psicopaniquismo:<br />

Dicen que las almas, después de la muerte del cuerpo (si mueren dentro de la fe), quedan<br />

dormidas en el seno de Abraham hasta el día del juicio, y que sólo entonces entran en la vida<br />

perdurable.485<br />

Dedica considerable espacio a una refutación de esta doctrina del sueño del alma,<br />

fundándose en parte en interpretaciones de la Escritura ("Cristo, con su resurrección, demostró<br />

que había una vida perdurable"), pero sobre todo en las ideas filosóficas que él tenía sobre la<br />

naturaleza del alma. Sostiene, a semejanza de Zwinglio y del Quinto Concilio de Letrán (cap.<br />

i.5.a), que el alma en cuanto espíritu no está sujeta a enfermedades corporal les, ni a la muerte, la<br />

fatiga o el sueño.486<br />

El cuadro presentado por Bullinger ha tenido una poderosa influencia en la idea que los<br />

historiadores se han hecho del anabaptismo, y ha robustecido la vieja y tradicional tendencia a<br />

ver en los hermanos suizos los descendientes de Tomás Müntzer y de los profetas de<br />

480 Citamos por la vieja traducción inglesa (de John Veron), An Holesome Antidotus or Counter-Poysen against the pestyient<br />

heresye and secte of the Anabaptistes, Londres, 1548, p. 35.<br />

481 Ibid., p. 42.<br />

482 Ibid., pp. 25-26.<br />

483 Ibid., pp. 48-49.<br />

484 Ibid., p. 24.<br />

485 Ibid., p. 199.<br />

486 Ibid., pp. 197 ss.

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