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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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por haber vivido en el seno de la ahora abominada iglesia católico-romana? Schwenckfeid les<br />

echó en cara el espíritu de división y de acrimonia que imperaba en la reforma y que estaba<br />

desmantelando el antiguo orden, y el afán exagerado de obligar a todos, mediante la acción de<br />

los magistrados, a abrazar un credo oficial. Sus antagonistas le pidieron que presentara<br />

argumentos mejores o que mostrara una actitud más fraternal desde el punto de vista eclesiástico,<br />

en vez de asumir esa posición tan provisional, tan por encima de las cosas y tan sin<br />

compromisos, y entonces él replicó con extraordinaria seguridad en sí mismo -cosa que a ellos<br />

les pareció presunción de aristócrata que quería dárselas de teólogo- diciendo que no podía hacer<br />

causa común con alguien que estuviera en desarmonía con el Cristo que había dentro de él, el<br />

Cristo verdadero, el de la experiencia:<br />

<strong>La</strong> opinión que yo tengo, la tengo para mí. Si alguien la encuentra buena, puede<br />

aceptarla. Espero que ésa opinión sea el espíritu de Cristo y el fundamento adecuado. Si alguien<br />

no la encuentra buena, yo le pido a Dios por él. Pero en las cosas de la fe no puedo hacer causa<br />

común ni con el Papa ni con Lulero, porque ellos me condenan a mí y condenan mi fe, o sea que<br />

odian al Cristo mío, que está en mí. Es muy importante tener al verdadero Cristo según el<br />

espíritu. Cristo no se condena a sí misino. Cristo no se persigue a sí mismo.609<br />

Con el deseo de ganar almas para Cristo, y sin intención alguna de levantar "una iglesia<br />

crautwaidiana o schwenckfeldiana" 610 que se añadiera a la confusión de iglesias existentes, en<br />

competencia unas con otras, Schwenckfeid escribió, editó y disputó -o, como él hubiera dicho,<br />

conversó, correspondió y viajó- en cuanto evangelista laico. Teniendo como base a Estrasburgo,<br />

hizo recorridos por <strong>La</strong>ndau (donde acabó por convertir a su visión de las cosas al reformador<br />

zwingliano de la localidad, Juan Bader), Hagenau, Espira y Rappoltsweiler (Ribeauvillé).<br />

Durante esta estancia en Estrasburgo publicó Schwenckfeid una antología del Corpus<br />

juris canonici. Los cánones y decretales que seleccionó eran los que estaban en consonancia con<br />

el Nuevo Testamento y con la libertad de conciencia.611 Compuso igualmente dos catecismos y<br />

patrocinó una nueva versión alemana de la Imitatio Christi, publicada por su impresor, Felipe<br />

Ulhart, en Augsburgo, el año 1531. Esta edición es notable porque suprime el libro cuarto, que se<br />

refiere al sacramento del altar. Se imprimió, evidentemente, con la intención de que sirviera<br />

como manual de devoción para todos los bandos, teológicamente divididos el año anterior en la<br />

dieta de Augsburgo.<br />

Aunque Schwenckfeld se opuso al bautismo de los infantes y se movió mucho en círculos<br />

anabaptistas, Su visión del bautismo de Cristo como fenómeno interior, al igual que la eucaristía,<br />

significaba que él no podía aceptar el rito exterior, ni siquiera el bautismo de los adultos, como<br />

algo redentor o como algo constitutivo. Categóricamente rechazó las implicaciones pactuales de<br />

la peculiar traducción que hizo Lutero de un pasaje (3:21) de la primera epístola de San Pedro,<br />

según la interpretaban eclesiológicamente los anabaptistas. Aquí se atuvo siempre; al texto<br />

griego y ala versión de la Vulgata.612<br />

609 CS, IV, 83.2; Schuitz, op. cit., p. 212.<br />

610 Ibid.<br />

611 CS, III, documento Cf. (hacía junio de 1530).<br />

612 En su antología de textos de derecho canónico (CS, III, 795), siguiendo a un autor luterano que lo había precedido en este<br />

esfuerzo, adoptó Schwenckfeld el texto de Lutero, donde la palabra inferrogatio, "demanda" (I Pedro, 3:21), se traduce por<br />

Bund, "alianza". Pero en otros casos evitó siempre el término "alianza" en ese lugar y, como Miguel Servet (cap. xi: 1), se atuvo<br />

al original griego.

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