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WILLIAMS, George H. (1979) La Reforma Radical, Harvard University, Massachusetts (1)

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Los clérigos epicúreos, por su parte, parecen haber estado profundamente interesados en<br />

la búsqueda sin trabas de la verdad, y lo que se proponían era mantener despejados los canales de<br />

la comunicación y de los descubrimientos nuevos, para "que los dones del Espíritu puedan<br />

derramarse sobre los grandes y sobre los humildes por igual".680<br />

Durante las discusiones sinodales, el más importante de los epicúreos, después de<br />

Engelbrecht, fue Wolfgang Schultheiss, pastor de Schiltigheim, a quien pertenecen las palabras<br />

que acabamos de citar. Tiempo atrás, en un largo poema escrito por él (Ermahnung<br />

zumgeistiichen Urteil, 1530),681 había glosado un pasaje de San Pablo (I Corintios, 14:29 ss.) en<br />

su esfuerzo de propiciar el libre flujo del Espíritu y de restaurar las formas irónicas en la<br />

discusión de las cosas espirituales, de la Biblia, de las nuevas interpretaciones de pasajes ya<br />

conocidos, todo ello con la posibilidad de una inspiración fresca y actual. En su defensa del<br />

derecho de toda la congregación a juzgar la Escritura, para evitar que se instalara una "nueva<br />

tiranía" en sustitución de la vieja, Schultheiss pedía lo mismo que Juan de Campen, en conexión<br />

con el mismo pasaje paulino, había llamado el Süzerrecht (cap. x.3.g).<br />

No cabe duda de que el doctor Engelbrecht tomó de Schultheiss algunas de las ideas que<br />

expresó durante el sínodo. Anteriormente obispo sufragáneo de Espira (Speyer), Engelbrecht fue<br />

quien liberó a Bucer de sus votos monásticos en la orden de los dominicos. Cuando más tarde,<br />

convertido a la causa evangélica, se estableció a su vez en Estrasburgo, fue nombrado pastor de<br />

la iglesia de San Esteban. Poseedor de conocimientos amplísimos, y de una considerable<br />

experiencia administrativa, desplegó en el sínodo municipal de Estrasburgo y en otras ocasiones<br />

algo de la mentalidad y de las maneras de los espiritualistas v los separatistas, y no tardaría en<br />

ser vilipendiado por la mayor parte del clero municipal, que lo acusó de ser un epicúreo y un<br />

compinche de granujas y de evangelistas vagabundos. Durante el sínodo defendió el principio de<br />

la separación de los dos reinos y la distinción entre las dos espadas, aduciendo expresamente la<br />

doctrina sostenida por Lutero en su primera etapa. Lo que pedía, en consecuencia, era que en el<br />

territorio de Estrasburgo se estableciera una clara separación entre la religión y la política. No<br />

negaba que el gobierno fuera cosa de Dios, ni que los magistrados pudieran muy bien tener una<br />

vocación cristiana, pero llamaba la atención sobre lo que él consideraba la incongruencia de los<br />

reformadores magisteriales que, habiendo insistido primero en la proclamación libre del<br />

evangelio, estaban ahora formulándolo en decisiones sinodales y, fundados en el precedente de<br />

Constantino y especialmente en el de Justiniano, estaban sirviéndose de la autoridad del estado<br />

para imponer por la fuerza esas decisiones a quienes por razones de conciencia no las aceptaban.<br />

Engelbrecht declaró estar convencido de que no había lugar para la compulsión en el campo de la<br />

doctrina y de la con ciencia, puesto que Dios es el único que legítima y eficazmente puede<br />

penetrar en ese campo.<br />

Sostenía no sólo que los magistrados debían abstenerse de dictaminar en cuestiones de<br />

doctrina, sino también que los teólogos, por su lado, debían abstenerse de tomar parte en<br />

cuestiones de gobierno, ni para protegerse a sí mismos, ni para salvaguardar sus doctrinas, ni<br />

para mejorar el gobierno. En el caso de una magistratura que en materia religiosa se portara con<br />

indiferencia o con hostilidad, lo único que correspondía hacer a los pastores y a sus rebaños era<br />

sufrir por su fe y armarse de santa paciencia (Apocalipsis, 13:10). Deploró que se pretendiera<br />

hacer del heterogéneo sínodo de Estrasburgo el comienzo de un "nuevo papismo" interpuesto<br />

entre Dios y los creyentes, y citó a este respecto una anotación de Erasmo a San Hilario de<br />

Poitiers, en la cual observaba que, según la historia, eran los sínodos y los concilios los que<br />

680 Elsass, II, p. 293, línea 31.<br />

681 Ibid.,núm- 23,6a.

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